Miami, una de las ciudades más icónicas y diversas de los Estados Unidos, ofrece a los visitantes un escaparate de cultura, playas doradas y una energía inigualable. Aunque 24 horas pueden parecer insuficientes para experimentar todo lo que Miami tiene para ofrecer, es posible sumergirse en su estilo de vida único y disfrutar de algunos de sus tesoros más emblemáticos en un día.
El día comienza temprano en South Beach, la famosa playa de Miami Beach que a menudo se ha inmortalizado en películas y series de televisión. Aprovechar las primeras horas de la mañana para dar un paseo por la orilla, disfrutar del amanecer sobre el Atlántico y sentir la brisa del océano es una manera perfecta de comenzar la jornada.
Desde South Beach, dirigirse al histórico distrito Art Deco de Miami Beach es imprescindible. Las coloridas fachadas y los diseños retro de los edificios crean un ambiente único que evoca la elegancia de las décadas pasadas. Caminar por Ocean Drive y Collins Avenue permite apreciar la arquitectura y la atmósfera vibrante que caracterizan a esta zona.
Continuando el recorrido, visitar el vecindario de Wynwood es una experiencia artística única. Conocido por sus murales callejeros y su escena de arte contemporáneo, Wynwood se ha convertido en un epicentro cultural. El Wynwood Walls es un espacio donde los artistas internacionales han dejado su huella en forma de arte callejero, creando un museo al aire libre lleno de color y expresión.
El almuerzo en Little Havana es una oportunidad para sumergirse en la rica cultura cubana que impregna Miami. Calle Ocho, la arteria principal de este vecindario, ofrece una variedad de restaurantes donde se pueden disfrutar auténticos platos cubanos como el famoso sándwich cubano y los tostones. Pasear por la zona y disfrutar de la música y las vibrantes tiendas crea una experiencia inmersiva.
Después del almuerzo, una visita al distrito financiero de Brickell es una muestra del Miami moderno y cosmopolita. Las impresionantes vistas de los rascacielos y el horizonte de la ciudad son un testimonio de su crecimiento económico. El Mary Brickell Village ofrece opciones de compras y restaurantes para aquellos que desean experimentar el lado moderno de la ciudad.
Para finalizar la jornada, explorar el distrito de arte y diseño de Miami es una opción encantadora. Conocido como el Design District, este lugar alberga tiendas de lujo, galerías de arte y opciones gastronómicas exclusivas. La fusión de diseño y creatividad es palpable en cada rincón, creando una experiencia única para los amantes de la moda y el arte.
En resumen, explorar Miami en 24 horas es una inmersión en la diversidad cultural, el arte y el ambiente vibrante de esta ciudad única. Desde las playas de renombre mundial hasta los vecindarios históricos y modernos, Miami ofrece una muestra ecléctica de su personalidad. Aunque un día puede parecer corto, es suficiente para capturar el espíritu dinámico de esta metrópolis y dejar una impresión duradera en todos aquellos que tienen la suerte de explorarla.
Toulouse, apodada «La Ville Rose» o la Ciudad Rosa debido al característico color rosado de sus edificios, es una ciudad encantadora en el suroeste de Francia. Aunque 24 horas pueden parecer poco tiempo para explorar esta ciudad llena de historia y encanto, es posible disfrutar de algunos de sus destinos más destacados y sumergirse en su rica cultura en un solo día.
La jornada comienza temprano en la Place du Capitole, el corazón de Toulouse y uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Aquí se encuentra el majestuoso Capitolio, el edificio del Ayuntamiento que cuenta con una fachada impresionante y una plaza animada llena de cafés y tiendas. Pasear por la plaza es una forma perfecta de comenzar el día, empapándose del ambiente típicamente toulousain.
Continuando el recorrido, es hora de explorar la Basílica de Saint-Sernin, un impresionante edificio de estilo románico que data del siglo XI. Esta iglesia es una de las más grandes de Europa y ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su impresionante arquitectura y su ambiente sereno hacen que sea un lugar perfecto para admirar la belleza histórica de Toulouse.
Justo al lado de la basílica se encuentra el Couvent des Jacobins, un monasterio dominico que alberga una iglesia gótica impresionante. Este lugar es conocido por sus columnas intrincadas y su techo abovedado, que crea una atmósfera mística y llena de misterio.
Para el almuerzo, dirigirse al Mercado Victor Hugo es una opción deliciosa. Este mercado cubierto, con más de un siglo de historia, ofrece una gran variedad de productos locales, quesos, embutidos, panes y otros manjares típicos de la región. Probar algunas delicias locales en este mercado es una experiencia culinaria única.
Después del almuerzo, es hora de explorar el famoso Canal du Midi, un canal histórico construido en el siglo XVII que conecta Toulouse con el mar Mediterráneo. Dar un paseo a lo largo del canal o incluso tomar un crucero por sus aguas tranquilas es una forma relajante de disfrutar de la belleza natural de la ciudad.
Continuamos nuestro recorrido en el Museo de los Agustinos, que alberga una impresionante colección de arte que abarca desde la Edad Media hasta el siglo XX. Las obras maestras expuestas aquí ofrecen una visión fascinante de la evolución del arte a lo largo de los siglos.
Finalmente, para cerrar el día, es hora de explorar el barrio de Saint-Cyprien, una zona bohemia y con encanto que ofrece una amplia variedad de bares, restaurantes y tiendas. Aquí se puede disfrutar de la vida nocturna de Toulouse y sumergirse en el ambiente relajado de la ciudad.
Visitar Toulouse en 24 horas es una experiencia gratificante que ofrece una combinación perfecta de historia, arte, cultura y gastronomía. Aunque es imposible abarcar todo lo que esta ciudad tiene para ofrecer en un solo día, esta visita exprés brinda una visión fascinante de la Ciudad Rosa y deja una impresión duradera en todos aquellos que tienen la oportunidad de explorarla. Toulouse es una ciudad que enamora a sus visitantes con su encanto y su historia, invitándolos a regresar y descubrir más de sus maravillas.
Niza, una joya de la Costa Azul en Francia, es una ciudad que cautiva a sus visitantes con su belleza costera, su elegante arquitectura y su rica historia. Aunque 24 horas pueden parecer poco tiempo para explorar todo lo que Niza tiene para ofrecer, es posible disfrutar de una experiencia turística completa y enriquecedora en esta ciudad encantadora.
Nuestra aventura comienza temprano en la mañana, paseando por el famoso Paseo de los Ingleses. Esta icónica avenida bordea la costa y ofrece vistas impresionantes del mar Mediterráneo. Un paseo relajante por esta playa de guijarros, con el aroma del mar y el sonido de las olas, es la manera perfecta de comenzar el día y sumergirse en el ambiente relajado de Niza.
Continuando nuestro recorrido, llegamos al casco antiguo de Niza, conocido como el Vieux Nice. Este laberinto de calles empedradas está lleno de encanto y vida. Los mercados coloridos, las tiendas de artesanía y los cafés al aire libre crean una atmósfera animada y auténtica. No se puede perder la oportunidad de probar los deliciosos productos locales en el mercado de Cours Saleya, como el socca o la pissaladière, auténticos platos de Niza.
Nuestra siguiente parada nos lleva a la famosa colina del Castillo de Niza, aunque en realidad no queda ningún castillo, las ruinas ofrecen unas vistas panorámicas impresionantes de la ciudad. Un ascenso a pie o en el ascensor panorámico nos recompensará con vistas espectaculares de Niza y su hermoso puerto.
A la hora del almuerzo, el puerto deportivo de Niza es el lugar ideal para disfrutar de una comida con vistas al mar. Los restaurantes y cafés que bordean el puerto ofrecen deliciosos platos de mariscos frescos y otros manjares mediterráneos.
Después del almuerzo, podemos optar por visitar uno de los famosos museos de la ciudad. El Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Niza alberga una impresionante colección de arte moderno, incluyendo obras de artistas como Yves Klein y Niki de Saint Phalle. Otra opción es el Museo Matisse, dedicado al famoso pintor Henri Matisse, quien vivió en Niza durante muchos años.
Para relajarnos y disfrutar del sol, la playa de Villefranche-sur-Mer, a solo unos minutos en tren desde Niza, es un lugar perfecto para pasar la tarde. Sus aguas cristalinas y su tranquila atmósfera la convierten en una playa idílica para nadar y relajarse.
Al atardecer, volvemos a Niza para disfrutar de las vistas panorámicas desde el Parque de la Colina del Castillo una vez más. La ciudad se ilumina con luces doradas, creando un ambiente mágico y romántico.
Nuestra jornada en Niza culmina con una cena en uno de los restaurantes con encanto del Vieux Nice. Las opciones gastronómicas son infinitas, desde la cocina tradicional francesa hasta la influencia de la cocina italiana cercana.
Una visita de 24 horas en Niza es un viaje inolvidable a la belleza de la Costa Azul. Desde paseos por la playa hasta explorar la arquitectura histórica, disfrutar de la gastronomía local y sumergirse en la cultura artística de la ciudad, Niza ofrece una experiencia turística única y completa que dejará a los visitantes con recuerdos preciosos de la Costa Azul.
La Ciudad de México, conocida como el corazón palpitante de México, es una metrópolis llena de historia, cultura y una energía inigualable. Aunque 24 horas pueden parecer insuficientes para explorar todo lo que esta ciudad tiene para ofrecer, es posible sumergirse en su esencia y disfrutar de algunos de sus destinos más destacados en un día.
La jornada comienza temprano en el corazón de la ciudad, el Zócalo, una de las plazas más grandes del mundo. Aquí se encuentra la majestuosa Catedral Metropolitana, una impresionante obra maestra arquitectónica que combina estilos gótico, barroco y neoclásico. Adentrarse en esta catedral es sumergirse en la historia colonial de México y admirar sus espléndidos altares y detalles intrincados.
Justo al lado de la catedral se encuentra el Palacio Nacional, sede del gobierno mexicano y hogar de los famosos murales de Diego Rivera. Estas obras de arte impresionantes cuentan la historia de México, desde la época prehispánica hasta la Revolución Mexicana, y son una visita obligada para los amantes del arte y la historia.
Continuando el recorrido, es hora de sumergirse en el pasado prehispánico de México en el Templo Mayor, ubicado en el centro histórico. Este sitio arqueológico revela los vestigios de la antigua ciudad azteca de Tenochtitlán y ofrece una visión fascinante de la cultura y la civilización precolombina.
Para el almuerzo, la calle Madero es el lugar ideal para probar la deliciosa gastronomía mexicana. Aquí, los visitantes pueden disfrutar de antojitos tradicionales como tacos, quesadillas y tamales, enriqueciendo su experiencia culinaria con los sabores auténticos de México.
Después del almuerzo, es hora de visitar uno de los museos más emblemáticos de la ciudad: el Museo Frida Kahlo, también conocido como la Casa Azul. Esta casa-museo ofrece una visión íntima de la vida y el arte de la famosa pintora mexicana Frida Kahlo. Explorar sus pinturas, su estudio y su jardín es descubrir la pasión y el legado de esta icónica figura.
El siguiente destino es el barrio de Coyoacán, un lugar lleno de encanto y bohemia. Aquí se encuentra la Plaza Hidalgo, rodeada de cafés, restaurantes y tiendas artesanales. El Mercado de Coyoacán es un lugar perfecto para probar sabores locales y comprar recuerdos únicos.
Para disfrutar de las vistas panorámicas de la ciudad, subir al mirador de la Torre Latinoamericana es imprescindible. Desde la cima de este rascacielos icónico, se puede admirar el horizonte de la Ciudad de México y apreciar su inmensidad y diversidad.
El día culmina con una visita al Bosque de Chapultepec, uno de los parques urbanos más grandes del mundo. Aquí se encuentran el Castillo de Chapultepec, un antiguo palacio que ahora alberga el Museo Nacional de Historia, y el famoso Museo de Antropología, uno de los mejores museos del mundo dedicados a la cultura mexicana y prehispánica.
Explorar la Ciudad de México en 24 horas es una experiencia vertiginosa llena de historia, arte y sabores auténticos. Aunque solo es posible arañar la superficie de todo lo que esta ciudad tiene para ofrecer, esta breve visita permite sumergirse en su vibrante esencia y apreciar algunos de sus tesoros más destacados. La Ciudad de México espera a los viajeros con los brazos abiertos, invitándolos a dejarse llevar por su energía inigualable y a regresar para descubrir más de sus maravillas.
Sevilla, la hermosa capital de Andalucía, es una ciudad llena de historia, cultura y encanto. Aunque 24 horas pueden parecer poco tiempo para explorar todo lo que Sevilla tiene para ofrecer, es posible capturar la esencia de esta joya española y disfrutar de algunos de sus tesoros más destacados en un día.
La jornada comienza temprano en la imponente Catedral de Sevilla, una de las catedrales góticas más grandes del mundo. La Giralda, su famoso campanario, ofrece una vista panorámica de la ciudad y es un punto de partida perfecto para contemplar la belleza de Sevilla desde las alturas. Al descender, el interior de la catedral revela un impresionante legado de arte sacro, incluyendo el sepulcro de Cristóbal Colón.
Continuando el recorrido, es hora de explorar el Real Alcázar de Sevilla, un palacio real declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los exquisitos jardines, los intrincados detalles arquitectónicos y los patios llenos de flores son un testimonio de la rica historia y la influencia morisca de la ciudad. Sumergirse en la belleza del Alcázar es una experiencia inolvidable que transporta a los visitantes a tiempos pasados de esplendor y elegancia.
Para el almuerzo, nada mejor que probar la auténtica cocina sevillana. Los bares de tapas son una parte integral de la cultura gastronómica de la ciudad, y Triana es el lugar perfecto para disfrutar de una auténtica experiencia de tapeo. Saborear deliciosas tapas como el salmorejo, el pescaíto frito o las espinacas con garbanzos es una delicia para el paladar.
Después del almuerzo, es hora de explorar el famoso barrio de Santa Cruz, con sus estrechas calles empedradas y su encanto bohemio. Perderse en sus laberintos es descubrir plazas pintorescas, fachadas coloridas y rincones llenos de historia. La Plaza de España es un punto destacado, con su majestuoso diseño y sus azulejos vívidos que representan las provincias de España.
Un paseo por las orillas del río Guadalquivir es imprescindible. El río serpenteante y los puentes históricos ofrecen vistas panorámicas encantadoras de la ciudad. A lo largo del paseo, se puede admirar la Torre del Oro, una antigua torre defensiva que ahora alberga un museo naval.
La tarde culmina con una visita a la imponente Plaza de Toros de la Real Maestranza, una de las plazas de toros más antiguas y prestigiosas del mundo. Aquí, se puede aprender sobre la tradición y la pasión de la tauromaquia y explorar el museo taurino adjunto.
Para terminar el día, una cena en uno de los restaurantes con encanto del barrio de Triana es una excelente opción. Disfrutar de platos como el guiso de rabo de toro, las gambas al ajillo o el flamenquín es una forma deliciosa de completar la experiencia culinaria sevillana.
Sevilla es una ciudad que cautiva a sus visitantes con su historia, su cultura y su encanto. Aprovechar al máximo 24 horas en Sevilla implica una cuidadosa selección de los lugares más destacados. Desde los monumentos históricos hasta los rincones pintorescos, Sevilla ofrece una experiencia inigualable que deja una impresión duradera en todos aquellos que tienen la suerte de explorarla.
La ciudad de Berlín, capital de Alemania, es un destino turístico fascinante que alberga una rica historia, una vibrante cultura y una energía incomparable. Aunque es imposible experimentar todo lo que Berlín tiene para ofrecer en tan solo 24 horas, es posible aprovechar al máximo esta breve estancia y sumergirse en la esencia de la ciudad.
El día comienza temprano en la Puerta de Brandenburgo, uno de los símbolos más emblemáticos de Berlín y testigo de importantes eventos históricos. Aquí, uno puede contemplar su majestuosidad y aprender sobre su significado histórico. A medida que el sol se eleva sobre los altos pilares de la puerta, la atmósfera se llena de energía y emoción.
A pocos pasos de distancia se encuentra el Monumento al Holocausto, un conmovedor homenaje a las víctimas del Holocausto. Este vasto campo de estelas de hormigón invita a la reflexión y al recuerdo, y representa un importante recordatorio de los eventos trágicos del pasado.
Continuando el recorrido, es imprescindible visitar el Muro de Berlín, un símbolo de la división y reunificación de la ciudad. El East Side Gallery es una sección del muro que ha sido transformada en una galería al aire libre, donde artistas de todo el mundo han dejado su huella con coloridas obras de arte. Caminar por este tramo del muro es como navegar por la historia y el arte a la vez.
El siguiente destino es la Isla de los Museos, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Aquí se encuentran algunos de los museos más importantes de Berlín, como el Museo Pergamon, que alberga impresionantes antigüedades y monumentos arquitectónicos, y el Neues Museum, que exhibe tesoros como el famoso busto de Nefertiti. Aunque el tiempo es limitado, explorar uno de estos museos brinda una visión fascinante de la historia y el arte.
Una parada obligada para el almuerzo es el mercado de Hackescher Markt, un bullicioso lugar lleno de puestos de comida y restaurantes. Aquí se puede disfrutar de la variedad culinaria de Berlín, desde auténtica comida alemana hasta opciones internacionales.
Después de reponer energías, es hora de sumergirse en el vibrante ambiente de Kreuzberg, un barrio conocido por su diversidad cultural y su escena artística alternativa. Explorar las calles de Kreuzberg es adentrarse en una amalgama de galerías de arte, cafés bohemios y tiendas vintage. Este barrio encarna la esencia creativa y vanguardista de Berlín.
Para cerrar el día, una visita a la icónica Torre de la Televisión de Berlín es imprescindible. Situada en Alexanderplatz, esta torre ofrece una vista panorámica impresionante de la ciudad. Observar la puesta de sol sobre los tejados de Berlín es un momento mágico que deja una impresión duradera.
Una visita de 24 horas a Berlín puede ser intensa y emocionante. Aprovechar al máximo el tiempo requiere una selección cuidadosa de los lugares más emblemáticos y significativos de la ciudad. Desde los símbolos históricos hasta los barrios alternativos, Berlín ofrece una experiencia única que cautiva a sus visitantes. Explorar esta ciudad en un día es solo una probada de su riqueza cultural y su espíritu vibrante, invitando a los viajeros a regresar y sumergirse aún más en su encanto inigualable.
No podíamos elegir un destino mejor para nuestra segunda propuesta en la sección dedicada a descubrir un lugar durante 24 horas. Esta vez se convierte en todo un reto porque nuestra protagonista es la ciudad turística por excelencia en España y Europa. Benidorm, esa joya anclada a orillas del Mediterráneo, explota sus cinco sentidos pensando en el turismo y en ofrecer una oferta variada que atrape al viajero durante días. Justo ahí está el desafío, disfrutar de la urbe de los rascacielos durante sólo 24 horas… lo vamos a intentar.
Playas urbanas únicas, calas, parques temáticos, ocio nocturno, restauración, hoteles, cámpines, eventos, submarinismo… La paleta de opciones que nos encontramos al entrar a Benidorm es infinita, nunca antes un destino turístico puso tanto empeño en agradar al visitante. La llegada siempre impresiona, por muchas veces que hayamos venido, con ese característico skyline y su ubicación abrazando el mar.
Antes de empezar nuestra aventura hay un dato que me llama especialmente la atención. La capital de la Costa Blanca se codea en número de habitaciones hoteleras y pernoctaciones con Madrid y Barcelona. Un municipio con poco más de 115 millones de euros de presupuesto lucha en el pódium con las dos grandes ciudades españolas. Otro dato importante, la localidad aporta aproximadamente al PIB nacional el 1% . (Datos, todos ellos, antes de la pandemia).
Arrancamos nuestro viaje. No perdamos el tiempo que sólo tenemos por delante 24 horas en… Benidorm
Playas
Nuestra primera parada no puede ser otra. Entramos a la ciudad por la Avenida Comunidad Europea para acceder a la Avenida de Europa, una bajada que nos deja ver al fondo la Playa de Levante. Allí nos dirigimos. Es el arenal más turístico de la ciudad, el que nos muestran cada verano en las conexiones de las diferentes cadenas de televisión. La playa rezuma vida en cada tramo y el frente litoral que la acompaña es punto de paseo y ocio, desde la Sierra Helada hasta la Punta Canfali. Es temprano y caminamos los dos kilómetros de longitud que tiene mientras disfrutamos del azul del Mediterráneo, la fina arena, el devenir de turistas y esa temperatura que ofrece la zona gracias a su microclima. Es uno de los lujos que ofrece Benidorm, en apenas cuatro pasos dejas atrás edificios y te encuentras con una playa perfectamente preparada para su disfrute. No conozco arenales urbanos con la calidad que ofrecen las de esta ciudad. Me entretengo viendo como se preparan para un nuevo día cafeterías, restaurantes y pubs. Los de primera línea se transforman según pasan las horas, su adaptación consigue que el servicio pase del café y aperitivo a local de ocio nocturno.
La Playa de Levante es la más famosa de la ciudad pero no es mi favorita. Según llegamos al Castell descubrimos la otra parte de Benidorm con la impresionante Playa de Poniente como carta de presentación. Y aunque nuestro camino termine allí, antes quiero mostraros una pequeña joya de 120 metros, la Playa del Mal Pas. Uno de los espacios más bonitos de este rincón de la costa española, arropada por la Punta Canfali y junto al Club Náutico.
Nuestro camino continúa hasta el Parque de Elche para adentrarnos en el Paseo de Poniente convertido en un mirador constante gracias a su altura sobre la playa. Más de tres kilómetros de arena fina y de ambiente más tranquilo, aquí encontramos más gente de la zona dispuesta a disfrutar de esta ribera marítima, y que se pierde hacía el Tossal de la Cala.
Hay más litoral por descubrir. Calas como el Tío Ximo y la Almadraba en plena Sierra Helada, con arena jugueteando entre rocas, pero nos quedamos sin tiempo. Hemos consumido las dos primeras horas de nuestro viaje y queda mucho por disfrutar.
Parques de ocio
Terra Mítica, Aqualandia, Mundomar, Terra Natura y Aqua Natura. Esa es la oferta de parques de ocios que ofrece Benidorm a sus visitantes, 5 complejos ni más ni menos y un reclamo único en España para atraer al turismo familiar. Visitar cada uno de ellos resulta estimulante pero debemos decantarnos por una de las propuestas. En esta ocasión cogemos el coche y nos acercamos hasta el Rincón de Loix para pasar un rato en Mundomar. Siempre me ha llamado la atención la vegetación de este parque, un pequeño oasis donde admirar animales (especialmente acuáticos) y pensado para el disfrute de pequeños y mayores. Me dejo atrapar por las tortugas gigantes, lemures, delfines, papagayos, leones marinos… Nuestro paseo discurre por una pequeña subida y por senderos que se abren camino entre la vegetación y los espacios reservados para los animales. Las vistas sobre Benidorm mejoran según ascendemos y nos permiten divisar la ciudad al completo, sus rascacielos que se pierden al sur donde imponente se levanta el Hotel Bali. El parque ofrece más, como nadar con leones marinos o tener un encuentro con delfines pero el tiempo apremia. En una visita de 24 horas solo podemos descubrir uno de estos complejos. Otra opción similar sería Terra Natura, un zoo con todo tipo de animales y dónde la estrella es la elefanta Petita.
Para los que buscan emoción está Terra Mítica, el parque de atracciones que recorre la historia de Grecia, Egipto y Roma y que propone aventuras a bordo de Inferno, El Vuelo del Fénix, Cataratas del Nilo o Titadine, entre otros. Y los que disfrutan del agua disponen de dos opciones. La más juvenil: Aqualandia y sus impresionantes toboganes y atracciones acuáticas. Y la más familiar: Aqua Natura y su propuesta más tranquila donde los pequeños de la casa son los protagonistas. Sin darnos cuenta es la hora de comer. Toca movernos y avanzar en nuestro viaje.
Y para comer…
La búsqueda de un restaurante nos permite caminar por el centro de la ciudad y descubrir otra parte de Benidorm. Desde la conocida Plaza Triangular, o de la Hispanidad, hacia el Casco Antiguo donde los edificios son de 2 ó 3 alturas y era por donde discurría la vida de aquel pueblo pesquero que desconocía lo que le deparaba el futuro. Paseamos por la renovada Calle Gambo para llegar, subiendo por Martínez Alejos, a “La Creu” punto turístico por excelencia y que nos da paso a dos de las calles más transitadas de la ciudad: La Alameda y el Paseo de la Carretera. Dicen que si no has pasado por aquí es que no has visitado la ciudad. Encontramos una de las áreas gastronómicas más conocidas de Benidorm, la “zona de los vascos” repartida en dos calles y con un sinfín de propuestas entre pinchos, tapas, cartas de calidad y un ambiente festivo permanente. Aquí nos quedamos saltando de un local a otro y disfrutando de carnes y pescados del día.
Las opciones a la hora de comer en el municipio son múltiples, desde la calidad y elegancia de La Falúa, pasando por el histórico Ducado y con propuestas que te harán disfrutar en la mesa como la Posada del Mar, Casa Toni, Llum del Mar, Barranco… Además encontrarás opciones de comida mexicana, hindú, italiana o búlgara, entre otras.
Isla de Benidorm
No hay mejor manera de hacer la digestión que con la brisa del mar acariciando tu piel. En poco de más de cinco minutos a pie hemos llegado al Puerto. Pequeño y bonito, aquí no encontrarás lujosos yates ni grandes barcos pero sí la salida constante de pequeñas embarcaciones, motos acuáticas… También desde aquí nos llevarán a la Isla de Benidorm, conocida como Isla de los Periodistas. El viaje se convierte en una excursión en barco que nos permite ver desde el mar el skyline de la ciudad, tomar algo a bordo y maravillarnos con la visión submarina y los bancos de peces que acompañan la travesía. La Isla de Benidorm es todo un símbolo. Esa pieza clave que da personalidad a un litoral y que, además, ofrece un valor añadido. Valor en los ecológico con una fauna y flora destacada; valor en lo turístico porque la visita de viajeros a este islote es permanente y creciente; valor en submarinismo, dicen los expertos que es una de las joyas para este deporte en toda España. Al parecer su fondo submarino es espectacular. El viaje a la isla, el paseo y la vuelta nos han llevado unas tres horas… y lo que nos queda.
Castell de Benidorm
Nuestro viaje no puede terminar sin una parada en el Castell de Benidorm. Ese majestuoso mirador que se eleva entre las playas de Levante y Poniente y que se ha convertido en el punto más fotografiado de la ciudad. Estamos de suerte, la zona acaba de ser restaurada con el objetivo de poner en valor el Castell y la obtención de la calificación de Bien de Interés Cultural. Ahora, además de las impresionantes vistas, encontramos zonas acotadas con los restos del histórico castillo y un espacio abierto que en verano se llena de artistas, puestos y vida. Los cañones que en su día protegieron estas costas siguen siendo uno de los grandes protagonistas. Bajando de regreso al centro de la ciudad nos detenemos frente a la Iglesia de “Sant Jaume i Santa Anna” que data del s. XVIII y donde se encuentra la talla del la Virgen del Sufragio, patrona de Benidorm. La aparición de esa imagen, un 16 de marzo de 1740, cambió la historia de culto del municipio y hoy en día sigue siendo la motivación de las fiestas que se celebran en el municipio.
Ocio
El día se apaga y nos queda la sensación de dejarnos muchas cosas por el camino. Nos faltó una visita a Sierra Helada y al Tossal de la Cala, una parada en el Museo Boca del Calvari o asomarnos a la exposición sobre el “60 Aniversario del Festival de la Canción del Benidorm”… Mucho por ver pero satisfechos por un día que cerraremos con ocio. Esta ciudad te propone de todo y la noche la transforma en un vodevil multiescena protagonizado por jóvenes, adultos, maduros, gogós, stripers… Un deslumbrante mundo iluminado especialmente en dos lugares de Benidorm: la conocida como “zona guiri” y la Playa de Levante. Si bien la primera es más exótica y ofrece imágenes llamativas en cada uno de los rincones que te encuentras, nos decantamos por la segunda. Si la mañana la arrancábamos aquí, el día lo cerramos decidiendo el local donde tomar algo. Tenemos de todo… temática inglesa, pequeños bares, grandes locales… Una de las cosas que más me ha gustado siempre de esta ciudad es la mezcla de edades, aquí los grupos van desde jóvenes a veteranos sin ningún tipo de trauma. Mientras caminamos nos ofrecen chupitos y nos animan a bailar. Nos decantamos por el Moon Beach Club, algo me dice que nos lo vamos a pasar bien.
Se termina nuestro día. Lo de dormir lo dejo a vuestra elección, de hecho Benidorm tiene una de las mejores plantas hoteleras de España. Desde alojamientos modestos hasta grandes hoteles de cinco estrellas; desde el todo incluido hasta servicio VIP en habitaciones. En el mío se ve el mar, eso aquí casi es obligatorio. El último recuerdo es la playa vacía y la serenidad de una urbe que tiende a levantarse cada día como el más alto de sus rascacielos.
Estamos en Santander. La capital de Cantabria duerme tranquila frente al mar que bautiza esta región. Cada rincón merece una parada, una instantánea y un recuerdo en la memoria. Estamos de suerte, la ciudad que cuenta con menos de 200.000 habitantes, se antoja perfecta para disfrutar de ella 24 horas aunque según la vamos descubriendo entendemos que son tantas las joyas que esconde que un solo día nos dejará con ganas de más.
Nos ponemos cómodos y arrancamos nuestra propuesta para disfrutar de Santander en 24 horas, todo un reto.
La primera parada no tiene discusión. La península de la Magdalena es, sin lugar a duda, el espacio más especial de la capital. Una zona verde pensada como fortaleza que se abre buscando el mar y alejándose de la urbe. Un paseo entre sus árboles, un viaje en su famoso tren y un soberbio paisaje que se pierde en sus acantilados. No busques más, acabas de llegar al paraíso que culmina en lo más alto con el Palacio de la Magdalena. Residencia real de verano durante años, este sobrio edificio alberga hoy la sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, por lo que si vas en verano te encontrarás un ir y venir de jóvenes universitarios, y la presencia de ponentes de reconocido prestigio. Si en su día la presencia de Alfonso XIII atrajo nobleza y dinero a la ciudad, las casas señoriales de la zona lo atestiguan; hoy este espacio único alberga eventos de hípica, conciertos…
Seguimos fuera del casco urbano. El Faro de Cabo Mayor es un lugar perfecto para perderse. Posiblemente ofrece las mejores vistas de la costa santanderina con el verde como protagonista perdiéndose en una fusión perfecta con el azul del mar. El Faro de Cabo Mayor fue inaugurado en 1839 y tiene una altura de 91 metros, allí habitaron los fareros hasta 1935 cuando se construyó el edificio adyacente donde se ubicaron y residieron hasta el 2001. Ahora la edificación alberga el Centro de Arte Faro de Cabo Mayor donde se expone la obra de Sanz-Villar.
Hemos pasado media mañana y nos queda mucho por ver. Nos adentramos en la ciudad para visitar la Catedral de Santander construida entre finales del siglo XII y el XIV sobre las ruinas de un antiguo monasterio de la época romana. De estilo gótica se ubica en la cima de una colina y se restauró casi por completo tras el gran incendio que sufrió el centro de Santander en 1941. Un detalle, en el interior de la Catedral está la tumba de Menéndez Pelayo, escritor e historiador.
No todo lo que podemos visitar en la ciudad es de siglos pasados, una muestra de ellos es el Centro Botín. Ubicado en un edificio futurista diseñado por el arquitecto italiano Renzo Piano. Pintura, escultura, fotografía… Con presencia de artistas internacionales como Carlos Garaicoa o Mona Hatoum. El Centro Botín se inauguró en el año 2017 y cuenta con espacios dedicados a actividades educativas. Su ubicación es una locura, en plena bahía de Santander te permite tomar fotografías magníficas.
Es hora de comer. La gastronomía de la capital de Cantabria ofrece mil posibilidades de calidad. Mientras nos decidimos por una opción descubrimos espacios llenos de vida y buena cocina, tanto para picar como para disfrutar con mesa y mantel. Paseamos por la Plaza de Pombo, Cañadío, los Mercados del Este y de la Esperanza, la Plaza Porticada… Aunque nos decantamos por La Vinoteca, uno de los mejores restaurantes de la ciudad, las opciones van desde el mítico La Bombi, las marisquerías del Barrio Pesquero, las propuestas de cocina de autor hasta los tradicionales donde degustar cocido montañés y platos típicos de la zona.
La tarde se presenta tranquila. Tenemos que seleccionar visitas porque es imposible llegar a todo lo que nos gustaría ver de Santander. Pero hay un lugar que no nos podemos perder, el Museo Marítimo del Cantábrico, un espacio que forma parte del frente marítimo de la ciudad. Aquí nos adentramos en las profundidades de la biología marina , la etnografía pesquera , la historia y la tecnología del cantábrico y su proyección hacia el mundo. El Museo marítimo del Cantábrico nos sorprende con grandes y modernos acuarios con más de 3.000 metros cuadrados de exposición donde queda patente la relación del ser humano con el mar.
La tarde cae en Santander. Nuestra última escapada es un paseo por las playas de la ciudad. Tenemos un sinfín de arenales donde perdernos. El Camello, Virgen del Mar, Los Peligros, La Magdalena, Rosalinda, Bikini, La Concha, Primera y Segunda de El Sardinero, Los Molinucos, El Bocal, Mataleñas y La Maruca. Todas ellas con esa fina arena que caracteriza al cantábrico, todas con su encanto especial. Nos decantamos por el Sardinero, son 2 y constituyen las más extensas y visitadas de la ciudad. Cuando baja mucho la marea se convierten en una, un espectáculo de costa digno de una ciudad como Santander.
Terminamos la visita camino de nuestros hotel, hay muchas opciones y de gran calidad, y nos queda la sensación de dejar mucho por ver… Será en otra visita.