Sabores del sur, un viaje gastronómico por los destinos imperdibles de sudamérica

Redacción (Madrid)

Sudamérica es un continente vibrante no solo por su diversidad cultural y paisajística, sino también por su rica y variada gastronomía. Desde los Andes hasta la selva amazónica, pasando por costas y pampas, la comida aquí es una experiencia sensorial que mezcla ingredientes ancestrales con técnicas modernas. Si eres amante del buen comer, este continente es una parada obligatoria. A continuación, presentamos una selección de los mejores destinos culinarios para disfrutar de una experiencia gastronómica inolvidable en Sudamérica.


En la última década, Lima se ha consolidado como el epicentro culinario de Sudamérica. Con restaurantes como Central de Virgilio Martínez (considerado uno de los mejores del mundo), Maido y Astrid y Gastón, la ciudad ofrece una fusión perfecta entre tradición y vanguardia. La cocina peruana, con ingredientes como el ají amarillo, la papa nativa y el pescado fresco del Pacífico, ha sabido conquistar paladares globales. No hay que irse sin probar un ceviche clásico o un lomo saltado bien ejecutado.


La capital argentina, Buenos Aires, es famosa por su cultura del asado y sus cortes de carne de res, pero hay mucho más que explorar. Restaurantes como Don Julio o El Preferido de Palermo elevan la parrilla a una forma de arte. Además, la ciudad ha vivido un auge de cocinas de autor y propuestas gourmet que reinterpretan la cocina criolla y mediterránea. No todo es carne: empanadas, pastas caseras y helados artesanales forman parte esencial del recorrido.


Aunque Río de Janeiro acapara muchas miradas, São Paulo es el verdadero gigante gastronómico brasileño. Su diversidad étnica se refleja en una oferta culinaria que va desde la cocina italiana y japonesa hasta la tradicional feijoada o el virado à paulista. Restaurantes como D.O.M. de Alex Atala, pionero en el uso de ingredientes amazónicos, han puesto a Brasil en el mapa de la alta cocina mundial.


Chile ha comenzado a destacarse en el panorama gastronómico internacional, y Santiago lidera esta transformación. Aquí se puede disfrutar de productos únicos como el loco, el piure o los vinos del Valle de Colchagua. Restaurantes como Boragó, del chef Rodolfo Guzmán, son pioneros en utilizar ingredientes autóctonos con técnicas contemporáneas. La gastronomía chilena es un homenaje al territorio, desde el desierto de Atacama hasta los fiordos del sur.


Cartagena es una joya no solo por su arquitectura colonial y su mar turquesa, sino también por su cocina afrocaribeña. La ciudad ha visto nacer una escena gastronómica vibrante que rescata sabores tradicionales como el arroz con coco, el mote de queso o los mariscos frescos. Lugares como Celele, en el barrio Getsemaní, han revolucionado la forma en que se presenta la cocina del Caribe colombiano, sin perder su esencia popular. Comer en Sudamérica no es solo satisfacer el apetito, sino una forma de conocer su historia, sus pueblos y sus paisajes.


Dulce herencia: los postres tradicionales de Cuba que endulzan la cultura

Redacción (Madrid)

Cuba no solo se reconoce por su música vibrante, su café intenso y sus paisajes caribeños. En la mesa de los cubanos, entre conversaciones familiares y sobremesas largas, hay un rincón reservado para el dulce. Los postres tradicionales de la isla son reflejo de su historia, de su mestizaje cultural y de la inventiva del cubano, que ha sabido transformar ingredientes humildes en verdaderas joyas de sabor.

Entre cazuelas, caña y coco

Uno de los pilares de la repostería cubana es el uso de ingredientes autóctonos y asequibles: yuca, boniato, coco, guayaba, calabaza y, por supuesto, azúcar. La caña ha sido protagonista desde tiempos coloniales y aún reina en las cocinas rurales y urbanas.

El dulce de coco rallado, cocido lentamente en almíbar, es un clásico que se sirve frío y puede llevar canela, clavo o incluso leche condensada para una textura más cremosa. En zonas del oriente cubano, se prepara con trozos de guayaba, creando un contraste entre acidez y dulzura que encanta.

Dulce de coco rallado, un postre típico de Cuba, Lugares y Más

Flan, el rey indiscutible

Si hay un postre que une a generaciones, ese es el flan cubano. A diferencia de versiones más ligeras, el flan criollo se prepara con leche condensada, leche evaporada y huevos, lo que da como resultado una textura densa y aterciopelada. El caramelo oscuro que lo cubre es casi una declaración de intenciones: aquí no se escatima en sabor.

Variantes modernas incluyen flan de calabaza, de café o incluso de coco, pero el tradicional siempre tiene un lugar de honor en las celebraciones.

Cascos de guayaba y queso: la pareja perfecta

Pocas combinaciones han conquistado tanto el paladar cubano como los cascos de guayaba con queso crema. Los cascos, cocidos en almíbar, se sirven fríos y se acompañan con un trozo de queso, en una mezcla que armoniza lo dulce y lo salado con total naturalidad.

Este postre, sencillo y elegante, aparece tanto en casas humildes como en restaurantes de alta cocina que buscan rescatar sabores patrimoniales.

Buñuelos y torrejas: del pasado colonial al presente festivo

Los buñuelos cubanos, elaborados con masa de yuca o boniato, toman forma de ochos antes de ser fritos y bañados en almíbar especiado. Su presencia es típica en épocas navideñas, cuando las abuelas lideran la cocina y los aromas inundan los barrios.

Otro postre de inspiración española son las torrejas, rebanadas de pan del día anterior empapadas en leche, huevo y fritas, que luego se sumergen en almíbar. Una delicia que aprovecha todo y no desperdicia nada, fiel al espíritu cubano.

El dulce como identidad

Más que simples recetas, los postres tradicionales cubanos son un vehículo de memoria. Cada cucharada lleva el sabor de la abuela, el eco de la infancia, el ingenio frente a la escasez y el orgullo por lo propio. En un país donde compartir es ley no escrita, el dulce no solo endulza, también une.

La hora más dulce, los mejores lugares para merendar en España

Redacción (Madrid)
España es un país que sabe disfrutar de las pausas, y pocas son tan dulces como la merienda. Aunque no tiene la fama internacional del desayuno o la cena, la merienda en España es casi un ritual, un momento de encuentro entre amigos, un respiro a media tarde o un pequeño lujo cotidiano. Y hay lugares que elevan esa costumbre a una experiencia memorable, con propuestas que combinan tradición, creatividad y buen gusto.

En Madrid, La Duquesita, pastelería centenaria recuperada por Oriol Balaguer, ofrece una merienda digna de reyes. Sus croissants de mantequilla y sus pastelitos de chocolate o frutas son una obra de arte, acompañados por cafés cuidados y una atmósfera que huele a historia y elegancia. No muy lejos, en el barrio de Malasaña, HanSo Café reinterpreta la merienda en clave moderna, con bollería artesanal y bebidas de especialidad que atraen a quienes buscan una experiencia más contemporánea.

En Barcelona, la tradición catalana encuentra su mejor versión en Escribà, la histórica pastelería del Paral·lel que lleva más de un siglo endulzando la ciudad. Aquí, una merienda puede incluir desde un xuixo de crema hasta un trozo de tarta Sacher, todo presentado con un toque artístico. Para quienes prefieren lo saludable sin renunciar al sabor, Brunch & Cake ofrece opciones con frutas, granolas caseras y panes integrales, en un entorno fresco y desenfadado.

Más al norte, en San Sebastián, merendar también es un placer elevado. En Pastelería Otaegui, con vistas al casco antiguo, los bizcochos esponjosos y las trufas de chocolate se acompañan con un café servido con calma, como todo lo que ocurre en esta ciudad que venera la gastronomía. En Oviedo, Camilo de Blas mantiene viva la tradición con su mítica moscovita, una delicia de almendra y chocolate que se ha vuelto símbolo de la merienda asturiana.

Andalucía también tiene lo suyo. En Sevilla, La Campana es sinónimo de historia y dulzura. Desde 1885, sus vitrinas repletas de dulces árabes, hojaldres y merengues invitan a detenerse y saborear con pausa. En Granada, una merienda en el Mirador de Morayma ofrece no solo postres caseros, sino también una vista privilegiada de la Alhambra, convirtiendo el momento en un recuerdo imborrable.

La merienda en España es más que un tentempié: es una expresión cultural, una excusa para conversar, un puente entre el día y la noche. Desde los salones clásicos hasta los cafés de autor, el país ofrece infinitas formas de disfrutarla. Y en cada ciudad, en cada esquina, siempre habrá un lugar donde el tiempo parece detenerse frente a una taza caliente y un bocado dulce.

Los platos más exquisitos de la gastronomía cubana. Alguno te va a sorprender

Redacción (Madrid)
La gastronomía cubana es el resultado de un mestizaje profundo que combina herencias españolas, africanas, caribeñas e incluso chinas. Más allá de los clásicos conocidos por el turismo, hay una riqueza culinaria que sorprende por su variedad, intensidad de sabores y conexión con la historia del país. En cada plato se siente la memoria colectiva, la creatividad frente a la escasez y la pasión por el buen comer, aún en contextos adversos.

Uno de los platos más representativos es el ropa vieja, elaborado con carne de res deshebrada en una salsa espesa de tomate, pimientos y cebolla. Su nombre evoca la imagen de los hilos de carne que recuerdan trapos rotos, pero su sabor es cualquier cosa menos desaliñado. Se suele acompañar con arroz blanco y plátanos maduros fritos, una combinación que equilibra lo salado con lo dulce en perfecta armonía. Este plato, aunque humilde en origen, es hoy símbolo nacional.

El ajiaco es otro estandarte de la cocina cubana que merece más atención. Este guiso espeso y generoso mezcla carnes con una variedad de viandas como yuca, boniato, plátano y maíz, cocinadas lentamente hasta fundirse en una sopa sabrosa y reconfortante. El ajiaco tiene raíces taínas y coloniales, y su receta cambia de una región a otra, lo que demuestra su carácter flexible y profundamente criollo. Comer un buen ajiaco es como viajar en el tiempo.

Entre los platos que más sorprenden a los visitantes está el tamal en cazuela, que se diferencia del tradicional tamal envuelto en hojas por servirse directamente en un guiso. El maíz tierno molido se cocina con trozos de carne de cerdo, ajíes y especias hasta lograr una textura cremosa y envolvente. Es un plato de sabor intenso y de fuerte arraigo rural, que demuestra la versatilidad del maíz en la mesa cubana. Su preparación lenta y casera le da un valor especial.

También destacan delicias como el lechón asado, cocinado a fuego lento durante horas, habitualmente en fechas festivas. La piel crujiente y la carne jugosa, sazonada con mojo —una mezcla de ajo, naranja agria y especias—, convierten este plato en el rey de cualquier celebración. En contraste, la yuca con mojo, sencilla pero infalible, sirve como acompañante esencial, y demuestra cómo un tubérculo puede alcanzar alturas inesperadas de sabor.

Pero quizás la sorpresa más inesperada llega con los postres. El dulce de coco rallado con canela y clavo de olor o el boniatillo, hecho de boniato dulce, azúcar y especias, conquistan por su intensidad. En una tierra donde el azúcar fue reina económica, el dominio de los postres es indiscutible. En definitiva, la gastronomía cubana no solo alimenta el cuerpo, sino que narra la historia de un pueblo que ha sabido reinventarse en la mesa, plato a plato.

Portugal a mordiscos, un viaje por sus mejores mesas

Redacción (Madrid)
Portugal, además de sus paisajes deslumbrantes y su rica historia, ofrece una de las gastronomías más variadas y auténticas de Europa. Desde las tabernas tradicionales hasta los restaurantes de alta cocina, el país ibérico se ha ganado un lugar de honor en el mapa culinario mundial. Comer en Portugal no es solo una necesidad: es una experiencia que conecta con la identidad y el alma de su gente.

En Lisboa, el barrio de Alfama acoge pequeños restaurantes donde el bacalhau à brás y las sardinas asadas son protagonistas. Sitios como “Cervejaria Ramiro”, famoso por sus mariscos frescos, o “Time Out Market”, un mercado gastronómico donde los mejores chefs presentan sus creaciones, son paradas imprescindibles. La capital portuguesa combina tradición y modernidad en cada plato, con una oferta capaz de satisfacer todos los gustos.

Oporto, al norte, invita a un recorrido culinario igualmente fascinante. El “Café Santiago” es célebre por su francesinha, un sándwich contundente cubierto de queso y salsa picante. Para una experiencia más sofisticada, “DOP” del chef Rui Paula ofrece reinterpretaciones modernas de la cocina del Douro. Además, ningún visitante debería irse sin probar el vino de Oporto, preferiblemente en una de las históricas bodegas de Vila Nova de Gaia.

En el sur, el Algarve no solo deslumbra con sus playas, sino también con su cocina basada en el mar. Restaurantes como “Vila Joya”, con estrellas Michelin, presentan la fusión de productos locales con técnicas contemporáneas. Pero también es posible encontrar auténticos tesoros en las pequeñas aldeas pesqueras, donde platos como el arroz de marisco o la cataplana de almejas conservan los sabores más puros de la tradición.

Más al interior, en la región del Alentejo, la cocina se vuelve robusta y cargada de identidad. Restaurantes como “Fialho”, en Évora, son ejemplos perfectos del arte de preparar migas, cordero asado y embutidos de altísima calidad. El pan, el aceite de oliva y el vino del Alentejo forman una trilogía inseparable que acompaña casi todas las comidas y habla de la profunda conexión de esta tierra con su gastronomía.

Explorar Portugal a través de sus sabores es, sin duda, una de las formas más intensas de conocer el país. Desde una humilde tasca hasta un restaurante de renombre internacional, cada mesa ofrece una historia, una tradición y una forma distinta de entender la vida. Comer en Portugal no es simplemente una actividad turística: es una invitación a celebrar la sencillez, la generosidad y la pasión de su gente.

Los mejores lugares para comer en Sevilla, una guía de sabores inolvidables

Redacción (Madrid)
Sevilla, una ciudad conocida por su rica historia, arquitectura impresionante y vibrante cultura, también se destaca por su increíble gastronomía. En las últimas décadas, la capital andaluza ha experimentado un auge culinario que ha puesto a la ciudad en el radar de los amantes de la buena mesa. Desde bares de tapas tradicionales hasta restaurantes de alta cocina, Sevilla ofrece una variedad de opciones para todos los gustos. En este artículo, te llevamos a los seis mejores lugares para comer en la ciudad, donde la calidad, la creatividad y el sabor son protagonistas.

Comenzando con un clásico de la gastronomía sevillana, El Rinconcillo se presenta como uno de los bares de tapas más antiguos de la ciudad. Fundado en 1670, este local no solo es un referente histórico, sino también un lugar donde los sabores tradicionales de Andalucía se mantienen intactos. Su jamón ibérico, las croquetas caseras y el espinazo con garbanzos son solo algunas de las delicias que te esperan en este restaurante. El ambiente, con su decoración de azulejos y barriles de vino, te transporta a otro tiempo mientras disfrutas de una tapa bien acompañada de un vino de la región.

Si lo que buscas es una experiencia más moderna y vanguardista, Abantal es el lugar perfecto. Con una estrella Michelin, Abantal es el reflejo de la creatividad y la innovación en la cocina sevillana. El chef Julio Fernández, al frente del restaurante, ha logrado combinar ingredientes autóctonos con técnicas culinarias contemporáneas para ofrecer una carta única. Entre sus platos más destacados se encuentran la lubina con infusión de manzanilla y el arroz con liebre, dos ejemplos perfectos de cómo se puede reinterpretar la cocina tradicional de forma elegante y sorprendente.

Para quienes desean una comida que combine la tradición con un toque contemporáneo, La Azotea es un restaurante que nunca decepciona. Con varios locales en la ciudad, La Azotea se ha ganado una sólida reputación por su oferta gastronómica fresca y de calidad. Su carta se actualiza constantemente, siempre respetando los productos locales y de temporada. Uno de los platos más emblemáticos de La Azotea es su atún rojo con tomate, que resalta por su sencillez y sabor. Además, su ambiente acogedor y moderno hace de este restaurante un lugar ideal para una comida tranquila en el centro de Sevilla.

Si te apetece algo más informal pero igualmente delicioso, Bodeguita Romero es una parada obligatoria. Especializado en pescaíto frito, este pequeño local de barrio ha conquistado a sevillanos y turistas por igual. Sus camarones, calamares y, por supuesto, sus croquetas de pescaíto son los platos estrella. La bodega, con su ambiente tradicional, ofrece un menú perfecto para disfrutar de la auténtica cocina andaluza de forma relajada. Ideal para una comida rápida entre amigos o una cena informal después de un día de turismo.

Para aquellos que buscan una experiencia gastronómica más elegante, Eslava es uno de los restaurantes más aclamados de la ciudad. Con una estrella Michelin, este establecimiento se destaca por su excelente relación calidad-precio. El chef Curro Cánovas es conocido por su enfoque hacia la cocina de autor, donde la creatividad se fusiona con el respeto por los productos locales. Uno de los platos más representativos de Eslava es su famoso huevo a baja temperatura con boletus, un plato que refleja la perfección técnica del restaurante. Con un ambiente moderno y sofisticado, Eslava es el sitio ideal para una ocasión especial.

Sabores que cuentan historias, un viaje por las cocinas más fascinantes del mundo

Redacción (Madrid)
Hablar de gastronomía es sumergirse en la esencia cultural de un país. En todo el mundo, hay cocinas que han trascendido fronteras y se han convertido en verdaderos símbolos nacionales, admiradas por su sabor, tradición y creatividad. Aunque los gustos son subjetivos, hay ciertos países que, por la riqueza y diversidad de su oferta culinaria, destacan consistentemente como referentes gastronómicos a nivel mundial.

Italia es un emblema de la cocina universal. Su gastronomía se basa en ingredientes frescos, técnicas sencillas y una profunda conexión con el territorio. La pasta, la pizza, el risotto o el tiramisú son solo la punta del iceberg de una tradición regional muy marcada: cada zona ofrece sus propias especialidades, desde los embutidos toscanos hasta los mariscos sicilianos. Comer en Italia no es solo un placer, es un acto casi sagrado.

Francia representa la elegancia y la técnica en la cocina. Con una tradición que ha influido a chefs de todo el mundo, su gastronomía abarca desde platos rústicos como el boeuf bourguignon hasta creaciones refinadas como el foie gras o la ratatouille. La repostería francesa, con delicias como el croissant, la crème brûlée o los macarons, también forma parte esencial de su legado. En Francia, la mesa es un espacio de encuentro, cuidado y respeto por el arte de comer.

México ofrece una de las cocinas más ricas y complejas del planeta. Su gastronomía, reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, es el resultado de siglos de mezcla entre culturas indígenas y europeas. Ingredientes como el maíz, el chile, el frijol y el cacao forman la base de una infinidad de platos regionales. El mole poblano, los tacos al pastor, los tamales o el pozole son algunos de los ejemplos más populares de esta cocina vibrante y ancestral.

Japón, por otro lado, deslumbra por su precisión, estética y respeto a los ingredientes. Su cocina se caracteriza por el minimalismo y la frescura, destacando productos del mar y de temporada. El sushi y el sashimi son mundialmente conocidos, pero la gastronomía japonesa también incluye maravillas como el ramen, el tonkatsu o el miso. Cada plato refleja equilibrio, armonía y una filosofía de vida centrada en la simplicidad y la perfección.

Tailandia, Perú y España completan el cuadro de los países con cocinas excepcionales. La primera se distingue por sus sabores intensos y su habilidad para equilibrar lo dulce, lo picante, lo salado y lo ácido. Perú ha conquistado el mundo con una fusión única de culturas y productos autóctonos, elevando platos como el ceviche y el lomo saltado. España, por su parte, brilla tanto en lo tradicional como en la innovación, con una diversidad regional que abarca desde las tapas hasta la alta cocina vanguardista. Estos países demuestran que la comida no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma.

La comida cántabra y asturiana a debate, ¿cuál es mejor?

Redacción (Madrid)

En el norte de España, Cantabria y Asturias comparten paisajes verdes, tradiciones ancestrales y una pasión común: la buena mesa. Ambas regiones han desarrollado cocinas robustas y sabrosas, forjadas por el clima atlántico y la vida rural. Sin embargo, al comparar sus platos más emblemáticos, la gastronomía cántabra destaca por su equilibrio entre mar y montaña, su variedad y su identidad única.

Asturias es famosa por su fabada, un guiso de fabes (judías blancas) con chorizo, morcilla y panceta, que se ha convertido en un símbolo nacional. También destaca el pote asturiano, un cocido con berza, patata y compango, ideal para los días fríos.

Cantabria, por su parte, ofrece el cocido montañés, elaborado con alubias blancas, berza y compango, y el cocido lebaniego, que incorpora garbanzos de Potes, patatas, berza y un relleno de pan, huevo y chorizo. Estos platos reflejan la riqueza de la cocina cántabra y su capacidad para combinar ingredientes humildes en recetas sabrosas y reconfortantes.

La costa cántabra ofrece una variedad de pescados y mariscos que se traducen en platos como la marmita de bonito, también conocida como sorropotún, un guiso marinero con bonito del norte, patatas y verduras. citeturn0search21 Además, la captura del ‘campanu’, el primer salmón de la temporada en el río Pas, es una tradición que resalta la importancia del pescado en la dieta cántabra.

Asturias también cuenta con platos marineros, pero su cocina se asocia más comúnmente con carnes y embutidos.

En el ámbito de los postres, Asturias ofrece delicias como el mantecado de Avilés, recientemente recuperado como parte de su patrimonio gastronómico.

Cantabria, sin embargo, brilla con sus sobaos pasiegos y quesadas, que han trascendido las fronteras regionales y se han convertido en emblemas de la repostería española.

Ambas regiones ofrecen cocinas ricas y variadas, pero la gastronomía cántabra destaca por su equilibrio entre mar y montaña, su diversidad de platos y su capacidad para combinar tradición e innovación. Desde sus cocidos hasta sus pescados y postres, Cantabria ofrece una experiencia culinaria completa y auténtica que la posiciona como una referencia en la gastronomía española.

España a bocados, un banquete de estrellas y sueños culinarios

Redacción (Madrid)
España, tierra de sabores intensos, tradiciones milenarias y vanguardia culinaria, se ha consolidado como una de las potencias gastronómicas más influyentes del mundo. Desde los rincones más clásicos hasta los templos de la alta cocina, el país ofrece una diversidad de propuestas que despiertan todos los sentidos. En este recorrido, destacamos algunos de los mejores restaurantes de España, aquellos que no solo brillan por sus estrellas Michelin, sino también por su identidad única y su compromiso con la excelencia.

Dirigido por los hermanos Roca —Joan, Josep y Jordi— y ubicado en Girona, este restaurante es una joya de la cocina contemporánea. Con tres estrellas Michelin y múltiples reconocimientos internacionales, El Celler de Can Roca combina técnica, creatividad y memoria familiar en cada plato. Su carta es una sinfonía que honra los productos locales y la experimentación sensorial.

Elegancia serena en Girona, un templo donde la arquitectura acompaña al alma culinaria, Lugares y más

La mente irreverente y brillante de Dabiz Muñoz ha convertido a DiverXO en el único restaurante madrileño con tres estrellas Michelin. Aquí, la experiencia es tan teatral como culinaria. La fusión de sabores asiáticos, ibéricos y latinoamericanos desafía todas las convenciones, ofreciendo un menú degustación que cambia constantemente y que nunca deja indiferente.

Creado por tres exjefes de cocina de elBulli —Oriol Castro, Eduard Xatruch y Mateu Casañas— y ubicado en Barcelona, Disfrutar es un espectáculo de creatividad. Cada plato sorprende por su originalidad, técnica y presentación. Este restaurante, galardonado con tres estrellas Michelin, representa la evolución más audaz de la cocina de vanguardia española.

Con una propuesta que rinde tributo al Mediterráneo, el restaurante de Quique Dacosta en Dénia ha sido clave en la revolución culinaria del Levante. Su cocina es arte, territorio y emoción. Cada temporada presenta un nuevo concepto, donde el producto local y la innovación dialogan en armonía.

Luz, líneas limpias y Mediterráneo, el escenario perfecto para una cocina que emociona, Lugares y más

Enclavado en un entorno sostenible y rodeado de naturaleza, Azurmendi no solo ofrece una de las experiencias gastronómicas más destacadas del país, sino también una visión ecológica y ética de la cocina. Eneko Atxa, su chef, combina tradición vasca, alta cocina y compromiso medioambiental en cada plato.

España se encuentra en la cima de la gastronomía mundial gracias a chefs que han sabido transformar la tradición en arte, y al mismo tiempo, desafiar los límites de lo posible en la cocina. Más allá de las estrellas y los premios, lo que une a estos restaurantes es su profundo respeto por el producto, su amor por el oficio y su deseo de emocionar al comensal. Porque en España, comer no es solo alimentarse: es vivir una experiencia cultural, sensorial y, en muchos casos, inolvidable.

Un viaje a Cerdeña con el paladar, descubre su exquisita gastronomía mediterránea

Redacción (Madrid)

La gastronomía de Cerdeña es una de las joyas culinarias menos exploradas del Mediterráneo, un universo de sabores que fusiona la herencia de civilizaciones milenarias con la riqueza de sus paisajes. Esta isla italiana, conocida por sus playas paradisíacas y su cultura ancestral, ofrece una experiencia gastronómica auténtica que transporta al viajero a través del tiempo y el territorio.

Uno de los pilares de la cocina sarda es su fuerte raíz pastoral. La ganadería ha influido enormemente en la dieta local, con productos emblemáticos como el pecorino sardo, un queso de oveja con denominación de origen protegida que se presenta en diferentes niveles de curación. También es imprescindible el casu marzu, un queso fermentado de manera inusual con larvas de mosca del queso, considerado una delicia para los más atrevidos. Estas exquisiteces lácteas son el alma de muchas recetas tradicionales y un reflejo de la relación entre los sardos y su entorno natural.
En cuanto a los platos de la tierra, el porceddu es uno de los más representativos. Se trata de un lechón asado a fuego lento, condimentado con hierbas aromáticas como el mirto y el romero, que adquiere una piel crujiente y un interior jugoso. Acompañado de pane carasau, un pan fino y crujiente originario de los pastores, este manjar se convierte en una expresión pura de la identidad sarda.


Sin embargo, la cocina de Cerdeña no solo se nutre de la tierra; el mar también juega un papel crucial. En sus costas se capturan algunos de los productos más exquisitos del Mediterráneo, como la bottarga, un manjar elaborado con huevas de mujol secas y prensadas, que se ralla sobre pastas y ensaladas para aportar un sabor intenso y salino. Otro plato imprescindible es la fregola con frutos de mar, una pasta en forma de pequeñas bolitas de sémola tostada que se cocina como un risotto con mariscos frescos, creando una armonía de texturas y sabores.


Los postres sardos también merecen atención. El seadas es quizá el más icónico: una fritura rellena de queso de oveja fresco y cubierta con miel de corbezzolo, cuya combinación de dulce y salado deleita el paladar. Acompañado de un vaso de mirto, el licor local hecho a partir de bayas silvestres, esta experiencia dulce pone el broche de oro a cualquier comida sarda.
En definitiva, la gastronomía de Cerdeña es un reflejo de su historia, su geografía y su cultura. Cada bocado es una declaración de identidad, una oportunidad para sumergirse en los sabores de una isla que, aunque parte de Italia, conserva una esencia única e inimitable. Para los amantes del turismo gastronómico, Cerdeña es un destino que promete una experiencia sensorial inolvidable.