Las islas de Finistère, secretos del Atlántico y alma de Bretaña

Situada en la región de Bretaña, Francia, Finistère es una zona conocida por su costa salvaje y sus numerosas islas, cada una con su propia identidad y encanto. Estas islas han sido testigos de siglos de historia marítima, desde antiguos faros que guían a los marineros hasta pequeñas aldeas de pescadores que mantienen vivas las tradiciones bretonas. En este rincón del Atlántico, la naturaleza se muestra en su estado más puro, con acantilados abruptos, playas de arena blanca y aguas cristalinas.

La isla de Ouessant es la más grande y emblemática del mar de Iroise. Con su costa escarpada y su icónico faro de Creac’h, es un refugio para aves marinas y un destino ideal para quienes buscan paisajes impresionantes. En sus senderos se pueden recorrer antiguos molinos de viento y pequeñas casas de piedra que recuerdan su pasado agrícola. La isla ha sido durante siglos un punto estratégico para la navegación, y su Museo de Faros y Balizas ofrece una visión fascinante de su importancia marítima.

Más al sur, la isla de Sein se extiende como una estrecha franja de tierra en medio del océano, apenas elevándose sobre el nivel del mar. Su historia está marcada por el heroísmo de sus habitantes, quienes respondieron al llamado del general De Gaulle en 1940 y se unieron a la Resistencia. Sus calles estrechas y su puerto pintoresco crean una atmósfera única, mientras que el faro de Goulenez se alza como testigo silencioso de las tormentas que azotan la región.

La isla de Batz, frente a la costa de Roscoff, ofrece un paisaje más suave, con campos cultivados y un clima templado que permite el crecimiento de plantas exóticas en el jardín Georges Delaselle. Sus playas de arena fina y sus senderos costeros invitan a recorrerla con calma, disfrutando de la vista del continente en el horizonte. En contraste, el archipiélago de Glénan, con sus aguas turquesas y su arena blanca, parece un paraíso tropical en el corazón de Bretaña, atrayendo a navegantes y amantes del buceo.

Por último, la isla Vierge es famosa por su faro, el más alto de Europa construido en piedra, con una estructura imponente que se eleva 82,5 metros sobre el mar. Su interior, decorado con miles de azulejos de opalina, es un espectáculo en sí mismo. Como las demás islas de Finistère, es un símbolo de la relación profunda entre el hombre y el océano, un lugar donde la historia, la naturaleza y la cultura bretona se entrelazan para ofrecer una experiencia inolvidable.

La gastronomía cántabra, sabores del mar y la montaña

Redacción (Madrid)

La gastronomía cántabra es una de las más ricas y variadas de España, caracterizada por la combinación de productos del mar Cantábrico y los ingredientes de sus fértiles valles y montañas. La tradición culinaria de Cantabria se basa en platos elaborados con ingredientes frescos y naturales, reflejando la riqueza de su entorno y la herencia de generaciones de cocineros. Desde los pescados y mariscos de su costa hasta los contundentes guisos y carnes de sus montañas, la cocina cántabra es un festín para los amantes de la buena mesa.


Los ingredientes claves de la cocina cántabra

La diversidad geográfica de Cantabria permite una gran variedad de productos autóctonos de alta calidad, entre los que destacan:

Pescados y mariscos: La costa cántabra es rica en especies como el bonito del norte, la merluza, las anchoas y los percebes.

Carnes de la montaña: La ganadería es una parte esencial de la economía cántabra, destacando la carne de vaca tudanca, el lechazo y el cabrito.

Lácteos y quesos: Cantabria es famosa por sus quesos artesanales, como el queso de Liébana, el de Tresviso y el queso pasiego.

Legumbres y hortalizas: En los valles cántabros se cultivan excelentes alubias, patatas y hortalizas que son la base de muchos guisos tradicionales.

Dulces y repostería: Los sobaos pasiegos y la quesada son dos de los postres más representativos de la comunidad.

Rabas, la comida más tomada por los cántabros, Lugares y Más


Platos típicos de la gastronomía cántabra

Cocido Montañés: Uno de los platos más representativos de la cocina cántabra. Se elabora con alubia blanca, berza y diferentes tipos de carne de cerdo, como chorizo, morcilla y costilla. Es un plato contundente, perfecto para combatir el frío de las montañas.

Cocido Lebaniego: Similar al cocido montañés, pero con garbanzos en lugar de alubias. Se acompaña de carne de ternera, tocino, chorizo y morcilla, además de un relleno de pan, huevo y perejil.

Anchoas de Santoña: Las anchoas del Cantábrico son famosas por su sabor intenso y su textura delicada. Las de Santoña, elaboradas artesanalmente, son consideradas unas de las mejores del mundo. Se suelen consumir en aceite de oliva y acompañadas de pan o pimientos.

Marmita o Marmitak: Este guiso marinero tiene como ingrediente principal el bonito del norte, acompañado de patatas, pimientos, cebolla y tomate. Es un plato tradicional de los pescadores cántabros, cocinado a fuego lento en una marmita.

Sorropotún: Similar al marmitako, pero típico de la zona de San Vicente de la Barquera, este guiso se prepara con atún, patatas y verduras, resaltando los sabores del mar.

Carne de Tudanca: La vaca tudanca, raza autóctona de Cantabria, produce una carne de excelente calidad, apreciada por su sabor intenso. Se suele preparar a la parrilla o en guisos.

Rabas: Uno de los aperitivos más populares de Cantabria. Son calamares cortados en tiras y fritos en abundante aceite de oliva. Se sirven como tapa en casi todos los bares de la región.


Dulces y postres tradicionales

Sobaos Pasiegos: Dulce típico de los Valles Pasiegos, elaborado con mantequilla, huevos, harina y azúcar. Esponjoso y con un sabor inconfundible, es ideal para el desayuno o la merienda.

Quesada Pasiega: Otro postre emblemático de Cantabria, similar a una tarta de queso pero con un toque más esponjoso y un sabor suave a leche y canela.

Corbatas de Unquera: Dulces de hojaldre cubiertos con azúcar y glaseado, muy populares en la zona occidental de Cantabria.

Pantortilla de Reinosa: Dulce crujiente y caramelizado, típico de Reinosa, perfecto para acompañar con café o chocolate caliente.

Bebidas tradicionales

Orujo de Liébana: Un licor fuerte destilado a partir de los hollejos de la uva, típico de la comarca de Liébana.

Sidra Cántabra: Aunque menos conocida que la asturiana, la sidra cántabra tiene una gran tradición en la región.

Vinos de Cantabria: En zonas como Liébana se producen vinos con Denominación de Origen Protegida (DOP), como los tintos y blancos de la Tierra de Liébana.

Cartagena de Indias, historia, cultura y encanto en el corazón del Caribe

Redacción (Madrid)
Cartagena de Indias es una de las ciudades más emblemáticas de Colombia, una joya del Caribe que combina historia, cultura y paisajes impresionantes. Fundada en 1533 por Pedro de Heredia, esta ciudad portuaria ha sido testigo de batallas, saqueos y el florecimiento de una rica tradición cultural que la convierte en uno de los destinos turísticos más importantes de América Latina.

El centro histórico, conocido como la Ciudad Amurallada, es un laberinto de calles empedradas, balcones coloniales y plazas llenas de vida. Las murallas y fuertes que rodean esta zona, como el Castillo de San Felipe de Barajas, fueron construidos para defenderse de piratas y ataques enemigos durante la época colonial. Hoy, estos monumentos son símbolos del pasado heroico de Cartagena y ofrecen vistas impresionantes del mar Caribe y de la ciudad moderna que crece a su alrededor.

Más allá de su legado histórico, Cartagena es también un destino vibrante gracias a su gente, su gastronomía y su cultura. El barrio de Getsemaní, que alguna vez fue un área popular para la resistencia local durante la Independencia, es ahora un centro artístico con murales coloridos, bares bohemios y una energía inigualable. La comida cartagenera, influenciada por las tradiciones africanas, indígenas y españolas, ofrece sabores únicos en platos como el arroz con coco, la posta cartagenera y las arepas de huevo.

Las playas y el entorno natural también forman parte del atractivo de Cartagena. A poca distancia en lancha se encuentran las islas del Rosario y Barú, paraísos tropicales de aguas cristalinas y arena blanca ideales para el descanso y el buceo. Estos destinos contrastan con la Cartagena urbana, ofreciendo una escapada perfecta para quienes buscan relajarse en un entorno natural impresionante.

Cartagena de Indias es una ciudad que cautiva con su historia, su gente y su belleza inigualable. Caminar por sus calles es viajar en el tiempo, mientras que su vibrante cultura y su entorno caribeño la convierten en un lugar que deja huella en todos los que la visitan.

La gastronomía andaluza, un viaje de sabores y tradición

La gastronomía andaluza es una de las más ricas y variadas de España, reflejando la influencia de múltiples culturas que han habitado la región a lo largo de los siglos. Desde los romanos hasta los árabes, pasando por la herencia cristiana y la llegada de productos del Nuevo Mundo, Andalucía ha sabido fusionar estos elementos para crear una cocina única y reconocida a nivel internacional. Su clima mediterráneo, la riqueza de sus tierras y su proximidad al mar han permitido el desarrollo de una tradición culinaria basada en ingredientes frescos y recetas con siglos de historia.

Ingredientes claves de la cocina andaluza

La base de la gastronomía andaluza se encuentra en productos autóctonos de alta calidad:
Aceite de oliva virgen extra: Andalucía es el mayor productor mundial de aceite de oliva, considerado el «oro líquido» de su cocina. Se utiliza en la mayoría de sus platos, ya sea para freír, aliñar o cocinar a fuego lento.

Pescados y mariscos: Gracias a su extensa costa, Andalucía ofrece una gran variedad de productos del mar, como boquerones, atún rojo, gambas blancas de Huelva y el célebre «pescaíto frito».

Jamón ibérico: Especialmente el de Jabugo, en Huelva, es uno de los manjares más preciados de la gastronomía andaluza.

Frutas y hortalizas: La huerta andaluza es famosa por productos como tomates, pimientos, naranjas y almendras, que forman parte fundamental de muchas recetas.

Especias y hierbas: La influencia árabe dejó un gran uso de especias como el comino, el cilantro y el azafrán, que aportan aromas y sabores característicos.

Salmorejo, un plato típico de Andalucía, Lugares y Más

Platos típicos de la gastronomía andaluza

1. Gazpacho y salmorejo

El gazpacho es una de las sopas frías más icónicas de Andalucía. Elaborado con tomate, pepino, pimiento, ajo, pan, aceite de oliva y vinagre, es una receta refrescante perfecta para los calurosos veranos andaluces. Su variante, el salmorejo cordobés, es más espeso y se acompaña de jamón y huevo duro.

2. Pescaíto frito

Uno de los grandes emblemas de la cocina andaluza, especialmente en las zonas costeras. Se trata de una fritura crujiente y dorada de pequeños pescados como boquerones, acedías, calamares o chocos, rebozados en harina y fritos en aceite de oliva.

3. Flamenquín cordobés

Este plato, originario de Córdoba, consiste en un rollo de lomo de cerdo relleno de jamón serrano, empanado y frito. Su versión más moderna incorpora queso, lo que lo hace aún más delicioso.

4. Espetos de sardinas

En la Costa del Sol, es común ver los tradicionales espetos de sardinas asándose en barcas convertidas en parrillas junto a la playa. Las sardinas se ensartan en cañas y se cocinan a la brasa, logrando un sabor ahumado inconfundible.

5. Rabo de toro

Este guiso, típico de Córdoba, se elabora con cola de toro o vaca, cocida a fuego lento con vino tinto, verduras y especias. El resultado es una carne melosa y llena de sabor.

6. Migas andaluzas

Plato humilde pero contundente, las migas se preparan con pan duro desmenuzado y frito con ajos, pimientos, chorizo, panceta y, en algunas zonas, uvas o melón para aportar contraste de sabores.

7. Huevos a la flamenca

Un plato tradicional servido en cazuela de barro, donde los huevos se cocinan al horno sobre una base de tomate, guisantes, chorizo y jamón. Es un plato colorido y lleno de sabor.

Dulces y postres tradicionales

La repostería andaluza también refleja la influencia árabe, con el uso de miel, almendras y especias. Algunos de los dulces más emblemáticos son:

Pestiños: Masa frita con miel, muy consumida en Semana Santa.

Torrijas: Similar a la «French toast», este pan empapado en leche, huevo y azúcar se fríe y se espolvorea con canela.

Polvorones y mantecados: Dulces navideños de Estepa y Antequera, elaborados con manteca de cerdo, harina y azúcar.

Yemas de San Leandro: Un dulce de convento típico de Sevilla, hecho con yema de huevo y azúcar.

Bebidas tradicionales

La gastronomía andaluza no estaría completa sin sus bebidas típicas. Algunas de las más representativas son:

Vinos de Jerez: Como el fino, la manzanilla y el amontillado, son famosos en todo el mundo por su proceso de envejecimiento único.

Rebujito: Mezcla de manzanilla o fino con gaseosa, muy popular en ferias y fiestas.

Sangría y tinto de verano: Bebidas refrescantes a base de vino tinto, frutas y gaseosa o limonada.

Café con Hielo: Muy consumido en verano, especialmente en Sevilla y Córdoba.

Luang Prabang, la esencia espiritual y cultural de Laos

Redacción (Madrid)
Luang Prabang, en el norte de Laos, es una ciudad que combina historia, cultura y naturaleza en un entorno idílico a orillas del río Mekong. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995, representa la fusión entre la arquitectura tradicional laosiana y la influencia colonial francesa. Sus templos dorados, mercados vibrantes y paisajes impresionantes la convierten en un destino imprescindible en el sudeste asiático.

Antigua capital del Reino de Lan Xang (1353-1545), Luang Prabang fue durante siglos el centro espiritual y cultural de Laos. Su nombre proviene del Buda Prabang, una estatua sagrada que simboliza la protección de la ciudad. Aunque perdió su estatus de capital en el siglo XVI, siguió siendo un importante enclave religioso. Durante el período colonial francés (1893-1954), se construyeron elegantes edificios europeos que aún hoy embellecen sus calles.

Los templos budistas son uno de los mayores atractivos de la ciudad. Wat Xieng Thong, construido en el siglo XVI, es un ejemplo excepcional de la arquitectura laosiana con su techo inclinado y mosaicos dorados. Wat Mai, con su impresionante fachada dorada, fue la residencia del jefe supremo del budismo laosiano. Wat Visoun, el templo más antiguo de la ciudad, alberga una estupa con forma de sandía.

El ritual de la entrega de limosnas, conocido como “Tak Bat”, es una de las experiencias más emblemáticas. Al amanecer, cientos de monjes vestidos de naranja recorren las calles en silencio, recibiendo ofrendas de los habitantes locales y visitantes. Este acto refleja la fuerte conexión espiritual de la ciudad con el budismo.

El monte Phousi ofrece una vista panorámica de Luang Prabang y el Mekong, especialmente al atardecer. La subida de más de 300 escalones recompensa con una perspectiva inigualable de la ciudad y sus alrededores.

Las cascadas Kuang Si, a unos 30 kilómetros de la ciudad, son un paraíso natural con aguas turquesas y piscinas naturales donde los visitantes pueden nadar. Rodeadas de una exuberante vegetación, son un lugar ideal para relajarse y disfrutar de la belleza natural de Laos.

La lonja de la seda de Valencia, un viaje al corazón del comercio medieval

Redacción (Madrid)

En el corazón de Valencia, entre calles que respiran historia y tradición, se erige una de las joyas arquitectónicas más impresionantes de España: La Lonja de la Seda. Este majestuoso edificio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996, es mucho más que una construcción gótica; es un testimonio vivo del esplendor mercantil de la Valencia del siglo XV y una parada obligatoria para cualquier viajero que desee sumergirse en la grandeza del pasado.

Durante el siglo XV, Valencia experimentó su Siglo de Oro, un período de gran prosperidad económica y cultural. La ciudad se convirtió en un centro comercial clave del Mediterráneo, y la seda era uno de sus productos más preciados. Para facilitar las transacciones y garantizar la transparencia en los acuerdos, se construyó la Lonja, una auténtica catedral del comercio donde los mercaderes cerraban negocios y firmaban contratos en un ambiente de confianza y prestigio.

El edificio, diseñado por el arquitecto Pere Compte, es un ejemplo sublime del gótico civil valenciano. Su estructura, con grandes salas y columnas helicoidales que evocan palmeras de piedra, refleja no solo la riqueza de la ciudad, sino también su compromiso con la justicia y la ética comercial.

Al visitar la Lonja de la Seda, el viajero se encuentra con un conjunto arquitectónico de gran impacto visual. Su interior se divide en varias secciones:

La Sala de Contratación: También conocida como Salón Columnario, es el espacio más impresionante del edificio. Sus altísimas columnas retorcidas, que se elevan como troncos de palmeras, crean un efecto de grandiosidad y solemnidad, reflejando la importancia de los acuerdos que se firmaban en su interior.

El Torreón y la Capilla: Un recordatorio del fuerte vínculo entre el comercio y la religión en la época medieval.

El Patio de los Naranjos: Un rincón de tranquilidad donde el sonido del agua y el aroma de los cítricos transportan al visitante a otra época.

Cada rincón de la Lonja está impregnado de simbolismo. Su fachada, con inscripciones en latín y detalles escultóricos, habla de la importancia de la honestidad en los negocios, un valor fundamental para los mercaderes valencianos.

La Lonja de la Seda no es solo un vestigio del pasado; sigue siendo un punto de referencia cultural en Valencia. Su historia, su arquitectura y su legado la convierten en una de las atracciones más fascinantes de la ciudad, capaz de maravillar tanto a amantes del arte como a viajeros curiosos por descubrir el alma mercantil de la antigua Valencia.

Visitarla es más que una lección de historia; es una invitación a imaginar el bullicio de los mercaderes, el intercambio de productos exóticos y la firma de acuerdos que hicieron de Valencia una de las ciudades más prósperas del Mediterráneo. Un viaje imprescindible para entender la grandeza de esta ciudad y su legado en el mundo.

24 horas en Londres, una guía exprés para descubrir la ciudad

Redacción (Madrid)

Londres, la vibrante capital del Reino Unido, es una ciudad llena de historia, cultura y modernidad. Si solo tienes 24 horas para explorarla, necesitarás una buena planificación para aprovechar al máximo tu tiempo. Aquí te dejamos una guía para un día perfecto en Londres.

8:00 – Desayuno en un café tradicional

Empieza el día con un clásico desayuno inglés en The Wolseley o en cualquier “café” británico que sirva huevos, salchichas, beicon, tomate a la parrilla, champiñones y tostadas. Si prefieres algo más ligero, una taza de té con bollos y crema en The Ivy también es una excelente opción.

9:00 – Visita al Palacio de Buckingham

Después del desayuno, dirígete al Palacio de Buckingham, la residencia oficial de la Reina (o ahora del Rey). Si tu visita coincide con las 11:00, podrás ver el famoso Cambio de Guardia, una ceremonia impresionante que atrae a turistas de todo el mundo.

10:30 – Paseo por St. James’s Park y el Big Ben

Desde Westminster, camina hasta Trafalgar Square, una de las plazas más famosas de la ciudad. Entra en la National Gallery, un museo gratuito que alberga obras maestras de artistas como Van Gogh, Da Vinci y Rembrandt.

13:00 – Almuerzo en Covent Garden

Dirígete a Covent Garden, un área llena de tiendas, artistas callejeros y restaurantes. Prueba un clásico fish and chips en The Rock & Sole Plaice o disfruta de un almuerzo más elegante en Dishoom, un restaurante de comida india muy popular.

16:00 – Visita el British Museum o Tate Modern

Si te apasiona la historia, el British Museum es una parada obligatoria con su impresionante colección de artefactos, incluida la Piedra de Rosetta. Si prefieres el arte contemporáneo, visita la Tate Modern, ubicada en una antigua central eléctrica a orillas del Támesis.

18:00 – Atardecer en el London Eye

Londres es aún más impresionante desde las alturas. Súbete al London Eye y disfruta de una vista panorámica espectacular de la ciudad mientras el sol comienza a ponerse.

19:30 – Cena en el South Bank

Para la cena, camina por el South Bank, una zona con una gran oferta gastronómica. Puedes optar por un plato de pasta en Padella o probar la cocina británica moderna en Skylon.

21:00 – Noche en un pub inglés o un musical en el West End

Y por último, una auténtica experiencia londinense, disfruta de una pinta en un pub clásico como The Churchill Arms o The Lamb & Flag. Si prefieres algo más cultural, asiste a un musical en el West End, donde puedes ver espectáculos como The Lion King o Les Misérables.

República Dominicana, un paraíso caribeño por descubrir

Redacción (Madrid)

República Dominicana es un destino que lo tiene todo: playas de arena blanca, montañas imponentes, una vibrante cultura y una historia fascinante. Este país caribeño, ubicado en la isla de La Española, es mucho más que un destino de sol y mar; es un lugar donde la naturaleza, la historia y la hospitalidad de su gente se combinan para ofrecer una experiencia inolvidable a cualquier viajero.

Si hay algo que define a República Dominicana, son sus playas. Destinos como Punta Cana, Bávaro y Bayahíbe ofrecen paisajes paradisíacos con aguas turquesas y arenas blancas. Aquí, los resorts de lujo conviven con opciones más ecológicas, permitiendo a los turistas disfrutar de la belleza natural con todas las comodidades.

Sin embargo, más allá de sus costas, el país esconde maravillas naturales impresionantes. La Bahía de Samaná es uno de los mejores lugares del mundo para el avistamiento de ballenas jorobadas, mientras que el Parque Nacional Los Haitises ofrece un recorrido por manglares, cuevas con pinturas taínas y formaciones rocosas únicas. Para los amantes del senderismo, el Pico Duarte, la montaña más alta del Caribe, es un reto inigualable que recompensa con vistas espectaculares.

La capital, Santo Domingo, es un destino obligado para quienes desean conocer la historia y la esencia de República Dominicana. La Zona Colonial, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es el corazón histórico de la ciudad, con calles empedradas, iglesias centenarias y la Primada de América, la primera catedral construida en el Nuevo Mundo.

Además de su legado colonial, Santo Domingo es una ciudad vibrante, con una vida nocturna animada, museos de gran valor y una gastronomía que combina sabores africanos, europeos y taínos en platos como la bandera (arroz, habichuelas y carne) o el delicioso mangú con los tradicionales «tres golpes» (queso frito, huevo y salami).

La música es el alma del país. El merengue y la bachata, ambos géneros nacidos en República Dominicana, suenan en cada rincón, desde los colmados hasta las discotecas más exclusivas. Festivales como el Carnaval de La Vega, con sus vibrantes disfraces y comparsas, o el Festival del Merengue y Ritmos Caribeños en Santo Domingo, son una muestra del espíritu alegre y festivo de los dominicanos.

República Dominicana es mucho más que un destino turístico; es un país lleno de vida, cultura y paisajes inolvidables. Desde sus playas paradisíacas hasta sus montañas y ciudades históricas, cada rincón tiene algo especial que ofrecer. Ya sea que busques aventura, relax o inmersión cultural, este país caribeño siempre tiene una experiencia única esperándote.

Gastronomía noruega, sabores del norte, tradición y modernidad

Redacción (Madrid)

La cocina noruega es un reflejo de su geografía y clima extremo, donde los ingredientes frescos del mar, la caza y los productos locales juegan un papel esencial. Aunque en el pasado su gastronomía se basaba en la conservación de alimentos mediante salazón, fermentación y ahumado, hoy en día Noruega ha logrado fusionar su tradición con una cocina moderna y sofisticada que ha ganado reconocimiento internacional.

El mar como protagonista

Noruega es famosa por la calidad de sus productos del mar. Su costa, bañada por las frías aguas del Atlántico y el Ártico, proporciona pescados y mariscos de primera calidad.

Salmón noruego: Uno de los productos más exportados y apreciados en todo el mundo. Noruega fue pionera en el desarrollo de la acuicultura moderna del salmón, y hoy en día este pescado es parte fundamental de su gastronomía.

Bacalao (Torsk): Ya sea fresco o en su versión seca y salada (klippfisk), el bacalao ha sido un alimento básico en la dieta noruega durante siglos. En la región de Lofoten, el bacalao seco es la base de platos como el bacalao a la noruega.

Rakfisk: Una especialidad tradicional que consiste en trucha fermentada durante varios meses, servida en pan con cebolla y crema agria. Su sabor fuerte y peculiar lo convierte en una experiencia gastronómica única.

Rakfisk, un plato típico noruego, Lugares y Más

Carnes y tradiciones de caza

En las zonas del interior, donde la pesca es menos accesible, la carne juega un papel fundamental en la dieta noruega.

Cordero (Fårikål): El plato nacional de Noruega, un guiso sencillo pero delicioso de cordero cocinado con col y granos de pimienta negra.

Carne de reno: Especialmente consumida en el norte del país, es una de las carnes más apreciadas, con un sabor delicado y ligeramente dulce. Los samis, pueblo indígena de Noruega, han consumido reno durante siglos en forma de guisos y embutidos.

Pinnekjøtt: Costillas de cordero curadas y ahumadas, servidas tradicionalmente en Navidad con puré de nabo.

Dulces y panes tradicionales

Noruega también tiene una fuerte tradición de panadería y repostería, donde los ingredientes naturales y sencillos destacan.

Lefse: Un pan plano a base de patata, harina y nata, que se sirve con mantequilla, azúcar y canela.

Krumkake: Un postre típico en forma de cono, hecho con masa fina y crujiente, a menudo relleno de crema o nata.

Skillingsboller: Una versión noruega de los rollos de canela, populares en toda Escandinavia.

Cocina moderna y sostenibilidad


Hoy en día, la gastronomía noruega ha evolucionado sin perder sus raíces. La nueva cocina nórdica, impulsada por chefs como Esben Holmboe Bang (del restaurante Maaemo, con estrellas Michelin), ha llevado la cocina noruega a otro nivel, apostando por ingredientes locales, sostenibilidad y técnicas innovadoras.
Además, Noruega está comprometida con la pesca responsable y el uso de productos de temporada, lo que ha convertido su gastronomía en un referente mundial de calidad y respeto por el medio ambiente.

24 horas en Macedonia del Norte, un recorrido entre historia, naturaleza y tradición

Redacción (Madrid)
Para empezar la jornada, la mejor opción es Skopie, la capital del país. Un desayuno tradicional en una de las panaderías locales es imprescindible: el burek, un crujiente pastel de hojaldre relleno de queso o carne, acompañado de un ayran, es la combinación perfecta para cargar energías.

Un paseo por el centro de Skopie revela una ciudad llena de contrastes. La Plaza de Macedonia, dominada por la gigantesca estatua ecuestre de Alejandro Magno, marca el punto de partida. Desde allí, cruzar el Puente de Piedra, que data del siglo XV, lleva al Viejo Bazar, uno de los mercados otomanos mejor conservados de los Balcanes. Entre sus calles empedradas, tiendas de artesanías, mezquitas históricas y cafeterías ofrecen un ambiente único.

A media mañana, una visita a la Fortaleza de Skopie, conocida como Kale, permite disfrutar de una vista panorámica de la ciudad. Luego, un recorrido por el Museo de la Ciudad o el Museo de la Madre Teresa, quien nació en Skopie, ofrece un vistazo a la historia local.

Para el almuerzo, la gastronomía macedonia ofrece platos abundantes y sabrosos. En un restaurante tradicional, probar un tavče gravče (guiso de frijoles) acompañado de una copa de vino local es una excelente elección.

Por la tarde, un viaje de menos de una hora lleva al Cañón Matka, uno de los paisajes naturales más impresionantes del país. Aquí se puede recorrer en bote el río Treska, explorar antiguas iglesias talladas en la roca o simplemente disfrutar del paisaje desde una de sus terrazas.

Al regresar a Skopie, la cena en un kafana (taberna tradicional) es la mejor forma de cerrar el día. Platos como el ćevapi (pequeñas salchichas de carne a la parrilla) o el ajvar (pasta de pimientos rojos asados) son infaltables.