Marrakech, el latido eterno de Marruecos

Redacción (Madrid)
Marrakech es una ciudad que seduce desde el primer instante con sus colores intensos, sus aromas especiados y su bulliciosa vida callejera. Fundada en el siglo XI, esta joya del sur de Marruecos ha sabido conservar su esencia histórica mientras se adapta a los nuevos tiempos, convirtiéndose en uno de los destinos más vibrantes y fascinantes del norte de África. Recorrer sus calles es como adentrarse en un universo paralelo, donde el pasado y el presente conviven en un mismo latido.

La Medina, el corazón amurallado de Marrakech, es un laberinto de callejuelas estrechas donde cada esquina revela un nuevo secreto: una fuente centenaria, un riad oculto tras una sencilla puerta de madera, un mercado de especias donde el tiempo parece detenido. La plaza Jemaa el-Fna es el epicentro de esta vida inagotable, una explanada que cobra vida al atardecer con cuentacuentos, músicos, acróbatas y puestos de comida que embriagan los sentidos.

Más allá del bullicio, los jardines de Marrakech ofrecen un remanso de paz. El Jardín Majorelle, creado por el artista francés Jacques Majorelle y posteriormente rescatado por Yves Saint Laurent, es un refugio de azul intenso y vegetación exuberante. También los jardines de la Menara, con sus olivos centenarios y su estanque reflejando las montañas del Atlas en días claros, proporcionan una visión serena de la ciudad que contrasta con el frenesí de la Medina.

La arquitectura de Marrakech es un testimonio del arte andalusí y árabe en su máxima expresión. La Koutoubia, con su imponente minarete de 77 metros de altura, domina el horizonte y sirve de faro para los visitantes. Las tumbas saadíes, redescubiertas en el siglo XX, revelan la sofisticación artística de un pasado glorioso, mientras que el Palacio de la Bahía, con sus patios adornados de mosaicos y madera tallada, invita a imaginar la vida en tiempos de sultanes y visires.

No se puede hablar de Marrakech sin mencionar su gastronomía, un festín para el paladar. Desde los tajines humeantes de cordero y ciruelas hasta el cuscús de verduras cocinado lentamente, la cocina marroquí es un reflejo de su historia y su mezcla de culturas. En los zocos o en los riads convertidos en restaurantes, la experiencia culinaria se convierte en otro viaje dentro del viaje, donde el té de menta y los dulces de miel ponen el broche final a cada comida.

Visitar Marrakech es, en definitiva, sumergirse en una ciudad que no se entrega de inmediato, que se revela poco a poco a quienes están dispuestos a perderse en su ritmo, a dejarse llevar por sus aromas y sus voces. Es una ciudad que permanece en la memoria, impregnada de luz, de misterio y de una hospitalidad que trasciende idiomas y fronteras.

Buceo en República Dominicana: Un paraíso submarino en el corazón del Caribe

Redacción (Madrid)

La República Dominicana, conocida por sus playas de arena blanca y vibrante cultura caribeña, es también uno de los destinos de buceo más sorprendentes y diversos del hemisferio occidental. Con más de 1,500 kilómetros de costa bañada por el mar Caribe y el océano Atlántico, el país ofrece una asombrosa variedad de sitios submarinos para explorar: desde arrecifes de coral y naufragios históricos, hasta cuevas submarinas y jardines de esponjas que parecen sacados de otro mundo.

Un tesoro natural bajo el mar

El buceo en República Dominicana es una invitación a descubrir ecosistemas marinos vírgenes y una biodiversidad envidiable. Las aguas cálidas y cristalinas ofrecen una visibilidad que a menudo supera los 30 metros, ideal tanto para principiantes como para buzos técnicos. Zonas como Bayahíbe, Sosúa, y Samaná han ganado fama internacional por sus coloridos arrecifes y abundante vida marina, donde se pueden observar tortugas carey, morenas, rayas águila, tiburones nodriza y una infinidad de peces tropicales.

Bayahíbe: Capital del buceo dominicano

Ubicado en la costa sureste del país, Bayahíbe es considerado el epicentro del buceo dominicano. En sus aguas se encuentra el Parque Nacional del Este, un área protegida con más de 20 sitios de buceo. Uno de los más icónicos es el naufragio del St. George, un barco mercante hundido en 1999 que hoy sirve de arrecife artificial y refugio para cientos de especies.

Cueva, naufragio y coral: Una trilogía submarina

Quienes buscan una experiencia más aventurera pueden explorar las cuevas submarinas de la región de La Caleta, cerca de Santo Domingo. Aquí, el Parque Submarino La Caleta es un santuario marino que alberga el famoso naufragio del Hickory, una goleta hundida intencionalmente para fomentar el buceo y preservar la vida marina.

Al norte, la costa de Sosúa y Puerto Plata ofrece impresionantes formaciones coralinas y túneles submarinos. Y en Samaná, durante los meses de enero a marzo, es posible combinar el buceo con avistamiento de ballenas jorobadas, una experiencia verdaderamente única.

Un destino para todo el año

Gracias a su clima tropical, la República Dominicana permite bucear durante todo el año. La temperatura del agua rara vez baja de los 26 °C, lo que garantiza condiciones agradables y estables. Además, una amplia red de centros de buceo certificados por PADI y SSI ofrece servicios de calidad, desde cursos de iniciación hasta expediciones para buzos experimentados.

Conservación y turismo sostenible

En los últimos años, el país ha redoblado esfuerzos en conservación marina. Organizaciones locales y operadores turísticos colaboran para proteger los arrecifes, reducir la contaminación y promover el turismo responsable. Gracias a estas iniciativas, el buceo en República Dominicana no solo es una experiencia memorable, sino también una forma de contribuir a la preservación de uno de los ecosistemas más valiosos del Caribe.

Los museos que no te puedes perder en Cuba

Redacción (Madrid)
Viajar a Cuba no solo implica recorrer sus playas idílicas y sus ciudades coloniales, sino también adentrarse en su historia profunda, su arte vibrante y su cultura resiliente. Los museos cubanos son verdaderos guardianes de la memoria colectiva y ofrecen una perspectiva única sobre los momentos que han marcado a la isla. Desde antiguos palacios hasta fortificaciones militares, cada museo cuenta una parte de la compleja y fascinante historia de Cuba.

Uno de los imperdibles es el Museo de la Revolución, ubicado en el antiguo Palacio Presidencial en La Habana. Con su arquitectura imponente y una colección que recorre los acontecimientos desde la lucha independentista hasta la Revolución Cubana de 1959, es un sitio esencial para entender el carácter político de la isla. Entre los objetos más emblemáticos se encuentran piezas pertenecientes a Fidel Castro y el famoso yate Granma, en el que los revolucionarios llegaron a Cuba desde México.

También en La Habana, el Museo Nacional de Bellas Artes se divide en dos sedes: Arte Cubano y Arte Universal. La colección de arte cubano es particularmente notable, abarcando desde la época colonial hasta el arte contemporáneo. Pintores como Wifredo Lam y Amelia Peláez encuentran aquí un espacio destacado, mostrando cómo el arte en Cuba ha sido una expresión constante de identidad, resistencia y evolución social.

Para quienes buscan comprender la historia más temprana de la isla, el Museo de Historia Natural de Santiago de Cuba ofrece un recorrido por la flora, fauna y formación geológica caribeña. Además, en esta ciudad se encuentra el Cuartel Moncada, transformado en museo tras el célebre asalto que marcó el inicio de la Revolución. Cada rincón del edificio conserva huellas de aquella jornada, convirtiéndolo en un sitio de profunda carga simbólica para los cubanos.

En el occidente del país, en Matanzas, el Museo Farmacéutico es una joya menos conocida pero fascinante. Fundado en el siglo XIX, este museo preserva una botica original con frascos, instrumentos y documentos de la época, permitiendo a los visitantes un viaje en el tiempo hacia la vida cotidiana del siglo XIX cubano. Es un ejemplo perfecto de cómo Cuba conserva no solo los grandes hitos políticos, sino también aspectos de la vida cotidiana y del saber popular.

Recorrer los museos de Cuba es asomarse a un mosaico de realidades que va más allá de los estereotipos. Cada institución es una puerta abierta a distintas épocas, pensamientos y expresiones que han dado forma a la identidad cubana. Para el viajero curioso, estos museos son no solo visitas culturales, sino auténticas experiencias de inmersión en el alma de un país que respira historia, arte y pasión en cada rincón.

Las mejores rutas de senderismo en Europa

Redacción (Madrid)
Viajar por Europa durante 15 días es una de las aventuras más gratificantes que puede emprender cualquier amante del turismo cultural, natural y gastronómico. La diversidad de idiomas, paisajes y tradiciones permite diseñar itinerarios que combinan grandes capitales históricas con pequeños pueblos llenos de encanto. Aprovechar dos semanas implica planificar de forma estratégica para maximizar el tiempo y disfrutar tanto de ciudades icónicas como de joyas menos conocidas.

Un itinerario clásico para una primera visita puede comenzar en Londres, donde la historia y la modernidad conviven en perfecta armonía. Desde allí, cruzar el Canal de la Mancha en tren hasta París ofrece una transición inolvidable. Después de unos días de museos y paseos por el Sena, el viaje continúa hacia Bruselas y Brujas, para luego seguir a Ámsterdam, ciudad de canales, bicicletas y arte vibrante. Esta ruta por Europa Occidental es ideal para quienes buscan cultura urbana y comodidad en el transporte.

Para los viajeros interesados en una experiencia mediterránea, una ruta alternativa puede iniciar en Barcelona, ciudad vibrante entre el mar y las montañas. Tras explorar Gaudí y las playas, un tren rápido lleva a la elegante Niza y la Riviera Francesa. De ahí, siguiendo la costa, se puede visitar Génova y luego adentrarse en la Toscana italiana, recorriendo Florencia y Pisa. Terminar en Roma, con su imponente herencia imperial, es el broche de oro para esta ruta de sol, arte y cocina mediterránea.

Quienes prefieran un recorrido más centrado en la historia y la naturaleza encontrarán en Europa Central una opción fascinante. Iniciar en Berlín permite comprender la transformación reciente del continente. Desde la capital alemana, viajar hacia Praga revela uno de los cascos antiguos mejor conservados de Europa, seguido de Viena, con su opulencia imperial, y Budapest, atravesada por el majestuoso Danubio. Este circuito combina de manera magistral la arquitectura, la música clásica y la gastronomía tradicional.

Para los que buscan una ruta menos convencional, los países nórdicos ofrecen una opción refrescante. Copenhague puede ser el punto de partida, con su diseño contemporáneo y su ambiente relajado. Un corto vuelo o un viaje en ferry conduce a Oslo, rodeada de naturaleza, y luego a Estocolmo, una ciudad construida sobre islas. Este recorrido proporciona no solo paisajes de postal, sino también una visión de sociedades modernas que priorizan la sostenibilidad y la calidad de vida.

Cada ruta propuesta se puede personalizar según intereses, ya sea añadiendo experiencias rurales, visitas a bodegas, caminatas en parques naturales o escapadas a islas cercanas. La clave para aprovechar 15 días en Europa es equilibrar el deseo de abarcar mucho con el arte de saborear cada lugar. Un viaje bien planificado no solo permite descubrir monumentos emblemáticos, sino también vivir momentos auténticos, conversar con locales y crear recuerdos que perdurarán toda la vida.

Un viaje a través de la historia de República Dominicana

Redacción (Madrid)

La República Dominicana no solo es famosa por sus playas paradisíacas y su vibrante vida tropical, sino también por ser el corazón histórico del Nuevo Mundo en América. Un recorrido por este país es un viaje en el tiempo, desde las huellas taínas precolombinas hasta las construcciones coloniales que marcan el inicio de la presencia europea en el continente. Este destino caribeño ofrece una experiencia cultural única que ningún amante de la historia debería perderse.

El recorrido comienza en Santo Domingo, la primera ciudad fundada en el Nuevo Mundo por los europeos. Su Zona Colonial, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un verdadero museo al aire libre. Aquí se encuentra la Primera Catedral de América, la Calle Las Damas –la más antigua del continente– y el Alcázar de Colón, antiguo palacio del hijo de Cristóbal Colón. Cada rincón cuenta una historia, y caminar por sus calles empedradas es sentir el eco del siglo XVI bajo los pies.

Continuando hacia el norte, llegamos a Santiago de los Caballeros, la segunda ciudad más importante del país. Esta ciudad fue clave durante la Guerra de la Restauración, en la que los dominicanos recuperaron su independencia de España en 1865. El Monumento a los Héroes de la Restauración domina el paisaje urbano y rinde tributo a esa gesta patriótica. En sus alrededores, museos y centros culturales narran con orgullo la historia reciente del país.

La historia dominicana también está profundamente marcada por la presencia africana y el auge de las plantaciones coloniales. En regiones como San Pedro de Macorís y La Romana, puedes recorrer antiguas ingenios azucareros, muchos de los cuales ahora funcionan como museos vivos que muestran la vida de los esclavos africanos y los obreros de los bateyes. Aquí se experimenta el legado de la diáspora africana, presente en la música, la religión y la identidad nacional.

Antes de la llegada de los europeos, los taínos habitaban estas tierras. En La Cueva de las Maravillas, entre San Pedro y La Romana, se pueden observar pinturas rupestres originales que reflejan su cosmovisión. Otros sitios arqueológicos, como el Parque Nacional del Este o el Centro Cultural Indígena Caonabo, permiten conocer más sobre esta cultura originaria que dejó una huella profunda en el idioma, la gastronomía y las creencias populares dominicanas.

A diferencia de otros destinos donde la historia se conserva solo en libros y monumentos, en la República Dominicana la historia se vive en el presente: en las tradiciones, en las fiestas patronales, en el merengue que suena en las calles y en la hospitalidad de su gente. Cada región tiene su relato, cada pueblo su héroe, y cada turista la oportunidad de formar parte de esta narración.

República Dominicana no solo se visita, se descubre. Y en ese descubrimiento, se aprende, se conecta y se recuerda. Un recorrido histórico por este país es una experiencia transformadora que muestra que el Caribe tiene mucho más que sol y arena: tiene alma, memoria y legado.

Vive la experiencia más completa de Holguín en el Gran Muthu Almirante

Tamara Cotero (Cuba)

Holguín, un paraíso por descubrir en el Oriente Cubano

Si estás buscando un destino que combine playas de ensueño, historia vibrante y hospitalidad caribeña, Holguín, en el oriente de Cuba, es una elección inmejorable. Conocida como «la ciudad de los parques», Holguín ofrece una mezcla única de cultura, naturaleza y tradiciones que cautivan a cada visitante.

Las playas de Guardalavaca, con sus aguas cristalinas y arenas blancas, son ideales para el descanso y la aventura. Además, la cercanía a sitios históricos como Cayo Bariay, donde Cristóbal Colón desembarcó por primera vez en Cuba, añade un toque cultural a tu viaje. La región también es famosa por su música tradicional, su gastronomía criolla y la calidez de su gente.

Gran Muthu Almirante Beach Hotel, lujo y confort frente al mar

Para disfrutar plenamente de lo que Holguín tiene para ofrecer, el Gran Muthu Almirante Beach Hotel es una opción excepcional. Ubicado a solo 100 metros de la playa de Guardalavaca, este hotel de cinco estrellas ofrece una experiencia «Todo Incluido» que combina lujo, confort y una atención al detalle inigualable.

El hotel cuenta con 514 habitaciones elegantes, incluyendo una sección VIP solo para adultos con servicios personalizados como mayordomía, piscinas exclusivas y restaurantes gourmet. Las instalaciones incluyen cinco piscinas de agua dulce, un parque acuático infantil, gimnasio, spa con circuito hidrotermal, teatro con capacidad para 500 personas y múltiples opciones gastronómicas que van desde buffets internacionales hasta restaurantes especializados en cocina india y cubana.

Parque acuático infantil de El HotelGran Muthu Almirante, Lugares y Más

Además, el Gran Muthu Almirante ha sido reconocido con múltiples premios internacionales, incluyendo el «Mejor Hotel de Lujo Frente a la Playa en Cuba» por los Luxury Lifestyle Awards, y cuenta con la certificación ambiental BREEAM por su compromiso con la sostenibilidad.

Holguín no es solo un destino, es una experiencia que combina naturaleza, cultura y descanso. Y para vivirla al máximo, el Gran Muthu Almirante Beach Hotel te ofrece el entorno perfecto. Ya sea que viajes en familia, en pareja o con amigos, aquí encontrarás todo lo que necesitas para unas vacaciones inolvidables.

Madeira, el edén atlántico que conquista los sentidos

Redacción (Madrid)
En pleno corazón del Atlántico, Madeira se alza como un paraíso suspendido entre el cielo y el mar. Este archipiélago portugués, célebre por su clima primaveral eterno y su exuberante vegetación, invita al viajero a dejarse llevar por la belleza sin artificios de la naturaleza. Al llegar, la fragancia de las flores tropicales, la pureza del aire y el sonido lejano de las olas golpeando los acantilados componen una sinfonía que promete experiencias inolvidables.

Pasear por las calles empedradas de Funchal, la capital, es sumergirse en siglos de historia marinera y refinada hospitalidad. Sus mercados, como el célebre Mercado dos Lavradores, despliegan un arcoíris de frutas exóticas y pescados frescos, mientras los murales de la Zona Velha cuentan, puerta a puerta, historias de arte y tradición. No faltan los restaurantes donde los chefs reinterpretan la gastronomía local, honrando productos como el pez espada negro o la espetada, siempre acompañados del característico vino de Madeira.

Más allá de la ciudad, la isla revela su alma aventurera. Las levadas, esos ingeniosos canales de irrigación que surcan las montañas, ofrecen rutas de senderismo únicas, donde cada paso revela una cascada escondida, un valle profundo o un mirador que corta el aliento. Lugares como Ribeiro Frio o el imponente Pico Ruivo invitan a los amantes de la naturaleza a desafiarse y recompensarse con panorámicas que parecen salidas de un sueño.

El mar, omnipresente, también dicta el ritmo de la vida en Madeira. Desde expediciones en barco para avistar delfines y ballenas, hasta inmersiones en reservas marinas que deslumbran por su biodiversidad, cada experiencia acuática reconecta con la esencia más profunda del océano. Y para quienes prefieren la serenidad, nada como relajarse en una de las piscinas naturales de Porto Moniz, donde el agua salada esculpe formas caprichosas entre la roca volcánica.

En cada festividad, Madeira reafirma su carácter vibrante y colorido. El Carnaval, con su energía contagiosa, y la Fiesta de la Flor, que tiñe de vida las calles de Funchal en primavera, son celebraciones donde la música, la danza y el arte popular se funden en un espectáculo que cautiva tanto a locales como visitantes. Y para cerrar el año, el célebre espectáculo de fuegos artificiales del 31 de diciembre ilumina el cielo madeirense en un derroche de luz y emoción.

Madeira no es solo un destino; es un estado de ánimo. Es el rincón donde el tiempo parece estirarse y cada instante se saborea con una intensidad renovada. Ya sea para perderse entre montañas verdes, navegar por aguas infinitas o simplemente respirar profundamente en un mirador solitario, la isla ofrece algo que va más allá de lo tangible: una promesa de felicidad, tejida entre la tierra, el mar y el alma.

Descubriendo la Ruta Cultural de la República Dominicana, un viaje por la historia, el arte y la identidad caribeña

Redacción (Madrid)

En el corazón del Caribe, la República Dominicana despliega una riqueza cultural que va mucho más allá de sus famosas playas. Desde la arquitectura colonial de Santo Domingo hasta los tambores de los palos en San Juan de la Maguana, el país ofrece una ruta cultural vibrante que permite al viajero sumergirse en siglos de historia, arte y tradiciones vivas.

Santo Domingo: El Comienzo de todo

El recorrido inicia en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Caminar por la Calle El Conde o visitar la majestuosa Catedral Primada de América es retroceder al siglo XVI, cuando la ciudad fue el primer asentamiento europeo permanente en el Nuevo Mundo. Museos como el de las Casas Reales y el Alcázar de Colón relatan historias de conquistadores, rebeliones y encuentros culturales que forjaron la identidad dominicana.

Museo Alcázar de Colón, historia y arte, Lugares y Más

Cibao: Cuna del folclore y la identidad nacional

Siguiendo hacia el norte, la región del Cibao —especialmente Santiago— late al ritmo del merengue típico, con instrumentos como el güiro y el acordeón. Aquí se encuentra el Monumento a los Héroes de la Restauración, un símbolo del orgullo nacional. Además, en localidades como Moca o La Vega, el carnaval cobra vida con coloridos «diablos cojuelos», una expresión artística que mezcla lo indígena, lo africano y lo europeo.

Sur profundo: Ecos ancestrales

En el sur, San Juan de la Maguana y Barahona conservan expresiones espirituales de origen africano como el gagá y los palos. Estas manifestaciones no solo son religiosas, sino también sociales, transmitidas de generación en generación. Lugares como el Centro Cultural María Montez rinden homenaje a figuras clave del arte dominicano, mientras que los petroglifos taínos en cuevas como Pomier en San Cristóbal nos recuerdan el legado precolombino del país.

El arte contemporáneo y la creatividad viva

La ruta cultural no estaría completa sin una mirada al presente. En Puerto Plata y Punta Cana florecen galerías y talleres de artistas locales que reinterpretan la herencia dominicana desde una óptica moderna. Festivales como el Santo Domingo Jazz Festival o la Bienal Nacional de Artes Visuales consolidan a la República Dominicana como un epicentro creativo en el Caribe.

Una ruta para todos los sentidos

La experiencia cultural dominicana no es solo visual o histórica: también se saborea. Desde un sancocho cocinado a leña en el campo hasta una copa de ron artesanal, la gastronomía es parte inseparable del recorrido. Cada región tiene su sazón, su ritmo y su voz.

Descubriendo el Arte Contemporáneo, una visita al Museo de Arte Moderno de Santo Domingo

Redacción (Madrid)

Ubicado en el corazón de la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte, el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo se erige como un bastión del arte contemporáneo en la República Dominicana. Fundado en 1976, este museo no solo conserva y exhibe una rica colección de obras modernas, sino que también actúa como un puente entre el pasado artístico del país y su vibrante presente creativo. Para el turista ávido de cultura, una visita a este espacio representa una experiencia reveladora y profundamente inspiradora.

Desde su arquitectura sobria y geométrica hasta sus amplias salas llenas de luz natural, el museo ofrece un ambiente ideal para la contemplación artística. En su interior, se pueden apreciar obras de importantes artistas dominicanos como Cándido Bidó, Elsa Núñez, Clara Ledesma y Fernando Peña Defilló. Cada sala está cuidadosamente curada para mostrar la evolución del arte dominicano desde el siglo XX hasta la actualidad, permitiendo al visitante entender los contextos históricos, sociales y políticos que influyeron en estas expresiones.

Una de las grandes virtudes del Museo de Arte Moderno es su compromiso con la educación y la difusión del arte. Además de las exposiciones permanentes, el museo organiza frecuentemente muestras temporales, charlas, talleres y actividades interactivas que lo convierten en un espacio dinámico, donde el arte se vive y se discute. La Bienal Nacional de Artes Visuales, uno de los eventos más esperados del calendario cultural dominicano, tiene lugar aquí, atrayendo a artistas de todo el país y del extranjero.

Para el turista, la visita al museo es mucho más que una simple actividad cultural; es una oportunidad para sumergirse en el alma creativa de la República Dominicana. Al recorrer sus salas, uno puede sentir el pulso de una nación que, a través del arte, expresa sus luchas, sueños y diversidad. Además, su ubicación estratégica permite combinar el recorrido con otros puntos de interés como el Teatro Nacional o el Museo del Hombre Dominicano, completando una jornada rica en conocimiento y belleza.

En resumen, el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo es una parada obligatoria para cualquier visitante que desee entender la esencia contemporánea del país. Su valioso acervo artístico, su apertura al diálogo cultural y su entorno acogedor lo convierten en un verdadero tesoro del turismo cultural dominicano.

Cuba Colonial, un viaje al corazón del tiempo detenido

Redacción (Madrid)

Mientras el mundo avanza a velocidades vertiginosas, hay rincones en el Caribe donde el tiempo parece haberse detenido. Cuba, más allá de su música vibrante, su política compleja y su eterno Malecón, es también un museo vivo de la arquitectura y la cultura colonial española. Recorrer la llamada Ruta Cuba Colonial es sumergirse en siglos de historia, callejones adoquinados, fortalezas centenarias y plazas donde el pasado susurra en cada esquina.

Camagüey: el laberinto barroco

La travesía comienza en el corazón de la isla, en Camagüey, una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Fundada en 1514 como Santa María del Puerto del Príncipe, se distingue por su insólita disposición urbana: un laberinto de calles enredadas, diseñado originalmente para confundir a los piratas. Caminar por sus plazas —como la del Carmen o la de San Juan de Dios— es entrar en una escenografía barroca, acompañada de iglesias coloniales, casas con techos de tejas rojas y tinajones gigantes que antaño servían para almacenar agua de lluvia.

Trinidad: la joya detenida en el siglo XIX

A pocas horas hacia el oeste se encuentra Trinidad, quizá el ejemplo más intacto del esplendor colonial cubano. Fundada en 1514 y también Patrimonio Mundial, la ciudad fue un próspero centro azucarero durante el siglo XIX. Su casco histórico está casi congelado en el tiempo: balcones de hierro forjado, calles de piedra, palacios de antiguos hacendados y el sonido lejano de un tres tocando un son cubano completan la postal. A pocos kilómetros, el Valle de los Ingenios conserva los restos de los antiguos ingenios azucareros que sostuvieron la economía esclavista de la época.

Cienfuegos: el esplendor neoclásico

Continuando la ruta hacia el mar Caribe, aparece Cienfuegos, la «Perla del Sur». Aunque fundada en el siglo XIX, su trazado urbano y su arquitectura neoclásica merecen su lugar en esta ruta. Fue edificada por colonos franceses, lo que le da un aire singular entre las ciudades cubanas. El Parque José Martí, el Teatro Tomás Terry y el majestuoso Palacio de Valle son hitos que muestran la riqueza cultural y arquitectónica que floreció en esta ciudad portuaria.

Sancti Spíritus: la olvidada que resiste

Menos conocida pero no menos encantadora es Sancti Spíritus, una de las primeras villas fundadas por los españoles. Su puente sobre el río Yayabo —el más antiguo de Cuba aún en uso—, su iglesia parroquial y sus casas coloniales ofrecen una parada serena y auténtica en la ruta.

La Habana: el broche dorado

Finalmente, la ruta colonial culmina en La Habana Vieja, donde los contrastes son más evidentes: la decadencia romántica de sus edificios se mezcla con los esfuerzos restauradores que la han devuelto al esplendor. Las plazas fundacionales —de Armas, de la Catedral, Vieja y de San Francisco— cuentan, sin palabras, la historia de una ciudad que fue uno de los puertos más estratégicos del Imperio español en América.