Redacción (Madrid)

Cuando se habla de turismo en Cuba, lo primero que viene a la mente son playas de aguas cristalinas, ciudades coloniales y ritmos caribeños. Sin embargo, existe un rincón muy distinto y sorprendente en las afueras de Cienfuegos: la central nuclear de Juraguá, un complejo nunca terminado que hoy se alza como un espacio cargado de misterio y curiosidad para los viajeros.

El lugar fue concebido como una gran obra de ingeniería, pero quedó inconcluso y abandonado. Con el paso de los años, se transformó en un escenario singular donde el silencio y las estructuras de hormigón crean una atmósfera única. Para los amantes de la fotografía, de lo insólito y de los paisajes industriales, este complejo representa un tesoro oculto.

Caminar por sus alrededores es como entrar en un mundo detenido en el tiempo. Los edificios, las torres metálicas y las salas vacías transmiten una sensación de grandeza olvidada. Al mismo tiempo, la naturaleza ha comenzado a reclamar el espacio: maleza, arbustos y aves conviven entre las estructuras, generando un contraste visual fascinante entre lo natural y lo artificial.

Este tipo de destino se enmarca dentro del llamado turismo alternativo, que busca explorar lugares poco convencionales. La central de Juraguá atrae a viajeros curiosos que desean salir de las rutas turísticas tradicionales y vivir experiencias diferentes, donde la historia arquitectónica e industrial se convierte en protagonista.

Además, la cercanía con la ciudad de Cienfuegos, conocida como la “Perla del Sur”, convierte a este recorrido en una excursión complementaria. Tras visitar el centro histórico de la ciudad, con su estilo neoclásico y su encanto marítimo, acercarse a Juraguá ofrece un contraste sorprendente: de lo luminoso y urbano a lo enigmático y silencioso.

En conclusión, la central nuclear de Juraguá no es un sitio turístico convencional, pero sí un lugar que despierta la imaginación. Es un espacio que invita a la contemplación, a la fotografía y a la búsqueda de lo extraordinario en rincones inesperados de la isla. Para quienes disfrutan de lo diferente, Juraguá se convierte en un viaje al pasado detenido, donde el tiempo parece haberse quedado quieto entre estructuras imponentes y paisajes olvidados.

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