
Redacción (Madrid)
Santo Domingo. — Por décadas, República Dominicana ha sido reconocida internacionalmente por sus playas paradisíacas, su música vibrante y su hospitalidad. Sin embargo, en los últimos años, una nueva narrativa ha comenzado a abrirse paso: la del espíritu emprendedor de su juventud, que transforma el rostro de la economía dominicana más allá del turismo.
Desde coworkings urbanos en el corazón de Santo Domingo hasta laboratorios de innovación en Santiago, cientos de jóvenes dominicanos están liderando una revolución silenciosa. Su objetivo: demostrar que el país puede ser también un centro de innovación, creatividad y tecnología.
Ecosistemas en expansión
Organizaciones como Innova Dominicana, EmprendeDO y Impúlsate RD están jugando un rol clave en este nuevo ecosistema. A través de mentorías, rondas de inversión y concursos de innovación, han logrado conectar a jóvenes talentos con oportunidades concretas de desarrollo.
Desafíos persistentes
Pese al entusiasmo, los retos siguen siendo considerables. El acceso al financiamiento, la burocracia, la brecha digital en zonas rurales y la falta de educación empresarial temprana son obstáculos que los emprendedores dominicanos deben sortear a diario.
Un motor de cambio social
Más allá de lo económico, este movimiento emprendedor también está generando un impacto social profundo. Proyectos liderados por jóvenes están llevando educación tecnológica a barrios marginados, promoviendo el empoderamiento femenino, y creando redes de comercio justo entre productores locales.