Redacción (Madrid)
San Pedro de Macorís, una de las provincias más emblemáticas de la República Dominicana, guarda en sus calles, cañaverales y muelles una historia de trabajo, migración y talento. Situada en la región Este del país, esta tierra se levanta entre la tradición azucarera y la modernidad industrial, siendo a la vez cuna de peloteros legendarios y poetas inmortales.
Un pasado moldeado por el azúcar
Fundada como provincia en 1882, San Pedro de Macorís fue durante décadas el epicentro de la economía azucarera dominicana. Los ingenios azucareros, que en su tiempo fueron más de una decena, atrajeron mano de obra de distintas islas del Caribe. De esa migración nació una cultura mestiza y rica, donde se mezclaron el español, el inglés criollo y las tradiciones afroantillanas.
El auge azucarero convirtió a la provincia en una de las más prósperas del país a comienzos del siglo XX. Las chimeneas de los ingenios eran símbolo de progreso, y la vida giraba en torno a las zafras, los bateyes y los puertos que exportaban el “oro blanco” dominicano al mundo.
Geografía y economía actual
Ubicada a solo 72 kilómetros de Santo Domingo, San Pedro de Macorís limita al norte con Hato Mayor, al este con La Romana, al oeste con Monte Plata y al sur con el Mar Caribe. Su territorio combina fértiles llanuras cañeras con zonas costeras de belleza natural, como las playas de Juan Dolio y Guayacanes, dos destinos turísticos en constante crecimiento.
Aunque la producción de azúcar ha disminuido, la provincia mantiene una base industrial sólida. Aquí operan zonas francas, fábricas de ron, cemento, textiles y alimentos, así como el puerto de San Pedro, uno de los más activos del país. El turismo, el comercio y la educación —con la presencia de la Universidad Central del Este (UCE)— han contribuido a diversificar su economía.
El espíritu deportivo y cultural
Si hay algo que define a los petromacorisanos, es su amor por el béisbol. San Pedro de Macorís es reconocida internacionalmente como “la fábrica de peloteros”, pues ha producido más jugadores de Grandes Ligas que cualquier otra provincia dominicana. Sammy Sosa, Alfonso Soriano, Robinson Canó y Tony Fernández son solo algunos de los nombres que nacieron entre sus calles y campos de tierra.
Pero la provincia también respira arte y literatura. El poeta nacional Pedro Mir, autor de Hay un país en el mundo, y el escritor René del Risco Bermúdez, autor de En el barrio no hay banderas, son hijos ilustres de esta tierra. Su obra refleja el espíritu de una provincia que ha sabido convertir el trabajo y la adversidad en belleza y resistencia.
Entre el pasado y el futuro
Hoy, San Pedro de Macorís vive un proceso de renovación. El turismo ecológico, la inversión industrial y el rescate de su patrimonio histórico buscan reposicionar a la provincia como un referente del desarrollo sostenible. Proyectos de rehabilitación urbana, como los del centro histórico y el malecón, apuntan a recuperar el esplendor que la hizo una de las ciudades más importantes del Caribe.

Una provincia con alma
San Pedro de Macorís no es solo un punto en el mapa dominicano. Es una historia viva, una mezcla de culturas y acentos, una provincia que late con ritmo propio. Su gente, trabajadora y alegre, sigue construyendo un futuro sin olvidar el pasado que la hizo grande.
















