La calma mediterránea de Fornalutx, un tesoro escondido en las Baleares

Redacción (Madrid)

Enclavado en la Serra de Tramuntana, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Fornalutx es uno de esos rincones que parecen detenidos en el tiempo. Este pequeño pueblo mallorquín, de poco más de 600 habitantes, es reconocido como uno de los más bonitos de España gracias a sus callejuelas empedradas, sus fachadas de piedra y el silencio que reina entre montañas y naranjales. La primera impresión al llegar es la de estar entrando en una postal viviente, donde la arquitectura tradicional mallorquina se funde con un entorno natural privilegiado.

La vida cotidiana en Fornalutx transcurre sin prisas. Sus plazas, como la de España, son un punto de encuentro para vecinos y visitantes, donde el café de la mañana se acompaña con conversaciones pausadas y el repique de campanas de la iglesia. El turismo, aunque presente, no ha alterado su esencia: aquí no hay grandes hoteles ni discotecas, sino pequeños alojamientos rurales y restaurantes familiares que sirven cocina mallorquina de toda la vida. El “pa amb oli” y la sobrasada, productos locales, se convierten en protagonistas de la mesa.

Uno de los grandes atractivos del municipio es su entorno natural. Rodeado de bancales centenarios de olivos y almendros, Fornalutx es punto de partida de múltiples rutas de senderismo que recorren la Tramuntana. Excursionistas de todo el mundo llegan para recorrer caminos históricos como el que conecta con Sóller, entre naranjales y vistas al Mediterráneo. En primavera y otoño, el clima suave y el paisaje en tonos verdes y dorados lo convierten en un destino ideal para quienes buscan contacto directo con la naturaleza.

A lo largo del año, las fiestas locales marcan el pulso cultural del pueblo. La celebración de las fiestas patronales en honor a la Natividad de la Virgen reúne a vecinos en bailes tradicionales, concursos gastronómicos y procesiones que conservan intactas las raíces mallorquinas. Estas festividades, lejos de ser un espectáculo turístico, refuerzan la identidad comunitaria de Fornalutx y mantienen vivas las tradiciones que han pasado de generación en generación.

En un momento en que el turismo de masas amenaza la autenticidad de muchos destinos mediterráneos, Fornalutx se alza como ejemplo de equilibrio. Ha sabido abrir sus puertas al visitante sin perder el alma que lo convierte en único. Quien llega aquí no solo encuentra un lugar de postal, sino una experiencia que invita a detener el tiempo, caminar despacio y redescubrir la esencia de lo que significa vivir en un pueblo mediterráneo.

24 horas en Santa Clara: la ciudad del Che, la música y la hospitalidad

Redacción (Madrid)

Santa Clara, corazón de Cuba y capital de la provincia de Villa Clara, es una ciudad que se vive intensamente desde el amanecer hasta bien entrada la noche. Con un centro urbano vibrante, una vida cultural diversa y un ritmo cotidiano marcado por la calidez de su gente, recorrerla durante 24 horas permite descubrir un mosaico de historia, arte y tradición.

Mañana: el pulso del centro
El día comienza en el Parque Vidal, epicentro de la vida santaclareña. A primera hora, estudiantes, trabajadores y jubilados llenan la plaza, mientras las fachadas coloniales y eclécticas despiertan bajo el sol. Muy cerca, el Teatro La Caridad, joya arquitectónica del siglo XIX, recuerda la riqueza cultural de la región.
El desayuno suele acompañarse con café fuerte y pan con tortilla, servido en cafeterías locales donde los clientes se saludan como viejos conocidos.

Mediodía: mercados y sabores
Hacia el mediodía, el bullicio se traslada a los mercados y paladares. En ellos, los aromas de platos típicos como la yuca con mojo o el cerdo asado se mezclan con el sonido constante de conversaciones animadas. Una caminata por la calle Independencia, conocida popularmente como “El Boulevard”, permite apreciar el movimiento comercial y artístico: músicos callejeros, artesanos y familias se entrelazan en un retrato cotidiano de la ciudad.

Tarde: historia y arte
La tarde es ideal para visitar el monumento al Tren Blindado, sitio emblemático que narra un episodio decisivo en la historia nacional, y que se ha convertido en parada obligada para quienes buscan comprender la identidad santaclareña.
A pocos minutos, la escultura monumental del Che Guevara, ubicada en la Plaza de la Revolución, atrae a viajeros de todo el mundo. Sin embargo, más allá de los símbolos, Santa Clara vibra en sus museos, como el de Artes Decorativas, y en sus espacios alternativos de creación artística, que muestran la vitalidad cultural de la urbe.

Noche: música y bohemia
Cuando cae el sol, la ciudad se transforma. Los bares y clubes acogen a trovadores, bandas de rock y agrupaciones de música popular, que encuentran en Santa Clara un público fiel y apasionado. El Mejunje, centro cultural de vanguardia, es uno de los lugares más singulares: un espacio abierto a la música, el teatro y la convivencia diversa.
Entre mojitos y guitarras, la noche santaclareña se extiende hasta la madrugada, confirmando que la ciudad nunca pierde su energía.

Una ciudad que se vive
Recorrer Santa Clara en 24 horas es comprobar cómo en cada esquina conviven la memoria histórica, la tradición popular y la creatividad contemporánea. Es una ciudad que late al ritmo de su gente, donde el visitante no se siente extraño, sino parte de un entramado urbano en constante movimiento.

Recorriendo los Skate Parks más icónicos de Estados Unidos

Redacción (Madrid)

El skateboarding, nacido en las calles de California en la década de 1960, es hoy un deporte global y un estilo de vida que combina creatividad, libertad y cultura urbana. Estados Unidos, cuna de esta disciplina, alberga algunos de los skate parks más icónicos del mundo, destinos que atraen tanto a patinadores como a viajeros interesados en conocer espacios donde la arquitectura urbana se convierte en arte y movimiento.

Uno de los lugares imprescindibles es Venice Beach Skatepark, en Los Ángeles, California. Ubicado frente al mar, este parque se ha convertido en símbolo del skate californiano. Sus bowls, rampas y barandillas reciben a patinadores de todas partes, mientras el océano Pacífico sirve de telón de fondo. La atmósfera es vibrante: música, grafitis, turistas y locales se mezclan en un espacio que representa la esencia libre y artística del skate.

Otro destino destacado es el Burnside Skatepark en Portland, Oregón. Construido por la comunidad de patinadores a principios de los años noventa bajo un puente de la ciudad, este lugar se convirtió en un ícono del skate DIY (“hazlo tú mismo”). Su origen alternativo y su diseño único lo han hecho famoso en películas, videojuegos y revistas especializadas. Hoy, visitar Burnside es experimentar un pedazo de historia viva de la cultura del skateboarding.

Más al sur, en San Diego, se encuentra el Washington Street Skatepark, otro ejemplo de espacio comunitario creado por skaters. Sus transiciones rápidas y su ambiente auténtico lo convierten en un sitio legendario para quienes buscan una experiencia intensa, lejos de los parques más comerciales.

En la costa este, FDR Skatepark en Filadelfia es otra parada obligatoria. Construido bajo una autopista, combina la crudeza del concreto con la creatividad de sus rampas y bowls. El lugar transmite la fuerza de una comunidad que encontró en el skate un medio de expresión y pertenencia. Además, es famoso por su atmósfera rebelde y por ser escenario de competencias y eventos que celebran la cultura urbana.

Por último, vale mencionar The Berrics en Los Ángeles, un skatepark privado fundado por los patinadores Steve Berra y Eric Koston. Aunque no es de acceso público, ha alcanzado fama mundial gracias a los videos de alta calidad que allí se producen, convirtiéndose en una referencia mediática para millones de skaters en todo el planeta.

Estos parques no solo son espacios deportivos: también son destinos turísticos culturales. En ellos, el viajero encuentra un ambiente donde confluyen música, arte urbano y comunidad. Son escenarios que permiten entender cómo el skateboarding dejó de ser una práctica marginal para convertirse en un deporte olímpico, sin perder su espíritu rebelde y creativo.

En conclusión, recorrer los skate parks icónicos de Estados Unidos es adentrarse en la historia y en la esencia de una cultura que transformó el asfalto en lienzo y las rampas en escenario. Cada uno de estos parques cuenta una historia distinta, pero todos comparten la misma energía: la pasión por deslizarse, crear y desafiar los límites de la ciudad.

La Ciénaga, vida, historia y paisaje en un rincón del suroeste dominicano


Redacción (Madrid)
Enclavada entre la Sierra de Bahoruco y el mar Caribe, La Ciénaga, provincia de Barahona, es una comunidad que mezcla lo pintoresco con lo olvidado, lo natural con lo ancestral. A tan solo 18 kilómetros de la ciudad de Barahona, este municipio, elevado oficialmente en junio de 2004, exuda el silencio de los pueblos que crecieron más con la labor del campesino y el pescador que con la diplomacia o el turismo. Con unos 8.600 habitantes, La Ciénaga se divide en zonas rurales extensas y un casco urbano que funciona como puerta de entrada hacia playas, montañas y una identidad que late apenas bajo los mapas turísticos convencionales.


Poco se sabe fuera de la provincia acerca de los orígenes de La Ciénaga, que se remontan a la guerra de la Restauración. Fundada en 1863 por desertores de ese conflicto, entre ellos personas como Magdalena Guevara, esta localidad nació de la unión de culturas españolas y cocolo – comunidades afrocaribeñas anglófonas que migraron en diferentes momentos a República Dominicana. Esa genealogía híbrida se manifiesta hoy en costumbres, palabras, música, formas de vida, y es uno de los elementos que le da carácter a sus fiestas, sus festivales, el habla de sus gentes.


El paisaje natural de La Ciénaga lo convierte en una joya aún por descubrir. Desde sus playas como Playa La Ciénaga y Playa el Quemaito, hasta los ríos como El Cacao o Bahoruco, pasando por la vegetación exuberante del Bosque Húmedo del Cachote, el pueblo ofrece escenarios diversos que combinan montañas, costa y agua dulce. Sin embargo, el acceso es desigual: las carreteras que conectan desde Barahona lo hacen parcialmente por vías sin asfaltar, especialmente en los sectores montañosos, lo que limita el flujo de visitantes y también el desarrollo de infraestructuras adecuadas.


La economía de La Ciénaga se articula principalmente alrededor de la agricultura, la pesca, la artesanía y la extracción de larimar – esa piedra semipreciosa única en el mundo, que ha llegado a simbolizar parte de la identidad artesanal de esta zona. En contraste, los niveles de pobreza son significativos: según algunos informes, alrededor del 65 % de los hogares viven en pobreza, y más de un tercio en pobreza extrema. Estas cifras reflejan no solo la falta de oportunidades económicas, sino también avanzan sobre temas como la desigualdad en servicios básicos —agua potable, acceso eléctrico en algunas comunidades, circulación vial, conectividad— elementos que condicionan la vida diaria.


A pesar de los retos, en La Ciénaga se percibe una energía de resistencia y de orgullo local. Las iniciativas turísticas están emergiendo —sobre todo ecoturismo, senderismo, visitas a playas menos concurridas—, y hay un creciente interés en preservar los valores naturales y culturales que hacen único al pueblo. Asimismo, algunos habitantes reclaman mejoras concretas: mayor infraestructura escolar, salud, transporte y apoyo al emprendimiento local para que los beneficios no se limiten al exterior sino que reviertan en quienes han resistido generaciones entre montañas y manglares. En definitiva, La Ciénaga es un ejemplo de los muchos pueblos dominicanos cuyo rostro no aparece siempre en las portadas, pero que contiene historias esenciales para entender el país.


La Central Nuclear abandonada de Juraguá, un viaje a lo inesperado

Redacción (Madrid)

Cuando se habla de turismo en Cuba, lo primero que viene a la mente son playas de aguas cristalinas, ciudades coloniales y ritmos caribeños. Sin embargo, existe un rincón muy distinto y sorprendente en las afueras de Cienfuegos: la central nuclear de Juraguá, un complejo nunca terminado que hoy se alza como un espacio cargado de misterio y curiosidad para los viajeros.

El lugar fue concebido como una gran obra de ingeniería, pero quedó inconcluso y abandonado. Con el paso de los años, se transformó en un escenario singular donde el silencio y las estructuras de hormigón crean una atmósfera única. Para los amantes de la fotografía, de lo insólito y de los paisajes industriales, este complejo representa un tesoro oculto.

Caminar por sus alrededores es como entrar en un mundo detenido en el tiempo. Los edificios, las torres metálicas y las salas vacías transmiten una sensación de grandeza olvidada. Al mismo tiempo, la naturaleza ha comenzado a reclamar el espacio: maleza, arbustos y aves conviven entre las estructuras, generando un contraste visual fascinante entre lo natural y lo artificial.

Este tipo de destino se enmarca dentro del llamado turismo alternativo, que busca explorar lugares poco convencionales. La central de Juraguá atrae a viajeros curiosos que desean salir de las rutas turísticas tradicionales y vivir experiencias diferentes, donde la historia arquitectónica e industrial se convierte en protagonista.

Además, la cercanía con la ciudad de Cienfuegos, conocida como la “Perla del Sur”, convierte a este recorrido en una excursión complementaria. Tras visitar el centro histórico de la ciudad, con su estilo neoclásico y su encanto marítimo, acercarse a Juraguá ofrece un contraste sorprendente: de lo luminoso y urbano a lo enigmático y silencioso.

En conclusión, la central nuclear de Juraguá no es un sitio turístico convencional, pero sí un lugar que despierta la imaginación. Es un espacio que invita a la contemplación, a la fotografía y a la búsqueda de lo extraordinario en rincones inesperados de la isla. Para quienes disfrutan de lo diferente, Juraguá se convierte en un viaje al pasado detenido, donde el tiempo parece haberse quedado quieto entre estructuras imponentes y paisajes olvidados.

24 horas en Camagüey: el arte de perderse en el laberinto más encantador de Cuba

Camagüey, Cuba. — Amanece en el corazón del oriente cubano y la ciudad de los tinajones abre sus puertas al visitante con la calma propia de quien no tiene prisa. Camagüey no es una ciudad para recorrer a contrarreloj, sino para dejarse llevar por su trazado irregular, único en el país, que parece invitar a perderse y, en cada esquina, redescubrirla.

Mañana entre plazas y cafés

El recorrido comienza temprano, con el sol tiñendo de dorado las fachadas coloniales de la Plaza San Juan de Dios, uno de los conjuntos arquitectónicos más hermosos de la ciudad. Allí, entre portales de madera y adoquines antiguos, los vecinos se saludan como si el tiempo tuviera otro ritmo.

Un café fuerte en alguna de las pequeñas cafeterías del centro histórico prepara al viajero para adentrarse en el laberinto de calles estrechas, donde conviven iglesias barrocas, murales contemporáneos y casas pintadas en tonos pastel. No es raro que un lugareño, con natural hospitalidad, se ofrezca a guiar a quien busca la siguiente plaza: la de los Trabajadores, la del Carmen o la de la Soledad. Cada una es un microcosmos con su propia vida.

Mediodía de arte y sabor

Al llegar el mediodía, el calor invita a refugiarse en un museo o en una galería. Camagüey respira arte en cada rincón: desde las obras del célebre pintor Fidelio Ponce hasta las esculturas que adornan parques y paseos. Una visita al Centro de Interpretación Camagüey Ciudad Patrimonio ayuda a comprender cómo la urbe, con más de cinco siglos de historia, fue moldeándose hasta convertirse en Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El almuerzo se convierte en una experiencia cultural: platos criollos como el ajiaco, la carne de cerdo asada o el arroz con frijoles se sirven acompañados de jugos tropicales. Y, como no puede faltar, la sobremesa se endulza con un flan casero o un trozo de guayaba con queso.

Tarde de tradición y movimiento

Con el sol bajando, la ciudad recobra frescura. Es hora de acercarse a los tinajones, enormes vasijas de barro que se han convertido en símbolo camagüeyano. Algunos todavía guardan agua de lluvia en patios familiares; otros, ahora decorativos, cuentan silenciosamente historias de siglos pasados.

Para los amantes del arte escénico, nada iguala la oportunidad de presenciar un ensayo o función del Ballet de Camagüey, segunda compañía más importante del país. La danza, ejecutada con elegancia y fuerza, es reflejo del alma creativa de la ciudad.

Noche de luces y música

La jornada concluye en la Plaza del Gallo, donde bares y restaurantes ofrecen música en vivo. Una guitarra suena, una pareja improvisa unos pasos de son, y la atmósfera se vuelve festiva. Con un coctel en mano —quizás un mojito o un tradicional ron con hielo—, el viajero siente que Camagüey no se recorre únicamente: se vive.

Al despedirse, ya entrada la medianoche, queda claro que 24 horas no bastan para abarcar esta ciudad que late entre lo antiguo y lo contemporáneo. Pero sí son suficientes para comprender que perderse en Camagüey es, en realidad, la mejor manera de encontrarse con su esencia.

Marca Exclusiva refuerza su alcance nacional: sumará TDT y más de 170 emisoras al dial FM

M.A. Mendoza

Marca Exclusiva, el programa de radio dedicado al mundo de los viajes, el lujo y el estilo de vida, producido por el grupo Agüera Comunicación bajo la dirección de David Agüera, da un gran paso adelante en su expansión: gracias a un acuerdo con Global Click Comunicación, el espacio aumentará su cobertura para llegar a oyentes de más de 170 emisoras de FM y también será emitido vía TDT en varias comunidades autónomas.

Conducido por David Agüera, el programa cuenta con la producción de Tamara Cotero y un plantel de colaboradores de primer nivel: entre ellos, Carlos Sobera, Juan Díaz, José María Benito, Raúl Gómez, Paco Cecilio… Su formato combina reportajes, entrevistas, contenidos de actualidad del turismo, recomendaciones de viajes exclusivos y estilo de vida, con el tono cercano e informativo que caracteriza al grupo.

Actualmente Marca Exclusiva se emite los domingos de 9:30 a 11:00 en La Jungla Radio y en más de 30 emisoras FM distribuidas por el territorio nacional.

¿Qué aporta esta expansión?
Mayor cobertura territorial y demográfica: al sumarse transmisiones por TDT, el programa podrá llegar a audiencias que no dependen solo de la FM, especialmente en zonas donde la señal es débil o con menos opciones de radio local.

Formato audiovisual: además de en audio, Marca Exclusiva tendrá versiones en vídeo, lo que permitirá difundir los contenidos también en plataformas de video y redes sociales, así como a los espectadores que acceden a la radio vía TDT con capacidad de imagen.

Contenido diferenciado: con una mezcla de lujo, viaje, tendencias, gastronomía, cultura y destinos, y apoyado en colaboradores con prestigio, el programa se posiciona como referencia para quienes buscan informarse y deleitarse con contenidos turísticos de alto nivel.

Sobre Global Click Comunicación
Global Click Comunicación S.L. es una empresa española dedicada a actividades de radiodifusión, servicios de enlace y transmisión de señales de televisión, con sede en Madrid. (Empresite) Este acuerdo con Marca Exclusiva representa para Global Click una apuesta por el contenido especializado y de calidad, reforzando su portafolio de distribución.

El actor Juan Díaz presentará la primera gala de los Premios Agüera del Turismo

Redacción (Madrid)

El turismo suma un nuevo escaparate para destacar su talento. El Grupo Agüera Comunicación, responsable de las revistas Lugares y Más y Travel Business y del programa de radio Marca Exclusiva, ha anunciado la creación de los Premios Agüera del Turismo, un galardón que busca dar visibilidad a los profesionales y empresas que marcan la diferencia en la industria.

La primera edición de estos premios contará con un presentador de excepción: el actor Juan Díaz, reconocido por su trayectoria en cine, teatro y televisión, será el maestro de ceremonias de la gala de entrega que se celebrará en enero de 2026. Un encuentro que reunirá a hoteleros, agencias de viaje, destinos, touroperadores y medios de comunicación en un evento diseñado para convertirse en un referente.

El periodista David Agüera, CEO del grupo, explica el espíritu del proyecto: “Queremos reconocer la buena labor de aquellos que trabajan por el sector en tres líneas: calidad, innovación y revelación”.

La dinámica será clara y transparente: la dirección editorial propondrá tres finalistas por categoría y un jurado profesional será el encargado de elegir a los ganadores.
Además, se ha adelantado que la próxima semana se dará a conocer la composición del jurado, integrado por profesionales del sector turístico y de la comunicación, que aportarán experiencia y rigor a la elección de los galardonados.

Con más de dos décadas de experiencia en comunicación turística, Agüera Comunicación refuerza así su compromiso con una industria que no deja de reinventarse. Desde la cercanía de Lugares y Más, la visión empresarial de Travel Business y el tono exclusivo de Marca Exclusiva, el grupo editorial pretende situar estos premios como un sello de prestigio y reconocimiento en el sector turístico iberoamericano.

Prepara un viaje mágico a las ciudades europeas para descubrir en invierno

Redacción (Madrid)

El invierno en Europa transforma a muchas de sus ciudades en escenarios de cuento. La nieve cubre techos y plazas, los mercados navideños llenan las calles de luces y aromas, y el frío invita a buscar refugio en acogedores cafés o monumentos cargados de historia. Para el viajero, esta temporada ofrece un rostro distinto al verano turístico: menos multitudes, una atmósfera mágica y la oportunidad de experimentar tradiciones únicas.

Una de las ciudades más encantadoras para visitar en invierno es Praga, en la República Checa. Su casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad, adquiere un aire romántico bajo la nieve. El Puente de Carlos, iluminado por farolas antiguas, parece sacado de una pintura. Además, sus mercados navideños en la Plaza de la Ciudad Vieja son de los más famosos de Europa, ofreciendo artesanías, dulces típicos y vino caliente.

Otra parada imprescindible es Viena, en Austria. La capital imperial brilla en invierno con sus palacios y museos, pero también con sus elegantes conciertos de música clásica. Los mercados frente al Ayuntamiento de Viena ofrecen una experiencia festiva incomparable, mientras que las cafeterías históricas permiten resguardarse del frío degustando un café vienés acompañado de repostería.

Más al norte, Estocolmo en Suecia se viste de blanco y combina modernidad con tradiciones nórdicas. Sus calles empedradas en Gamla Stan, la ciudad vieja, invitan a pasear entre tiendas, iglesias y restaurantes acogedores. Además, el invierno es la ocasión perfecta para disfrutar de actividades al aire libre como patinaje sobre hielo o incluso excursiones a los paisajes árticos cercanos.

Por su parte, París, conocida como la “Ciudad de la Luz”, no pierde encanto en invierno; al contrario, lo multiplica. La Torre Eiffel iluminada en noches frías, los escaparates decorados de los grandes almacenes y la calidez de sus bistrós convierten a la capital francesa en un destino inolvidable. El invierno ofrece, además, una oportunidad de conocer la ciudad con menos turistas y disfrutar de su romanticismo en un ambiente más íntimo.

Finalmente, Budapest en Hungría sorprende con sus baños termales, perfectos para relajarse mientras cae la nieve alrededor. El contraste entre el agua cálida y el aire frío crea una experiencia única. Sus calles iluminadas, el Parlamento a orillas del Danubio y la atmósfera acogedora de sus cafés hacen de esta ciudad un destino invernal poco convencional, pero igualmente inolvidable.

En conclusión, el invierno europeo no es solo una estación climática: es una invitación a viajar de manera diferente. Las ciudades se transforman en escenarios de ensueño, donde la historia, la cultura y la naturaleza se combinan con la magia de la temporada. Visitar Europa en esta época es descubrir que el frío también guarda calor, en la hospitalidad de sus gentes, en el resplandor de sus luces y en la belleza que solo el invierno puede regalar.

24 horas en Puerto Plata: entre historia, playa y montaña

Redacción (Madrid)

Puerto Plata, República Dominicana.
Vivir Puerto Plata en un solo día es como abrir una caja llena de tesoros coloniales, paisajes de postal y sabores caribeños. La ciudad norteña, llamada “la Novia del Atlántico”, ofrece al visitante un recorrido intenso en apenas 24 horas que mezcla cultura, naturaleza y hospitalidad.

Mañana: café con historia

La jornada comienza temprano en el malecón, donde el murmullo del Atlántico acompaña a los primeros corredores y caminantes. Desde allí, el visitante puede dirigirse a la Plaza Independencia, corazón histórico de la ciudad, rodeada de casas victorianas que guardan la memoria de finales del siglo XIX. Un café fuerte y un desayuno criollo en uno de los pequeños restaurantes del centro bastan para cargar energía antes de adentrarse en el Museo del Ámbar, donde se expone la piedra semipreciosa que da fama mundial a la región.

Mediodía: un viaje a las alturas

Al caer el sol del mediodía, el teleférico de Puerto Plata se convierte en la cita obligada. En apenas minutos, el funicular lleva a los visitantes hasta la cima del Monte Isabel de Torres, a más de 800 metros de altura. Allí, la vista panorámica de la ciudad y la costa es imponente, coronada por una estatua del Cristo Redentor que vigila en silencio. La brisa fresca y el verde del jardín botánico hacen olvidar el calor que aguarda abajo.

Tarde: playas y tradiciones

La bajada abre paso al azul intenso de Playa Long Beach, donde los locales disfrutan de un baño rápido o una partida improvisada de voleibol. Para quienes buscan autenticidad, el Mercado de San Felipe ofrece artesanías, frutas tropicales y la oportunidad de conversar con vendedores que cuentan historias de la ciudad con acento norteño. Una parada para saborear pescado frito con tostones y una fría “presidente” es casi un ritual.

Noche: el ritmo del Atlántico

La vida nocturna de Puerto Plata se enciende al ritmo de merengue y bachata. Los bares del malecón atraen tanto a turistas como a lugareños, que comparten pistas de baile improvisadas con vista al mar. Para los más tranquilos, la experiencia puede terminar en una cena frente al océano, donde el sonido de las olas compite con la música que llega desde las discotecas cercanas.

Un día que sabe a más

Veinticuatro horas apenas alcanzan para saborear la esencia de Puerto Plata. Entre el contraste de su arquitectura victoriana y sus playas doradas, la ciudad demuestra que no es solo un destino de paso, sino un lugar al que siempre se desea volver.