Redacción (Madrid)
Hoy, una estatua de bronce del escritor, obra del escultor José Villa Soberón, se encuentra en su rincón favorito del bar, perpetuando su presencia y atrayendo a visitantes que buscan tomarse una foto junto a «Papa».
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En el corazón de la histórica Zona Colonial de Santo Domingo, donde las calles empedradas cuentan historias de siglos pasados y las fachadas coloniales evocan tiempos antiguos, se erige Mamajuana Café, un lugar donde la tradición dominicana se celebra con cada plato, cada nota musical y cada brindis.
Mamajuana Café ofrece una experiencia culinaria que fusiona la rica herencia gastronómica dominicana con toques modernos. Entre sus platos más representativos se encuentran:
Pollo al ladrillo: Gallina rellena de moro, servida con ‘hash’ de queso y chorizo.
Chillo Relleno: Pescado entero, sin espinas, relleno de mofongo y bañado en salsa roja.
Puerquito: Paletilla de cerdo horneada, envuelta en hoja de plátano, rellena de moro de guandules y plátano maduro.
Estos platos no solo deleitan el paladar, sino que también narran historias de la cocina criolla, rescatando sabores y técnicas ancestrales.
Más allá de la gastronomía, Mamajuana Café se transforma al caer la noche en un vibrante centro de entretenimiento. Con capacidad para aproximadamente 130 personas en el primer nivel y un lounge en el segundo nivel diseñado especialmente para actividades en vivo, el lugar ofrece:
Miércoles de humor: Presentaciones del colectivo «La Guagua del Humor».
Jueves musicales: Actuaciones de la orquesta del restaurante, Maraco Rum.
Viernes latinos: Bandas invitadas con música latina variada en vivo.
Estas actividades convierten a Mamajuana Café en un punto de encuentro para locales y turistas que buscan sumergirse en la cultura dominicana a través de la música y el baile.
El diseño arquitectónico del café es una oda a la rica historia de la Zona Colonial. Con elementos como botellas de mamajuana empotradas en las paredes y una bodega que se integra perfectamente al ambiente del restaurante, el espacio fue concebido para reflejar las raíces coloniales de la ciudad con un toque de modernismo, utilizando espejos, cristales y tonos dorados.
Visitar Mamajuana Café es más que una salida a cenar; es una inmersión en la cultura dominicana. Desde la calidez de su personal hasta la autenticidad de su menú y la energía de sus noches musicales, cada visita promete ser una experiencia memorable.
Redacción (Madrid)
En un mundo cada vez más interconectado, viajar se ha transformado en una experiencia esencial para millones de personas. Ya sea por placer, negocios o cultura, algunas ciudades destacan por atraer a una cantidad impresionante de visitantes cada año. En esta edición, te llevamos a descubrir las 10 ciudades más visitadas del planeta, según los últimos datos internacionales de turismo. Estas urbes no solo destacan por su belleza y oferta turística, sino por la manera en que seducen al mundo entero.
1. Bangkok, Tailandia
La vibrante capital tailandesa lidera el ranking con su combinación única de tradición y modernidad. Sus templos dorados, mercados flotantes y su vida nocturna convierten a Bangkok en un imán turístico que atrae a más de 20 millones de visitantes anuales.
2. París, Francia
La Ciudad de la Luz no pierde su brillo. París sigue siendo un destino soñado gracias a su riqueza cultural, sus museos de renombre como el Louvre y sus icónicos monumentos como la Torre Eiffel. El romanticismo y la elegancia parisina siguen cautivando al mundo.
3. Londres, Reino Unido
Multicultural, cosmopolita y profundamente histórica, Londres es el corazón de Europa. Desde el Palacio de Buckingham hasta el bullicioso Camden Market, la ciudad ofrece una diversidad que encanta a visitantes de todas partes.
4. Dubái, Emiratos Árabes Unidos
Un oasis futurista en medio del desierto. Dubái se ha consolidado como una ciudad del lujo y el espectáculo. Sus rascacielos impresionantes, como el Burj Khalifa, y sus experiencias únicas, como esquiar en un centro comercial, la hacen inolvidable.
5. Singapur
Pequeña en tamaño, pero gigante en innovación. Singapur es un modelo de ciudad moderna, limpia y verde. Su Jardín de la Bahía y Marina Bay Sands atraen tanto a curiosos tecnológicos como a amantes de la arquitectura.
6. Kuala Lumpur, Malasia
La capital malaya ha ganado terreno en el turismo mundial gracias a su accesibilidad, gastronomía diversa y la impactante silueta de las Torres Petronas. Es una puerta de entrada al Sudeste Asiático cada vez más valorada.
7. Nueva York, Estados Unidos
La ciudad que nunca duerme mantiene su estatus global. Con Broadway, Central Park, la Estatua de la Libertad y una oferta cultural sin rival, Nueva York continúa siendo un símbolo del dinamismo y la diversidad.
8. Estambul, Turquía
Una joya entre dos continentes. Estambul mezcla lo oriental y lo occidental con una naturalidad hipnótica. Su Gran Bazar, Santa Sofía y el Bósforo convierten cada visita en una experiencia única en el tiempo.
9. Tokio, Japón
La capital nipona combina tradición milenaria con tecnología de vanguardia. Tokio fascina con su orden, su seguridad, su exquisita gastronomía y barrios tan emblemáticos como Shibuya o Akihabara.
10. Antalya, Turquía
La gran sorpresa del ranking. Esta ciudad costera en el sur de Turquía ha capturado el interés internacional por sus playas mediterráneas, sus resorts de lujo y su historia milenaria, convirtiéndose en un nuevo favorito para el turismo de descanso.
Redacción (Madrid)
La gastronomía cubana es el resultado de un mestizaje profundo que combina herencias españolas, africanas, caribeñas e incluso chinas. Más allá de los clásicos conocidos por el turismo, hay una riqueza culinaria que sorprende por su variedad, intensidad de sabores y conexión con la historia del país. En cada plato se siente la memoria colectiva, la creatividad frente a la escasez y la pasión por el buen comer, aún en contextos adversos.
Uno de los platos más representativos es el ropa vieja, elaborado con carne de res deshebrada en una salsa espesa de tomate, pimientos y cebolla. Su nombre evoca la imagen de los hilos de carne que recuerdan trapos rotos, pero su sabor es cualquier cosa menos desaliñado. Se suele acompañar con arroz blanco y plátanos maduros fritos, una combinación que equilibra lo salado con lo dulce en perfecta armonía. Este plato, aunque humilde en origen, es hoy símbolo nacional.
El ajiaco es otro estandarte de la cocina cubana que merece más atención. Este guiso espeso y generoso mezcla carnes con una variedad de viandas como yuca, boniato, plátano y maíz, cocinadas lentamente hasta fundirse en una sopa sabrosa y reconfortante. El ajiaco tiene raíces taínas y coloniales, y su receta cambia de una región a otra, lo que demuestra su carácter flexible y profundamente criollo. Comer un buen ajiaco es como viajar en el tiempo.
Entre los platos que más sorprenden a los visitantes está el tamal en cazuela, que se diferencia del tradicional tamal envuelto en hojas por servirse directamente en un guiso. El maíz tierno molido se cocina con trozos de carne de cerdo, ajíes y especias hasta lograr una textura cremosa y envolvente. Es un plato de sabor intenso y de fuerte arraigo rural, que demuestra la versatilidad del maíz en la mesa cubana. Su preparación lenta y casera le da un valor especial.
También destacan delicias como el lechón asado, cocinado a fuego lento durante horas, habitualmente en fechas festivas. La piel crujiente y la carne jugosa, sazonada con mojo —una mezcla de ajo, naranja agria y especias—, convierten este plato en el rey de cualquier celebración. En contraste, la yuca con mojo, sencilla pero infalible, sirve como acompañante esencial, y demuestra cómo un tubérculo puede alcanzar alturas inesperadas de sabor.
Pero quizás la sorpresa más inesperada llega con los postres. El dulce de coco rallado con canela y clavo de olor o el boniatillo, hecho de boniato dulce, azúcar y especias, conquistan por su intensidad. En una tierra donde el azúcar fue reina económica, el dominio de los postres es indiscutible. En definitiva, la gastronomía cubana no solo alimenta el cuerpo, sino que narra la historia de un pueblo que ha sabido reinventarse en la mesa, plato a plato.
Redacción (Madrid)
En el corazón del Mediterráneo occidental, la isla de Menorca alberga un legado arqueológico excepcional: la cultura talayótica. Este conjunto de monumentos prehistóricos, que se desarrolló entre el 1600 a.C. y el 123 a.C., fue reconocido en 2023 como Patrimonio Mundial por la UNESCO, destacando su valor universal excepcional y su estado de conservación .
Menorca cuenta con más de 1.500 yacimientos arqueológicos, siendo la isla con mayor densidad de restos prehistóricos por kilómetro cuadrado en el mundo . Estos yacimientos incluyen asentamientos, necrópolis, santuarios y estructuras monumentales que reflejan una arquitectura ciclópea única, construida con grandes bloques de piedra sin mortero.
Naveta des Tudons: Considerada el edificio íntegramente conservado más antiguo de Europa, esta construcción funeraria en forma de nave invertida data de la Edad del Bronce y es uno de los símbolos más emblemáticos de la isla .
Torre d’en Galmés: Uno de los poblados talayóticos más grandes de las Islas Baleares, situado sobre una colina que ofrece vistas panorámicas del sur de Menorca. Se conservan tres grandes talayots y numerosas casas circulares.
Trepucó: Este asentamiento destaca por su imponente talayot central y su taula, la más alta de Menorca, que podría haber tenido una función religiosa o astronómica .
Calescoves: Una necrópolis con más de 90 cuevas funerarias excavadas en los acantilados, utilizada desde la Edad del Bronce hasta la época romana. La cala también fue un importante fondeadero en la antigüedad.
La cultura talayótica no solo se manifiesta en sus monumentos, sino también en el paisaje menorquín. Las construcciones de piedra seca, como muros y terrazas, son herencia directa de esta cultura y configuran un entorno agrícola que ha perdurado hasta nuestros días .
Explorar la Menorca talayótica es adentrarse en una historia milenaria. La isla ofrece rutas arqueológicas bien señalizadas y centros de interpretación que permiten al visitante comprender la importancia de este patrimonio. Además, la integración de la cultura talayótica en la oferta turística promueve un turismo sostenible y respetuoso con el entorno.
La Menorca talayótica es un testimonio excepcional de una cultura prehistórica que supo adaptarse y prosperar en un entorno insular. Su reconocimiento como Patrimonio Mundial subraya la necesidad de preservar y valorar este legado, invitando a los visitantes a descubrir una de las joyas arqueológicas más importantes del Mediterráneo.
Redacción (Madrid)
Ubicada a orillas del río Daugava, Riga, la capital de Letonia, es una joya europea que combina historia, arquitectura impresionante y una vibrante vida cultural. Esta ciudad, la más grande de los países bálticos, se ha convertido en un destino turístico cada vez más popular gracias a su atmósfera cosmopolita y su riqueza patrimonial. En Riga, el pasado medieval convive armoniosamente con la modernidad, ofreciendo a los visitantes una experiencia única.
El casco antiguo de Riga, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es el corazón histórico de la ciudad. Calles empedradas, iglesias góticas y casas de gremios medievales transportan a los viajeros a siglos pasados. La Catedral de Riga y la Iglesia de San Pedro son algunos de los hitos arquitectónicos más destacados, junto con la célebre Casa de las Cabezas Negras, un edificio renacentista reconstruido con gran fidelidad.
Además, Riga ofrece una de las colecciones más grandes de arquitectura Art Nouveau en Europa. Al caminar por el distrito de Alberta iela, los turistas quedan maravillados por las fachadas ornamentadas, figuras mitológicas y detalles únicos que adornan cada edificio. Esta expresión artística, símbolo del auge económico de la ciudad a principios del siglo XX, se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos.
Más allá de su valor histórico, Riga es una ciudad con una intensa vida cultural. Museos como el Museo Nacional de Arte de Letonia o el Museo de la Ocupación ofrecen perspectivas valiosas sobre la historia y el arte letones. Al caer la noche, la ciudad se transforma con bares acogedores, cafeterías bohemias y una escena musical vibrante que va desde conciertos de música clásica hasta festivales de electrónica.
Riga también es un punto de encuentro para eventos internacionales como el Festival de Luz «Staro Riga» o el Mercado de Navidad en la Plaza del Ayuntamiento, ambos experiencias mágicas que reflejan el espíritu acogedor y creativo de la ciudad.
La cercanía al mar Báltico y a parques naturales permite combinar la visita urbana con actividades al aire libre. El parque Bastejkalna o la playa de Jūrmala, a solo media hora de distancia, son opciones ideales para quienes buscan relajación en entornos naturales.
La gastronomía en Riga es otro punto a destacar. Desde platos tradicionales como el grey peas with speck (guisantes con tocino) hasta opciones gourmet en restaurantes modernos, la oferta culinaria mezcla raíces bálticas con tendencias contemporáneas. Los mercados como el Central Market, ubicado en antiguos hangares de zepelines, son ideales para explorar sabores locales y productos artesanales.
Riga es mucho más que una capital báltica: es un destino que sorprende por su belleza, su historia y su espíritu creativo. Ofrece una experiencia completa al viajero curioso, desde el deleite estético de sus calles hasta la calidez de su gente. Quienes visitan Riga no solo descubren una ciudad encantadora, sino también una puerta abierta al alma del norte de Europa.
Redacción (Madrid)
España, tierra de tradiciones culinarias profundas y de vanguardia, alberga algunos de los restaurantes más exclusivos y codiciados del mundo. Lugares donde la gastronomía se convierte en arte y la experiencia trasciende lo meramente alimenticio. Reservar en ellos suele ser un desafío, y vivir la experiencia, un lujo reservado para unos pocos. Cada uno de estos espacios representa lo mejor de la cocina española contemporánea y clásica, siempre con una puesta en escena impecable.
El Celler de Can Roca, en Girona, liderado por los hermanos Roca, es un templo gastronómico que combina innovación, memoria y técnica impecable. DiverXO, en Madrid, con David Muñoz a la cabeza, ofrece un viaje irreverente y sorprendente por sabores globales en un entorno rompedor. Azurmendi, de Eneko Atxa en Larrabetzu, es una oda a la sostenibilidad, la naturaleza y la cocina vasca reinterpretada con elegancia extrema. Martín Berasategui, en Lasarte-Oria, brilla con luz propia gracias a la precisión y pasión de uno de los chefs más laureados del país.
Entre los destinos más exclusivos se encuentra también ABaC, en Barcelona, donde Jordi Cruz construye universos sensoriales a través de menús que rozan la perfección técnica y estética. Arzak, en San Sebastián, mantiene viva la llama de la cocina de autor gracias a Juan Mari y Elena Arzak, fusionando tradición y vanguardia. Quique Dacosta Restaurante, en Dénia, se erige como un laboratorio de creatividad donde la esencia mediterránea se transforma en experiencias únicas para el paladar.
Atrio, en Cáceres, combina alta gastronomía y enología en un marco arquitectónico impresionante, de la mano de Toño Pérez y José Polo. Noor, en Córdoba, liderado por Paco Morales, transporta a los comensales a la época de Al-Ándalus, reinterpretando recetas ancestrales con una sofisticación que roza lo sublime. Aponiente, en El Puerto de Santa María, donde Ángel León, el “chef del mar”, convierte ingredientes marinos inéditos en platos de altísimo nivel, cierra esta selección de espacios que son verdaderos templos del buen gusto.
Acceder a una mesa en cualquiera de estos restaurantes no solo requiere reserva anticipada, sino también una actitud abierta a la experimentación y el asombro. En muchos casos, la experiencia va más allá de los platos, incorporando visitas a bodegas, huertos ecológicos o espectáculos audiovisuales que potencian la narrativa de cada menú. Cada bocado está pensado para emocionar, sorprender y, en ocasiones, provocar al comensal, desafiando su percepción de lo que es la gastronomía.
España continúa consolidándose como una potencia mundial en la alta cocina gracias a estos espacios exclusivos que no dejan de innovar, respetando al mismo tiempo sus raíces. Estos diez restaurantes no son solo lugares donde comer; son escenarios donde la historia, la cultura, la técnica y la pasión se encuentran para ofrecer experiencias memorables. Más que una comida, visitar cualquiera de ellos representa formar parte, durante unas horas, de una obra de arte viva y efímera.
Redacción (Madrid)
Al sureste del archipiélago cubano, donde la Sierra Maestra besa el mar Caribe y el sol parece rendirse con reverencia sobre los tejados coloniales, se encuentra una ciudad que no solo vive la historia, sino que la encarna: Santiago de Cuba.
Fundada en 1515 por el conquistador Diego Velázquez, Santiago es la segunda ciudad más importante de la isla y, para muchos, su corazón más rebelde. Aquí comenzó el camino de la independencia, con gestas heroicas que han marcado para siempre el espíritu indomable de sus habitantes. No por gusto se le conoce como la “cuna de la Revolución”.
Caminar por sus calles es sumergirse en una mezcla vibrante de tradición y resistencia. Desde el Parque Céspedes, centro neurálgico de la ciudad, hasta la majestuosa Catedral Metropolitana, cada rincón guarda memorias del pasado colonial, del auge del comercio marítimo y del fervor revolucionario. A unos pocos kilómetros, en el Cementerio de Santa Ifigenia, reposan los restos de figuras claves de la historia cubana como José Martí, Carlos Manuel de Céspedes y Fidel Castro, cuyas tumbas son visitadas a diario con una solemnidad que trasciende lo político para convertirse en culto a la identidad nacional.
Pero Santiago no es solo historia. Es tambor, es son, es carnaval. Aquí, la música no se escucha, se respira. El legendario Septeto Santiaguero y el espíritu del son cubano se encuentran en cada esquina, y las noches se iluminan con el ritmo pegajoso de los tambores afrocubanos que brotan desde el corazón del barrio Tivolí o del patio de la Casa de la Trova. Las influencias caribeñas, haitianas y españolas han dado lugar a una de las culturas más ricas y diversas del país.
A nivel geográfico, Santiago destaca por su compleja topografía: colinas que se elevan abruptamente, calles empinadas y miradores naturales que regalan vistas espectaculares del puerto natural, uno de los más profundos de América. Todo esto enmarcado por una vegetación tropical que hace de la ciudad un paraíso de contrastes visuales.
El calor de su clima solo es superado por el de su gente: hospitalaria, orgullosa, resiliente. En Santiago, la cubanía se vive con intensidad y sin adornos. Aquí no hay espacio para la indiferencia; todo es pasión, color y carácter.
Redacción (Madrid)
En una costa salvaje del norte dominicano, donde las montañas verdes se sumergen en el azul profundo del Atlántico y la selva tropical abraza cada rincón, se encuentra Amanera, un hotel que no es simplemente un alojamiento, sino una experiencia transformadora. Este refugio de lujo, parte del prestigioso grupo Aman, redefine lo que significa hospedarse en el Caribe, fusionando arquitectura moderna, sostenibilidad y la serenidad de la naturaleza en su máxima expresión.
En un país conocido por sus resorts todo incluido, Amanera se alza como un santuario de exclusividad, privacidad y diseño, pensado para quienes buscan algo más profundo que sol y playa: buscan conexión.
Situado en lo alto de un acantilado con vistas a la espectacular Playa Grande, Amanera ofrece acceso directo a una de las playas más hermosas y vírgenes del país. Lejos del bullicio turístico, la costa norte conserva aún ese aire de misterio tropical que tanto atrae a los viajeros más exigentes. Arena dorada, olas ideales para el surf y kilómetros de litoral sin urbanizar lo convierten en un lugar casi secreto.
Desde sus villas con piscina privada, integradas sutilmente en la vegetación, se puede contemplar la inmensidad del océano en total intimidad.
Amanera no impone su presencia: la arquitectura se adapta al entorno, respetando cada curva del terreno y cada árbol centenario. Las 25 casitas del resort se dispersan a lo largo de la colina, todas con vistas al mar, construidas con materiales naturales y líneas limpias que reflejan el estilo minimalista de Aman, siempre en diálogo con la cultura local.
Los espacios comunes, como el restaurante, el lounge o el spa, flotan entre el cielo y la selva, en armonía con el entorno. Todo está diseñado para que el huésped sienta que está habitando la naturaleza, no dominándola.
Lo que diferencia a Amanera no es solo su lujo visual, sino su filosofía de hospitalidad. Aquí, el servicio es discreto, anticipado y personalizado. Se pueden organizar caminatas guiadas por el bosque, visitas a plantaciones de cacao, excursiones en barco por la costa, clases de yoga al amanecer o tratamientos de bienestar con hierbas locales.
Los amantes del golf encontrarán en el Playa Grande Golf & Ocean Club uno de los campos más espectaculares del Caribe, diseñado por Robert Trent Jones Sr. y remodelado por su hijo.
Y para los que buscan introspección, Amanera ofrece algo cada vez más escaso en el mundo moderno: silencio, espacio y tiempo.
En un mundo cada vez más ruidoso, Amanera representa el lujo del silencio, de la autenticidad y del tiempo bien vivido. No es solo el hotel más sorprendente de la República Dominicana, sino también uno de los más impactantes del hemisferio por su forma de entender el turismo: con respeto, belleza y alma.
Amanera no se visita, se experimenta. Y quien ha dormido en su paz, jamás la olvida.
Redacción (Madrid)
Cuando se piensa en Cuba, es fácil imaginar playas de arena blanca, calles vibrantes y autos clásicos que parecen suspendidos en el tiempo. Sin embargo, bajo la superficie, existe un mundo desconocido lleno de misterio: las cuevas y túneles secretos que atraviesan el subsuelo de la isla. Desde formaciones naturales hasta pasajes construidos por el hombre, Cuba guarda en sus entrañas historias fascinantes que merecen ser contadas.
La Cueva de Santo Tomás, en la provincia de Pinar del Río, es uno de los sistemas cavernarios más impresionantes de América Latina. Con más de 46 kilómetros de galerías exploradas, esta maravilla natural esconde pinturas rupestres que datan de tiempos precolombinos. A lo largo de sus niveles y pasajes, se percibe una atmósfera casi mística, como si cada piedra conservara secretos de antiguos habitantes taínos y cimarrones que buscaron refugio en su interior.
Más allá de las maravillas naturales, en La Habana se esconden túneles construidos durante la Guerra Fría. Durante los años sesenta, temiendo una invasión estadounidense, el gobierno cubano ordenó la construcción de una red subterránea destinada a proteger a la población y al liderazgo político. Muchos de estos pasajes, ocultos bajo escuelas, hospitales y edificios gubernamentales, permanecen cerrados al público y solo sobreviven en relatos de quienes trabajaron en su excavación.
En otras ciudades, como Matanzas, las cuevas también tienen un valor histórico y cultural. La Cueva de Bellamar, descubierta accidentalmente en 1861, se ha convertido en una de las principales atracciones turísticas. Con estalactitas y estalagmitas que forman impresionantes figuras, Bellamar es una ventana al pasado geológico de la isla, pero también guarda leyendas locales sobre tesoros ocultos y apariciones fantasmales.
El uso de túneles no se limita al pasado. En épocas más recientes, los cubanos han recurrido al subsuelo como medio de resistencia y supervivencia. Hay testimonios de túneles improvisados para el contrabando o el escape, especialmente en las zonas costeras donde las restricciones políticas y económicas empujaron a algunos a buscar rutas alternativas, lejos de la vigilancia estatal.
Cuba, bajo tierra, revela un rostro menos conocido pero igual de fascinante. Ya sea en las profundidades de una cueva milenaria o en los corredores secretos de una ciudad moderna, cada rincón subterráneo cuenta una historia de resistencia, creatividad y misterio. Adentrarse en este mundo oculto es explorar no solo la geografía de la isla, sino también la profundidad de su espíritu.