
Redacción (Madrid)
Los mejores castillos de Europa: entre piedra, leyenda y paisaje
Europa es un continente atravesado por siglos de historia, y pocas construcciones hablan tan alto de su pasado como los castillos. Estas fortalezas, que combinan función militar, arquitectura monumental y simbolismo nobiliario, se reparten entre valles, acantilados y pequeñas aldeas a lo largo y ancho del continente. Algunos son joyas escondidas entre montañas, otros lucen con fama internacional. Su diversidad es tan amplia como los pueblos que los levantaron: desde los castillos del Loira hasta las torres azotadas por el viento de Escocia, cada piedra tiene una historia que contar.

Uno de los más icónicos es el castillo de Neuschwanstein, en Alemania, soñado por Luis II de Baviera e inspiración directa de Disney. Perchado entre bosques alpinos, esta fortaleza del siglo XIX parece sacada de un cuento de hadas, aunque nunca tuvo un uso militar real. Muy diferente es el castillo de Bran, en Rumanía, asociado popularmente con Vlad Tepes, el auténtico Drácula, y con una estética más austera y misteriosa, perfecta para los amantes del gótico y las leyendas oscuras.

Francia ofrece una ruta única por los castillos del Valle del Loira, donde joyas como Chambord o Chenonceau combinan arte renacentista, jardines meticulosos e historia íntima de la monarquía francesa. En cambio, en Escocia, el castillo de Eilean Donan destaca por su ubicación dramática en una pequeña isla entre fiordos, envuelto en nieblas y tradiciones celtas. Allí, cada piedra cuenta batallas, y cada sala guarda siglos de lucha, clan y cultura.

No podemos olvidar el impresionante Palacio da Pena, en Sintra (Portugal), un prodigio de colores y estilos arquitectónicos sobre una sierra que parece encantada. Tampoco el castillo de Hohenzollern, que corona una montaña en Alemania y ofrece vistas tan espectaculares como su arquitectura neogótica. Europa, en definitiva, es un tablero de piedras vivas, donde los castillos son testigos eternos de las luces y sombras de su historia.

Visitar estos castillos no es solo contemplar un paisaje de postal: es sumergirse en un pasado que, lejos de desaparecer, sigue hablándonos a través de torres, fosos y leyendas. Cada castillo es una puerta a otro tiempo, y cada visita, un pequeño viaje al corazón de la historia europea.