
Redacción (Madrid)
Monterrey, con su imponente perfil urbano y su espíritu regio, no solo es un centro industrial y cultural de primer orden, sino también un enclave significativo en la tradición taurina mexicana. Para el viajero interesado en la historia, la arquitectura y la cultura, la Plaza de Toros Monumental Lorenzo Garza se erige como un punto de referencia obligatorio. Esta plaza, ubicada en la avenida Alfonso Reyes, es más que un coso taurino: es un símbolo de la pasión regional por las corridas y un escenario que conecta al visitante con generaciones de aficionados.
Construida hace varias décadas, la Monumental Lorenzo Garza cuenta con una amplia capacidad para recibir a miles de espectadores. Según sus datos, puede albergar hasta 15 000 personas, lo que la convierte en una de las plazas más grandes del norte de México. Su historia se remonta a una tradición taurina muy arraigada: Monterrey ha tenido desde tiempos antiguos corridas improvisadas y plazas temporales, y este recinto permanente ha llegado a consolidarse como el epicentro de la fiesta brava en la región.

A lo largo de los años, la Monumental ha sido testigo de carteles memorables y temporadas intensas. En la temporada taurina más reciente, su afición se refleja con claridad: la empresa EMSA organiza ciclos de corridas importantes, reuniendo no solo toreros mexicanos, sino también figuras internacionales, lo que convierte la plaza en un auténtico atractivo turístico para los amantes de la tauromaquia.
Pero el valor de este recinto trasciende lo taurino. Arquitectónicamente, su diseño refleja una mezcla entre funcionalidad y grandeza. Su techo cubierto (una característica destacada que la hizo pionera) y su estructura le han permitido albergar también otros eventos: conciertos, espectáculos masivos e incluso festivales. Para un viajero curioso, visitar la plaza no significa sólo asistir a una corrida: pasear por sus gradas, imaginar el bullicio del público y contemplar el ruedo vaciado al atardecer es una experiencia casi poética con sabor a tradición mexicana.

Además, la Plaza Lorenzo Garza está integrada en el tejido urbano de Monterrey, lo que facilita su visita como parte de una ruta cultural más amplia. Se puede combinar con otros atractivos cercanos del norte regiomontano o planear una escapada temática durante la temporada taurina, aprovechando para sumergirse en la gastronomía local, las costumbres del estado de Nuevo León y su paisaje urbano.
La importancia de la plaza también radica en su estatus regulatorio: según el reglamento de espectáculos taurinos del municipio de Monterrey, los recintos considerados de “primera categoría” deben tener una capacidad superior a 8.000 espectadores. Este reconocimiento oficial refuerza la relevancia de la Monumental no solamente como recinto de entretenimiento, sino como parte del patrimonio cultural y social de la ciudad.

Por otro lado, la historia taurina de Monterrey incluye otras plazas ya desaparecidas o transformadas, que pueden interesar al viajero historiador: en el pasado hubo espacios como la plaza “Santa Lucía” o el Coliseo en la manzana hoy urbana. Conocer estos antiguos emplazamientos, aunque ya no existen físicamente, permite comprender cómo la ciudad ha cambiado y cómo la tauromaquia ha influido en su desarrollo cultural.
Visitar la Plaza de Toros Monumental Lorenzo Garza es, para muchos, algo más que ir a ver toros: es una inmersión en un legado, un viaje por una tradición viva que convive con la modernidad de Monterrey. Para el turista, es una oportunidad de descubrir una faceta menos turística, más auténtica, de la ciudad: aquella en la que el arte y la emoción se entrelazan al compás del paso de los toreros, el silbido del viento y el eco de un público que ha hecho de la plaza un lugar emblemático de su identidad.





