
Redacción (Madrid)
En lo alto de la Cordillera Central, rodeado de montañas que parecen rozar el cielo, se encuentra San José de las Matas, un municipio que late con la esencia misma de la República Dominicana rural. A tan solo dos horas de Santiago de los Caballeros, este pueblo serrano combina tradición, naturaleza y progreso en una armonía difícil de encontrar. Con su clima fresco y su gente hospitalaria, San José de las Matas —conocido cariñosamente como Sajoma— se ha convertido en un referente del turismo ecológico y del desarrollo sostenible en el país.

El visitante que llega a Sajoma se encuentra con un paisaje que parece sacado de una postal: colinas cubiertas de pinos, ríos de aguas cristalinas y una brisa que huele a café recién tostado. El río Bao, el Balneario La Ventana y el Salto de Gallo son solo algunos de los atractivos naturales que cautivan a quienes buscan escapar del bullicio urbano. No es casualidad que cada vez más dominicanos y extranjeros elijan este rincón serrano para practicar senderismo, bañarse en pozas naturales o simplemente respirar aire puro.

Pero San José de las Matas no es solo belleza natural. Su gente ha sabido combinar la tradición agrícola con iniciativas modernas de desarrollo. La producción de café orgánico y cacao es una de las principales fuentes de sustento, junto con la silvicultura controlada, que garantiza la preservación del bosque. Además, pequeños emprendimientos locales, desde fábricas de dulces hasta alojamientos rurales, han encontrado en el turismo una vía para impulsar la economía sin sacrificar la identidad del pueblo.

Culturalmente, Sajoma mantiene vivas sus raíces. Las fiestas patronales en honor a San José son el reflejo de una comunidad orgullosa de su herencia. La música típica, los juegos tradicionales y las procesiones religiosas convierten las calles en un escenario vibrante de fe y alegría. En cada esquina se escucha el merengue, y en cada casa se sirve un café que sabe a historia y hospitalidad.

Hoy, San José de las Matas se proyecta como un modelo de equilibrio entre desarrollo y conservación. En tiempos en que muchas comunidades rurales pierden su esencia ante el avance urbano, Sajoma demuestra que el progreso puede convivir con la naturaleza. Este pueblo serrano no solo representa un destino turístico, sino también un ejemplo de cómo el amor por la tierra puede transformarse en un motor de esperanza para las futuras generaciones dominicanas.