Redacción (Madrid)

Holguín, conocida como la “Ciudad de los Parques”, recibe a sus visitantes con una mezcla de historia, cultura y vida cotidiana que se respira en cada esquina. Pasar un día en esta urbe del oriente cubano es suficiente para entender por qué enamora a quienes llegan, aunque siempre deja el deseo de regresar.

Mañana entre parques y plazas

El día puede comenzar en el Parque Calixto García, el corazón de la ciudad. Rodeado de edificios coloniales y cafés, es un punto de encuentro natural para los holguineros. Desde allí, caminar hacia el Parque San José o el Parque Las Flores es adentrarse en la vida diaria de una ciudad que gira en torno a estos espacios. Bajo la sombra de las palmas y flamboyanes, se mezclan estudiantes, familias y jubilados que conversan en los bancos.

Para desayunar, nada mejor que un café fuerte acompañado de pan con mantequilla o un jugo de frutas tropicales, abundantes en la región.

Mediodía entre arte y tradición

Al llegar el mediodía, una parada obligada es el Museo Provincial La Periquera, antiguo cuartel español convertido en museo, que guarda piezas de gran valor histórico y cultural. Muy cerca, la Casa de la Cultura ofrece talleres y exposiciones de artistas locales, reflejo de la intensa vida creativa de la ciudad.

El almuerzo puede disfrutarse en uno de los restaurantes tradicionales cercanos al centro, donde abundan los platos de cerdo asado, yuca con mojo y arroz congrí. Todo acompañado de frutas frescas, un reflejo del sabor auténtico del oriente cubano.

Tarde en las alturas

Holguín no sería la misma sin su mirador más emblemático: la Loma de la Cruz. Subir sus más de 450 escalones es un reto que recompensa con una vista panorámica de toda la ciudad, extendida en un valle rodeado de montañas. Al atardecer, el cielo se tiñe de tonos rojizos y dorados que hacen del lugar un espectáculo natural inolvidable.

Para quienes prefieren algo más relajado, un paseo por el Jardín Botánico de Holguín ofrece un respiro verde, con una impresionante colección de especies endémicas de Cuba.

Noche de música y sabor

Cuando cae la noche, Holguín se llena de música. En las peñas culturales o en los bares del centro suenan guitarras y voces trovadoras, herederas de una tradición musical que late fuerte en el oriente cubano. La cena puede incluir mariscos frescos, muy apreciados en la región, o una pizza al estilo local, antes de cerrar la jornada con un trago de ron o un coctel caribeño.

Una ciudad para volver

Veinticuatro horas en Holguín bastan para descubrir una ciudad vibrante, que combina naturaleza, cultura y hospitalidad. Aunque breve, la experiencia deja claro que Holguín es mucho más que una parada: es un lugar donde cada rincón invita a quedarse un poco más.

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