
Redacción (Madrid)
En el corazón de la Sierra de Guadarrama, a menos de una hora de Madrid, se alza un enclave que combina historia, naturaleza y hospitalidad: el Parador de la Sierra de Guadarrama, conocido también como el Parador de La Granja o de Cotos, según el paraje al que se haga referencia. Este establecimiento, como otros de la red de Paradores de Turismo de España, no es simplemente un hotel, sino un espacio que guarda la memoria del entorno y se convierte en punto de partida para descubrir la riqueza de la montaña.

Ubicado en un entorno de bosques espesos, prados y cumbres nevadas durante buena parte del año, el parador ofrece al viajero una experiencia que trasciende la simple estancia. Sus muros, integrados con la arquitectura castellana, evocan la tradición de las antiguas hospederías de montaña, donde se combinaba la sobriedad de la piedra con el calor de interiores acogedores. Alojarse allí significa dormir bajo la sombra de los pinos silvestres, respirar el aire puro de la sierra y contemplar amaneceres que tiñen de rojo y dorado las crestas del macizo.
El parador no solo brinda descanso, sino también gastronomía. En su restaurante se pueden degustar platos típicos de la cocina segoviana, como el cochinillo asado o los judiones de La Granja, acompañados de vinos de la región. De esta manera, el viajero saborea la montaña no solo a través de sus paisajes, sino también de sus tradiciones culinarias.
Su ubicación lo convierte en un enclave estratégico para el turismo activo. Desde sus puertas parten rutas de senderismo que conducen al Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, con cumbres emblemáticas como Peñalara, la más alta del sistema, o parajes de gran belleza como la Laguna Grande. En invierno, la cercanía a estaciones de esquí convierte al parador en un refugio perfecto para quienes buscan disfrutar de los deportes de nieve sin renunciar a la comodidad. En verano, los bosques ofrecen frescor y senderos que invitan a recorrer el paisaje al ritmo pausado de quien desea desconectar del bullicio urbano.

Culturalmente, el parador se integra en un territorio rico en historia. A escasos kilómetros se encuentra el Real Sitio de San Ildefonso, con su imponente Palacio de La Granja y sus jardines de inspiración versallesca. También están cerca Segovia, con su acueducto romano y su catedral gótica, y El Escorial, uno de los conjuntos monumentales más importantes de España. Así, la estancia en el parador no solo ofrece contacto con la naturaleza, sino también acceso a algunos de los mayores tesoros históricos del país.
En definitiva, el Parador de la Sierra de Guadarrama es mucho más que un lugar donde alojarse. Es un puente entre la calma de la montaña y la riqueza cultural de Castilla, un refugio donde tradición, naturaleza y confort se unen para ofrecer al viajero una experiencia auténtica. Quien lo visita no solo descansa: se adentra en la esencia misma de la sierra, en un espacio que invita a la contemplación, al disfrute y al descubrimiento.
