
Redacción (Madrid)
Japón es la cuna de los arcades modernos. Desde que títulos como Space Invaders y Pac-Man conquistaron al mundo, los game centers se transformaron en un símbolo de ocio urbano. Aunque los videojuegos en casa y en dispositivos móviles han cambiado los hábitos de los jugadores, las salas recreativas japonesas siguen siendo espacios vibrantes, llenos de luces de neón, sonidos estridentes y la energía inconfundible de la cultura gamer.

En Tokio, el barrio de Akihabara se erige como el epicentro de esta tradición. Conocido como “Electric Town”, ofrece edificios de varios pisos donde cada nivel está dedicado a un género distinto: desde máquinas de garras mecánicas hasta juegos de ritmo, peleas clásicas y simuladores futuristas. En el mismo espíritu, Game Center Mikado en Takadanobaba e Ikebukuro se ha convertido en un refugio para nostálgicos, con una colección de juegos de los años ochenta y noventa que atrae a fanáticos del retro de todas partes del mundo.
Otro de los templos de culto es Taito Hey, ubicado también en Akihabara, donde se combinan más de trescientas máquinas que abarcan desde títulos de disparos hasta clásicos de lucha. En Ikebukuro, la calle Sunshine 60 ofrece varios locales de recreativas que invitan a pasar la tarde entre garras mecánicas, gachapons y juegos accesibles a todas las edades. Shibuya, por su parte, alberga el mítico Shibuya Kaikan, un salón con varios pisos que respira historia y conserva precios sorprendentemente bajos, lo que lo convierte en un lugar entrañable para jugadores de todas las generaciones.

La experiencia va más allá de los videojuegos tradicionales. Las máquinas de garras, conocidas como UFO catchers, se han convertido en todo un fenómeno cultural, y los juegos de ritmo como Taiko no Tatsujin o DanceDanceRevolution generan un espectáculo visual y sonoro que atrapa incluso a quienes solo observan. También destacan los simuladores de conducción y cabinas de combate, capaces de sumergir al jugador en una realidad paralela. A esto se suma la fiebre de las cabinas de fotos decorativas, o purikura, donde los visitantes crean recuerdos instantáneos adornados con filtros y diseños coloridos.
Visitar un salón de recreativas en Japón es vivir una faceta esencial de la cultura urbana del país. Cada centro refleja un equilibrio entre tradición y modernidad: la nostalgia de los juegos que marcaron generaciones convive con la innovación tecnológica más actual. Al recorrer estos espacios, no solo se juega, también se respira la historia del entretenimiento japonés y se participa en una comunidad que ha sabido mantener viva la magia del arcade.
