Reacción (Madrid)
Enclavado en las estribaciones de la Cordillera Central, San José de las Matas, conocido popularmente como Sajoma, se ha convertido en un ejemplo de equilibrio entre tradición, naturaleza y desarrollo. A unos 30 kilómetros de Santiago de los Caballeros, este municipio se distingue por su clima fresco, sus paisajes montañosos y su fuerte identidad cultural. Aunque su economía se ha sustentado históricamente en la agricultura y la ganadería, en los últimos años ha emergido como un destino turístico de creciente relevancia.


La historia de Sajoma está marcada por la resistencia y el trabajo comunitario. Fundado oficialmente en 1810, el pueblo ha sabido preservar costumbres como las festividades patronales en honor a San José, donde la música típica, las comidas criollas y las procesiones religiosas se entrelazan. Entre las casas de madera pintadas de colores vivos y los patios con cafetales, todavía se respira un ambiente rural, pero con la vitalidad de una comunidad que mira hacia el futuro.


Uno de los mayores atractivos del municipio son sus recursos naturales. Los visitantes encuentran en Sajoma un punto de partida hacia balnearios como La Ventana, Aguas Calientes y el popular salto de La Pelona, todos rodeados por la exuberancia de pinares y ríos cristalinos. El ecoturismo se ha convertido en una apuesta clave para el desarrollo local, con proyectos comunitarios que buscan combinar la generación de ingresos con la conservación ambiental.


El auge turístico también ha traído nuevos desafíos. El crecimiento de infraestructuras, la llegada de visitantes y el aumento de inversiones privadas han despertado debates sobre cómo mantener el equilibrio entre progreso y sostenibilidad. Líderes comunitarios y autoridades municipales insisten en la importancia de una planificación ordenada que garantice la preservación de los recursos que hacen de Sajoma un lugar único.


San José de las Matas, con su mezcla de paisaje serrano, cultura viva y espíritu hospitalario, se proyecta como un referente del turismo rural y ecológico en la República Dominicana. Entre el aroma del café recién tostado y el murmullo de los ríos, este pueblo demuestra que es posible crecer sin perder el alma, siempre que la comunidad siga siendo la guardiana de su propio destino.

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