
Redacción (Madrid)
Cuba no solo es sinónimo de música, playas y arquitectura colonial; también lo es del arte visual, una expresión que vibra en sus calles, galerías y talleres. Viajar por la isla es también recorrer el imaginario de sus artistas plásticos, creadores que han transformado sus vivencias, paisajes y tradiciones en obras universales. Explorar el arte cubano es adentrarse en un mundo donde la forma y el color dialogan con la historia, la identidad y la imaginación.
Uno de los nombres imprescindibles es Wifredo Lam, cuya obra fusiona el cubismo, el surrealismo y las raíces afrocubanas. Su famoso cuadro La jungla es una parada obligatoria en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana. Lam es reconocido internacionalmente y su legado ha influido en generaciones posteriores.

En el siglo XX, Amelia Peláez destacó por su estilo único, lleno de vitrales, colores vivos y formas ondulantes que evocan el barroco cubano. Sus obras, presentes en numerosas galerías cubanas, permiten al visitante comprender el alma doméstica y femenina de la tradición plástica de la isla.
Otro exponente clave es René Portocarrero, conocido por sus retratos urbanos llenos de fantasía y color. Sus representaciones de La Habana, con rostros simbólicos y arquitectura vibrante, ofrecen una experiencia visual muy ligada al paisaje urbano que el turista puede reconocer al pasear por la ciudad.
En la escena contemporánea, artistas como Manuel Mendive conectan lo ancestral con lo actual. Sus obras, llenas de cuerpos, texturas y símbolos afrocubanos, muchas veces traspasan los lienzos para convertirse en performances o esculturas públicas. Mendive es, sin duda, una figura imperdible para quienes buscan arte con espiritualidad.

También destacan Roberto Fabelo, con sus figuras fantásticas, animales humanizados y escenas surrealistas que desafían la lógica; y Alexis Leyva Machado (Kcho), conocido por sus esculturas inspiradas en la vida cotidiana, el mar y los materiales reciclados. Sus obras pueden encontrarse en espacios públicos y museos tanto en La Habana como en otras ciudades del país.
Los visitantes pueden disfrutar de este vibrante legado en lugares como el Museo Nacional de Bellas Artes, la Fábrica de Arte Cubano, el Centro Wifredo Lam, o en galerías más pequeñas que abundan en La Habana Vieja, Trinidad y Santiago de Cuba. Estos espacios no solo muestran las obras, sino que a menudo permiten al turista conversar directamente con los artistas.
En conclusión, los artistas plásticos cubanos han convertido la isla en un auténtico museo al aire libre, donde el arte se fusiona con la vida cotidiana. Para el viajero sensible, recorrer Cuba a través de sus creadores es una experiencia enriquecedora, que despierta los sentidos y abre nuevas formas de comprender una cultura vibrante, profunda y eternamente creativa.
