Redacción (Madrid)
Cuba es sinónimo de música, sabor y fiesta. Pero cuando cae la noche, sus ciudades se transforman en escenarios vibrantes donde locales y turistas se mezclan al ritmo de la salsa, el reguetón, la timba y la electrónica. Aunque el país es conocido por su herencia cultural e histórica, sus discotecas ofrecen una cara moderna, enérgica y fascinante que merece ser explorada.


La Habana, por supuesto, lidera la escena nocturna. El icónico Fábrica de Arte Cubano (FAC) no es solo una discoteca, sino un centro cultural multifacético donde el arte, la música y la danza conviven en armonía. Aquí se puede pasar de una galería contemporánea a un concierto de jazz, para luego terminar la noche bailando bajo luces tenues y beats electrónicos. Para los que buscan algo más clásico, Casa de la Música de Miramar es el lugar ideal: orquestas en vivo, mojitos bien servidos y una pista de baile que vibra con la energía del son cubano.


En Santiago de Cuba, cuna del son y de algunas de las fiestas más intensas del país, destacan lugares como Club Iris Jazz Club y La Claqueta, donde la música tradicional convive con géneros modernos. Esta ciudad respira ritmo por todos sus poros, y cada noche puede convertirse en una celebración espontánea donde incluso los desconocidos terminan bailando como viejos amigos.


Más al oeste, en Trinidad, una joya colonial detenida en el tiempo, la vida nocturna gira en torno a la Discoteca Ayala, también conocida como «La Cueva». Situada en una caverna natural, esta discoteca subterránea ofrece una experiencia única: luces estroboscópicas entre estalactitas, y música a todo volumen en un entorno casi surrealista. Es una parada obligada para quienes buscan una noche verdaderamente distinta.


Lejos de los grandes focos, otras ciudades como Holguín, Cienfuegos o Varadero también cuentan con espacios donde la noche se vive con intensidad caribeña. En definitiva, las discotecas en Cuba no solo son lugares para bailar: son templos donde se rinde culto a la música, a la alegría y al encuentro humano. Para el viajero curioso, sumergirse en su vida nocturna es entender un pedazo esencial del alma cubana.


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