
Redacción (Madrid)
Bruselas, capital de Bélgica y sede de instituciones clave de la Unión Europea, no es solo un epicentro político y diplomático: es también una ciudad donde el arte, la historia y la creatividad florecen en cada esquina. Entre sus calles empedradas y sus avenidas cosmopolitas se esconde una red diversa y sorprendente de museos que permiten al visitante realizar un recorrido íntimo y enriquecedor por el alma cultural del país.

Descubrir los museos de Bruselas es descubrir múltiples capas de identidad belga: desde los antiguos maestros flamencos hasta los cómics modernos, desde la historia real hasta los secretos del chocolate. Cada museo, pequeño o monumental, abre una ventana a una faceta distinta de una ciudad que sabe ser clásica y moderna, sobria y lúdica al mismo tiempo.
Uno de los pilares culturales de Bruselas es sin duda el conjunto de los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica, que reúne varias instituciones bajo un mismo nombre. El Museo de Arte Antiguo guarda obras maestras de artistas flamencos como Bruegel, Van Dyck y Rubens, cuyos lienzos capturan la riqueza visual y simbólica del barroco y el Renacimiento.
Justo al lado, el Museo de Arte Moderno y el Museo Magritte ofrecen un cambio de tono: surrealismo, simbolismo, crítica social y ruptura de formas. Especialmente relevante es el museo dedicado a René Magritte, el pintor belga por excelencia, donde se explora su mente enigmática y su poder visual a través de una colección única en el mundo. En conjunto, estos museos reflejan el equilibrio entre tradición e innovación que caracteriza a la cultura belga.
Bruselas es también la capital del cómic europeo, y eso se celebra en el maravilloso Centro Belga del Cómic, ubicado en un edificio art nouveau de Victor Horta. Aquí, personajes como Tintín, los Pitufos, Lucky Luke y Spirou cobran vida a través de originales, bocetos, reconstrucciones y exposiciones temporales.
Más que un museo infantil, este espacio muestra cómo el cómic ha sido una forma de crítica, educación y arte en Bélgica desde el siglo XX. El visitante no solo redescubre su infancia, sino que comprende cómo la historieta puede ser un espejo irónico de la sociedad y una poderosa herramienta de expresión cultural.

El recorrido por los museos de Bruselas puede llevar también a experiencias más insólitas y variadas. El Museo del Chocolate permite entender (y probar) una de las grandes pasiones belgas, explicando el proceso de fabricación y la evolución histórica de este manjar. Por su parte, el Museo de Ciencias Naturales alberga una de las colecciones de dinosaurios más completas de Europa, ideal para familias o amantes de la paleontología.
Otros espacios destacan por su singularidad: el Museo de Instrumentos Musicales, con más de 8.000 piezas de todos los continentes, ubicado en otro imponente edificio art nouveau; o el Museo de la Ciudad de Bruselas, en la Grand Place, que ofrece una inmersión en la historia urbana de la capital, desde sus gremios medievales hasta su expansión moderna.
Bruselas es una ciudad que se puede leer como un libro ilustrado y polifónico: sus museos son las páginas donde se narra su evolución, sus obsesiones, sus logros y contradicciones. Lo fascinante de su oferta museística no es solo la calidad o la cantidad, sino la diversidad de perspectivas: arte clásico y contemporáneo, historia y ciencia, humor gráfico y diseño, todo cohabita en una ciudad que entiende la cultura como algo esencial, no accesorio.
Visitar sus museos es entender que Bruselas no solo es el corazón administrativo de Europa, sino también uno de sus núcleos culturales más vivos y ricos. Para el viajero curioso, amante del arte o del conocimiento, Bruselas ofrece una experiencia museística que va más allá de lo estético: es una invitación a comprender Europa desde una de sus ciudades más complejas, creativas y humanas.
