Costa da Morte, entre la leyenda y la bravura del Atlántico

Redacción (Madrid)

Galicia guarda en su costa noroeste un territorio que combina la belleza salvaje del paisaje con una carga histórica y simbólica que ha atravesado los siglos. La Costa da Morte —literalmente, “Costa de la Muerte”— es más que un rincón escarpado del mapa español; es un escenario donde la naturaleza impone sus propias leyes, y donde cada ola parece contar una historia de naufragios, peregrinaciones y tradiciones inmemoriales.

Un nombre con ecos de tragedia

El nombre Costa da Morte no es fruto del marketing turístico, sino del legado de siglos de accidentes marítimos. La bravura del océano Atlántico, unida a la geografía abrupta de acantilados y bajos rocosos, ha sido testigo de incontables naufragios desde tiempos antiguos. Barcos mercantes, pesqueros e incluso embarcaciones militares han sucumbido ante las tormentas y las corrientes traicioneras. Uno de los más recordados es el del petrolero Prestige en 2002, que tiñó de negro esta costa y la conciencia ecológica de toda Europa.

Naturaleza indómita y sobrecogedora

Desde Malpica hasta Finisterre, la Costa da Morte ofrece un espectáculo natural que combina playas solitarias, faros centenarios y acantilados que parecen no tener fin. El Cabo Vilán, por ejemplo, se alza desafiante frente al océano con uno de los faros más emblemáticos de España. Camariñas, Laxe, Muxía y Carnota son solo algunas de las paradas obligatorias para quien desee sumergirse en un paisaje de luces cambiantes, viento perpetuo y mar en constante batalla.

Misticismo y peregrinación

Finisterre, considerado por los romanos el «fin del mundo conocido», es también una de las prolongaciones del Camino de Santiago. Muchos peregrinos continúan hasta aquí su andadura tras llegar a Compostela, en busca del ritual de quemar sus botas o ver morir el sol en el horizonte atlántico, como símbolo de renacimiento.

En Muxía, el santuario da Virxe da Barca combina la devoción mariana con la mitología celta. Las piedras sagradas que rodean el templo evocan milagros, leyendas de gigantes y embarcaciones de piedra que desafiaron la lógica.

Una cultura marcada por el mar

La Costa da Morte es también un espacio de identidad. El mar no solo es peligro; es sustento, idioma, música y forma de vida. El gallego se habla aquí con la cadencia del viento, y la gastronomía es un homenaje a la frescura marina: percebeiros que arriesgan la vida por el marisco más codiciado, pulpos cocinados con mimo, y empanadas que resumen siglos de tradición campesina y marinera.

Las mejores actividades para disfrutar en pareja en República Dominicana

Redacción (Madrid)
República Dominicana, conocida por sus playas de ensueño y su vibrante cultura caribeña, se ha convertido en uno de los destinos favoritos para parejas que buscan una combinación perfecta de aventura, romance y relajación. Desde el primer momento, la isla ofrece una variedad de experiencias diseñadas para fortalecer la conexión y crear recuerdos inolvidables.

Una de las actividades más recomendadas para parejas es recorrer las playas de Punta Cana en catamarán. Navegar juntos sobre aguas turquesas, disfrutar de la brisa marina y detenerse en piscinas naturales para brindar con un cóctel, convierte un simple paseo en una experiencia mágica. Además, algunas excursiones ofrecen servicios especiales como cenas románticas a bordo o sesiones de snorkel en arrecifes de coral.

Explorar la ciudad colonial de Santo Domingo es otra propuesta imprescindible. Caminar de la mano por calles empedradas llenas de historia, descubrir encantadores cafés y museos, y admirar la arquitectura renacentista crea el ambiente perfecto para una escapada cultural. Muchos optan por culminar el día con una cena en alguno de los restaurantes de la Zona Colonial, donde la gastronomía y la música en vivo completan la experiencia.

Para los amantes de la naturaleza, una excursión a Samaná ofrece momentos de pura conexión. Entre enero y marzo, se puede vivir la experiencia única de avistar ballenas jorobadas, mientras el resto del año invita a descubrir cascadas escondidas como El Limón o playas vírgenes como Playa Rincón. Compartir estas maravillas naturales refuerza el vínculo y añade un toque de aventura al viaje.

Los resorts de lujo en la isla también proponen actividades pensadas para el romance. Desde tratamientos de spa en pareja hasta cenas privadas en la playa iluminadas por antorchas, pasando por clases de baile caribeño o talleres de cocina, las opciones para crear momentos especiales son infinitas. Muchas parejas eligen estos programas para celebrar aniversarios o simplemente para desconectar del mundo.

Finalmente, aventurarse en experiencias más auténticas, como una ruta de cacao en el interior del país o una visita a plantaciones de café en las montañas, ofrece una perspectiva diferente del destino. Compartir el descubrimiento de las tradiciones locales, aprender juntos y degustar los sabores dominicanos en su esencia es una forma de viajar más profunda y enriquecedora para cualquier pareja.

48 horas en Santo Domingo, la capital dominicana que enamora con su centro histórico

Redacción (Madrid)
Apenas aterrizas en el Aeropuerto Las Américas y el calor caribeño te envuelve al bajar del avión. Un taxi te deja en la Zona Colonial, donde las calles empedradas y los balcones coloniales revelan un laberinto de historias. Paseas sin rumbo entre fachadas amarillas y rojas, cada una apuntando a un pasado de conquistas y tesoros perdidos. El primer sorbo de un jugo de chinola te despierta y, al doblar la esquina, descubres una pequeña librería de segunda mano donde un anciano te cuenta que Santo Domingo es la ciudad más antigua de América, fundada en 1498 por Bartolomé Colón.

El sol comienza a ponerse y te encaminas hacia la Puerta del Conde, testigo de la independencia dominicana. Desde allí, los volúmenes se mezclan con el rumor de tambores y maracas que proviene de un colmado cercano. Entran músicos con tambores “palos” anunciando la noche, y el aroma de chicharrón y yaniqueques te guía hasta un puestecito donde la gente conversa animada, riendo con un merengue improvisado de fondo. Te sientas en una banca de madera y, entre bocado y bocado, comprendes que la esencia de Santo Domingo late en lo cotidiano.

Amanece en la plaza de España y el canto de las palomas se cuela por las rendijas de la ventana del hotel boutique. Con un café dominicano y un pan de agua caliente en la mano, atraviesas la Catedral Primada de América, la primera catedral construida en el Nuevo Mundo. La luz que se filtra por los vitrales pinta el suelo de colores y te recuerda la mixtura de culturas que aquí converge. Te detienes junto al mausoleo de Cristóbal Colón, donde los guías hablan con orgullo de la obra arquitectónica y del legado que aún conserva intacto el clasicismo renacentista.

Al mediodía, el Mercado Modelo se convierte en un caleidoscopio de tejidos, artesanías y especias. Caminas por pasillos angostos y saludas a artesanos que tallan figuras de caoba y pintan máscaras carnavalescas. Pruebas un sancocho en un pequeño comedor familiar, servido en un plato hondo, cargado de yuca, plátano y carne de res. Cada cucharada tiene el sabor de la tradición, de familias que han pasado recetas de generación en generación.

Ya con la tarde avanzada, tomas el Malecón, esa amplia vía a orillas del Caribe donde el viento salado te peina el rostro. Motoconchos y ciclistas compiten con el sol que se oculta tras el horizonte. Llegas al Faro a Colón, monumento dedicado al Almirante y convertido hoy en memorial. Desde ahí se ve cómo la ciudad se enciende: luces de neón, anuncios de rumba y bares que ofrecen bachata en vivo. Te demoras un rato observando el mar, pensando en cómo dos días apenas rozan la superficie de este mosaico urbano.

La noche cae de nuevo y tu última jornada concluye en un bar de la Avenida Duarte, donde un saxofonista regala notas de jazz mezcladas con boleros. Las mesas repletas de parejas y grupos de amigos brindan con mamajuana, licor emblemático de la isla. Mientras la música se funde con risas y brindis, comprendes que en 48 horas has vivido siglos de historia y latidos de presente, y que Santo Domingo seguirá resonando en tu memoria mucho después de tu partida.

Un fin de semana lujoso en Mónaco

Redacción (Madrid)
Un fin de semana en el Principado de Mónaco es mucho más que una escapada, es una inmersión en el lujo, el glamour y la elegancia que definen uno de los destinos más exclusivos del mundo. Entre acantilados dorados por el sol y aguas cristalinas del Mediterráneo, todo parece diseñado para el placer de vivir despacio, con clase y sin límites.

El viaje comienza con una llegada espectacular en helicóptero desde Niza, apenas siete minutos de vuelo para aterrizar directamente en el corazón de Monte-Carlo. El Hôtel de Paris Monte-Carlo, símbolo del refinamiento monegasco, recibe a sus huéspedes con un servicio impecable y suites donde los detalles hablan de historia y sofisticación. Desde allí, una cena en Le Louis XV, el restaurante de Alain Ducasse con tres estrellas Michelin, marca el tono de la experiencia. Platos sublimes, maridados con vinos de colección, preparan el escenario para una noche en el Bar Américain, donde los cócteles clásicos y la música en vivo transportan a la Belle Époque con un giro moderno.

La mañana del sábado comienza con un desayuno frente al mar, seguido de una excursión en yate privado por la Riviera Francesa. Navegar junto a Èze, Cap Ferrat y Villefranche-sur-Mer es un espectáculo natural enmarcado por el confort absoluto, champagne incluido. De vuelta en tierra, el almuerzo tiene lugar en La Vigie, club costero donde el Mediterráneo casi toca la mesa. El resto de la tarde se dedica al bienestar en los Thermes Marins Monte-Carlo, donde los tratamientos exclusivos y las vistas al horizonte ofrecen un respiro profundo.

Un paseo por el Carré d’Or abre paso a la tentación del shopping de alta gama, con nombres como Chanel, Hermès y Cartier marcando el paso por calles que son casi pasarelas. Por la noche, una experiencia gastronómica diferente espera en Yoshi, el restaurante japonés de Alain Ducasse, íntimo, preciso y lleno de matices. Luego, la cita con el Casino de Monte-Carlo se convierte en ritual. Ya sea para una partida de ruleta o simplemente para absorber su atmósfera legendaria, el lugar impone. Para quienes desean extender la noche, Jimmy’z Monte-Carlo ofrece un ambiente vibrante, exclusivo y lleno de energía hasta el amanecer.

El domingo se toma con calma, con un brunch en el Café de Paris Monte-Carlo, donde se mezcla la alta cocina con el espectáculo urbano de coches de lujo y personajes elegantes. Un paseo por la roca conduce al casco antiguo, al Palacio del Príncipe y a los jardines de Saint-Martin, rincones donde la historia y el paisaje se funden con armonía. Una última pausa en el Hôtel Hermitage para un café con vistas o un tratamiento exprés en su spa pone el broche final antes del regreso. Ya sea en helicóptero o limusina, la despedida no pierde estilo.

Un fin de semana en Mónaco no se mide en horas, sino en momentos. Y en este rincón donde todo brilla, incluso el tiempo parece detenerse para que uno nunca quiera marcharse.

Disfruta de los trenes más lujosos de España

Redacción (Madrid)
En una época donde la rapidez suele ser sinónimo de eficiencia, todavía existen formas de viajar que desafían el ritmo vertiginoso de la vida moderna. España, con su vasta red ferroviaria y su profunda tradición ferroviaria, es hogar de algunos de los trenes más lujosos de Europa. Lejos de ser simples medios de transporte, estos trenes ofrecen experiencias que combinan historia, confort y alta gastronomía sobre rieles. Subirse a uno de ellos es embarcarse en un viaje al pasado con todas las comodidades del presente.

Conocido como el “Orient Express español”, el Transcantábrico Gran Lujo es posiblemente el tren más prestigioso del país. Recorre la costa norte, desde San Sebastián hasta Santiago de Compostela, atravesando paisajes verdes y montañosos, pueblos pesqueros y joyas patrimoniales. Cada suite del tren es una pequeña obra de arte: amplias, elegantemente decoradas y equipadas con cama matrimonial, sala de estar, baño privado con ducha de hidromasaje y conexión Wi-Fi. La gastronomía a bordo es otro de sus pilares, con menús diseñados por reconocidos chefs que rinden homenaje a la cocina del norte de España. Durante el día, los viajeros disfrutan de excursiones exclusivas y catas privadas, mientras que por la noche el tren se detiene para permitir un descanso absoluto.

El Tren Al Ándalus invita a descubrir el alma del sur de España en un ambiente palaciego. Este tren recorre ciudades emblemáticas como Sevilla, Córdoba, Granada, Ronda y Cádiz, evocando la elegancia de los viajes de la Belle Époque. Sus coches, construidos originalmente en Francia en los años 20 para la realeza británica, han sido restaurados con un gusto exquisito. Cabinas decoradas con maderas nobles, salones climatizados y un servicio impecable acompañan al pasajero en un viaje donde el flamenco, la arquitectura islámica y la cocina andaluza son protagonistas. Todo está pensado para que el trayecto sea tan memorable como los destinos.

Otra joya sobre raíles es el Costa Verde Express, el hermano pequeño del Transcantábrico pero con una propuesta igualmente encantadora. También recorre la cornisa cantábrica, pasando por Oviedo, Santander, Bilbao o Gijón, combinando paisajes de ensueño con una experiencia más íntima y relajada. El diseño del tren mezcla el estilo clásico con toques contemporáneos. Sus cabinas son cómodas y acogedoras, y los vagones salón ofrecen un espacio ideal para socializar o simplemente admirar el paisaje a través de sus ventanales panorámicos. Una propuesta ideal para quienes buscan lujo sin ostentación.

Lo que une a estos trenes no es solo su estética refinada o su servicio de cinco estrellas, sino su capacidad para ofrecer algo que rara vez se encuentra en los medios de transporte modernos: tiempo. Tiempo para contemplar el paisaje, para saborear una copa de vino mientras el tren serpentea entre montañas, para conversar sin prisas o simplemente para dejarse llevar. Los trenes de lujo en España no compiten con la velocidad del AVE; compiten con la prisa de la vida moderna. Son una invitación al viaje lento, sensorial y lleno de matices. Porque, al fin y al cabo, hay trayectos que merecen ser vividos a otro ritmo.

Johannesburgo: El corazón palpitante de Sudáfrica

Redacción (Madrid)

Johannesburgo, la ciudad más grande de Sudáfrica y motor económico del continente africano, se erige como un mosaico vibrante de historia, diversidad cultural y dinamismo urbano. Fundada en 1886 tras el descubrimiento de oro en el Witwatersrand, esta metrópolis ha evolucionado de un asentamiento minero a una de las ciudades más influyentes de África.

A menudo llamada Jo’burg o eGoli, «la ciudad del oro», Johannesburgo es mucho más que un centro financiero. Su paisaje urbano, salpicado de rascacielos, museos, mercados y barrios contrastantes, refleja las complejidades de un país que aún lidia con las huellas del apartheid mientras avanza hacia una sociedad más inclusiva y moderna.

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Uno de los puntos neurálgicos de la ciudad es el distrito de Sandton, donde se concentran corporaciones multinacionales, centros comerciales de lujo y hoteles de cinco estrellas. Allí también se encuentra la Bolsa de Valores de Johannesburgo (JSE), símbolo del poder financiero de la ciudad. Sin embargo, a pocos kilómetros de esta zona de opulencia se halla Soweto, un histórico municipio que fue epicentro de la lucha contra el apartheid y hoy florece como un emblema de resistencia, cultura y progreso comunitario.

Johannesburgo alberga instituciones culturales de renombre como el Museo del Apartheid, que ofrece una mirada profunda y conmovedora al pasado segregacionista del país, y Constitution Hill, donde se resguarda la Corte Constitucional de Sudáfrica, edificada sobre una antigua prisión que albergó a figuras como Nelson Mandela y Mahatma Gandhi.

En el ámbito artístico, la ciudad vibra con propuestas contemporáneas y tradicionales. Galerías como la Goodman Gallery o el Market Theatre destacan por su compromiso con el arte africano y por ser espacios de reflexión social. Los mercados callejeros, como el Neighbourgoods Market en Braamfontein, ofrecen una experiencia sensorial única que fusiona gastronomía, diseño y música local.

No obstante, Johannesburgo no está exenta de desafíos. La desigualdad socioeconómica, la criminalidad y el desempleo siguen siendo realidades persistentes. Sin embargo, estos obstáculos no opacan el espíritu resiliente de sus habitantes, que día a día transforman la ciudad a través del emprendimiento, la innovación y la solidaridad.

Johannesburgo es una urbe que no deja indiferente. Es caótica, intensa, a veces desconcertante, pero siempre fascinante. En sus calles conviven pasado y futuro, dolor y esperanza, lucha y celebración. Con cada amanecer, esta ciudad reafirma su papel como el corazón palpitante de una Sudáfrica que sigue escribiendo su historia.

Los 5 países más peligrosos para viajar en 2025, entre conflictos, crimen y caos

Redacción (Madrid)

Viajar es uno de los mayores placeres de la vida, pero no todos los destinos son recomendables. Más allá de playas exóticas y ciudades históricas, existen países donde el conflicto armado, la inestabilidad política o la delincuencia generalizada representan un riesgo real para los visitantes. Según informes recientes de organismos internacionales y agencias de seguridad, estos son los cinco países más peligrosos para viajar en 2025.

1. Somalia: entre guerras y ausencia de Estado

Somalia encabeza la lista por ser un territorio sumido en el caos desde hace décadas. La presencia del grupo terrorista Al-Shabaab, junto a una débil infraestructura gubernamental, hace que gran parte del país sea inaccesible para extranjeros. Los secuestros, atentados y enfrentamientos armados son comunes, incluso en la capital, Mogadiscio. Organizaciones como Human Rights Watch han denunciado violaciones sistemáticas de los derechos humanos, lo que convierte a Somalia en un destino extremadamente inseguro.

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2. Siria: un conflicto sin final claro

A pesar de haber salido del foco mediático, Siria continúa siendo un epicentro de violencia. La guerra civil, iniciada en 2011, ha fragmentado el país en zonas controladas por distintos actores, incluidos el régimen de Bashar al-Ásad, grupos rebeldes y milicias extremistas. El riesgo para los viajeros incluye bombardeos, detenciones arbitrarias y minas terrestres. Además, muchas regiones permanecen cerradas a la ayuda humanitaria internacional.

3. Afganistán: entre el Talibán y el colapso institucional

Desde la retirada de las fuerzas estadounidenses en 2021 y el regreso al poder del Talibán, Afganistán ha entrado en una nueva era de represión y miedo. Aunque hay zonas relativamente tranquilas, la inseguridad es generalizada. La persecución de minorías, periodistas y mujeres ha crecido de manera alarmante. Para los turistas, los riesgos incluyen ataques terroristas, secuestros y una total falta de garantías legales.

4. Yemen: la guerra olvidada

Yemen vive una de las crisis humanitarias más graves del planeta. La guerra civil, que enfrenta al gobierno respaldado por Arabia Saudita contra los rebeldes hutíes, ha devastado la infraestructura del país. Las condiciones sanitarias son precarias y el acceso a servicios básicos, casi inexistente. Las áreas urbanas y rurales son campo de batalla, y los extranjeros corren el riesgo de quedar atrapados en enfrentamientos armados o ser blanco de ataques deliberados.

5. Haití: una nación al borde del abismo

El único país del continente americano en esta lista, Haití atraviesa una crisis sin precedentes. El colapso del gobierno y la expansión de bandas armadas han convertido a Puerto Príncipe en una ciudad sin ley. Los secuestros, asaltos y asesinatos son el pan de cada día. A esto se suma una economía en ruinas y servicios de salud colapsados, lo que hace extremadamente riesgoso cualquier intento de viaje.

El mejor pasaporte del mundo, una llave dorada a la libertad global

Redacción (Madrid)
En un planeta cada vez más interconectado, el pasaporte se ha convertido en mucho más que un simple documento de viaje. Es un símbolo de poder, prestigio y libertad. Cada año, rankings como el Henley Passport Index clasifican los pasaportes según la cantidad de destinos a los que sus portadores pueden acceder sin necesidad de visado. Para 2025, el primer puesto lo comparten varias potencias, entre ellas Singapur, Japón, Alemania, Francia e Italia, cuyos ciudadanos gozan de una movilidad internacional prácticamente sin restricciones.

Encabezando la lista está Singapur, cuyo pasaporte permite ingresar sin visa previa a 193 países. Este hito refleja el peso diplomático del país y la reputación internacional de sus ciudadanos. En un mundo donde las restricciones migratorias suelen ser la norma, el pasaporte singapurense representa una verdadera joya de la geopolítica moderna: movilidad global sin trabas burocráticas.

Pero Asia no es la única región destacada. Europa occidental mantiene su hegemonía en la clasificación, con países como Alemania, Francia e Italia permitiendo acceso libre o con visa a la llegada en más de 190 naciones. Además, los pasaportes europeos ofrecen beneficios únicos dentro del Espacio Schengen, como la posibilidad de trabajar, estudiar o residir legalmente en cualquiera de los 27 países miembros sin necesidad de trámites adicionales.

No obstante, el poder de un pasaporte va más allá del simple número de países. También refleja el nivel de confianza que una nación proyecta en el exterior. Gobiernos estables, economías fuertes y sistemas de justicia eficientes son factores clave que determinan la reputación de un país, y por ende, la libertad de movimiento de sus ciudadanos. Por eso, tener uno de estos pasaportes no solo significa más sellos en el pasaporte, sino también más oportunidades de vida.

El pasaporte más poderoso del mundo no es solo un documento, es una herramienta de libertad. Mientras algunas naciones luchan por abrir sus fronteras, otras han construido un capital diplomático que les permite cruzarlas con facilidad. En ese sentido, Singapur y varias naciones europeas no solo lideran rankings, sino que también se consolidan como referentes de movilidad, apertura y confianza internacional.

24 Horas en Dubái, lujo, tradición y futuro en un solo día

Redacción (Madrid)

Dubái, Emiratos Árabes Unidos — En el corazón del desierto, donde las dunas se encuentran con los rascacielos, existe una ciudad que parece vivir en el futuro sin olvidar su pasado. Dubái, ese oasis de innovación y opulencia, se ha convertido en un destino de ensueño para viajeros de todo el mundo. Pero, ¿qué pasa si solo tienes 24 horas? Aquí, una crónica condensada de un día inolvidable en la ciudad del exceso.

06:00 — Amanecer en el desierto

El día comienza antes de que el sol toque el horizonte. A solo 45 minutos del centro, un safari por el desierto te transporta a otra dimensión. Subido a un 4×4, cruzas dunas doradas mientras el cielo se tiñe de naranja. Al llegar a un campamento beduino, un desayuno tradicional con dátiles, café árabe y pan recién hecho espera bajo una tienda de tela negra. Es una experiencia que conecta con la raíz nómada de la región, en total contraste con la ciudad futurista que se alza a pocos kilómetros.

Dubái, la ciudad de los ricos, Lugares y Más

09:00 — Vuelta al presente en Burj Khalifa

De vuelta a la ciudad, es hora de subir al edificio más alto del mundo: el Burj Khalifa. Desde el mirador del piso 148, la vista es sencillamente vertiginosa. El mar, el desierto y los rascacielos se funden en un horizonte imposible. La ciudad se ve diminuta desde las alturas, pero cada estructura, cada avenida, está pensada con precisión milimétrica.

11:00 — Compras en el Dubái Mall

A los pies del Burj Khalifa, el Dubái Mall no es un simple centro comercial: es un espectáculo. Con más de 1,200 tiendas, un acuario gigante, pista de hielo y hasta una cascada interior, es fácil perderse entre boutiques de lujo y vitrinas futuristas. Pero más allá del consumo, aquí se respira el deseo de hacer todo «más grande, más alto, más impresionante».

13:00 — Almuerzo en el cielo

La comida es una fusión de culturas. En el restaurante At.mosphere, ubicado en el piso 122 del Burj Khalifa, se sirven platos internacionales con un toque gourmet. Filete wagyu, ceviche de camarón, caviar. Todo mientras la ciudad se extiende a tus pies.

17:00 — Té al estilo árabe en el Creek

A bordo de un abra, una barca tradicional, se cruza el Dubái Creek, donde la ciudad comenzó. En la otra orilla, los zocos de especias y oro ofrecen aromas, colores y regateos que te hacen olvidar el lujo artificial. Un té con menta en alguna terraza frente al canal te recuerda que, pese a todo, Dubái sigue siendo un puerto.

20:00 — Cena y espectáculo en la Marina

La noche cae y Dubái brilla. Literalmente. En la Marina, los rascacielos iluminan el agua con reflejos de neón. En el restaurante Pier 7, una torre de siete pisos gastronómicos, la cena es tan visual como sabrosa. Sushi, cocina libanesa, carnes a la brasa: todo servido con vistas a los yates y a la noria gigante Ain Dubai.

Los riads más encantadores de Marrakech según Booking y TripAdvisor

Redacción (Madrid)

Marrakech, la vibrante «Ciudad Roja», es un destino que combina historia, cultura y una arquitectura única. Entre sus encantos se encuentran los riads, antiguas casas tradicionales convertidas en alojamientos que ofrecen una experiencia auténtica.

Según las valoraciones de usuarios en plataformas como Booking y TripAdvisor, algunos de los riads más destacados son:

Riad Anya & SPA: Situado en el barrio de Sidi Mimoun, con una puntuación excepcional de 9,8 sobre 10 en Booking.com y TripAdvisor.

El encano del Riad de Anya & SPA, Lugares y Más

Riad l’Oiseau du Paradis: A solo 10 minutos a pie de la plaza Jamaâ El Fna, este riad destaca por su atención al detalle y una terraza con vistas a la mezquita de Koutoubia, con una puntuación de 9.4.

La sala del Riad de l’Oiseau du Paradis, Lugares y Más

Riad Le Petit Joyau: Situado en el barrio de Kasbah, ofrece una experiencia auténtica con un jardín y una terraza encantadores, alcanzando una puntuación de 9.4.

Una habitación del Riad Le Petit Joyau, Lugares y Más

Riad Bayti: A cinco minutos de la plaza Yamaa El Fna, este riad ofrece una terraza en la azotea con tumbonas y una piscina profunda, con una puntuación de 9.5.

Una terraza en el Riad Bayti, Lugares y Más

Riad Al Massarah: Destacado por su enfoque sostenible, utiliza paneles solares y prácticas ecológicas, ofreciendo una experiencia tranquila en un entorno elegante, con una puntuación de 9.3 en Booking.com.

Una había en el Riad Al Massarah, Lugares y Más

Estos riads no solo ofrecen alojamiento, sino una inmersión en la cultura y hospitalidad marroquí, convirtiendo la estancia en Marrakech en una experiencia inolvidable.