Redacción (Madrid)
Cuba no solo es famosa por su música, su historia y sus playas de ensueño; también es uno de los destinos más fascinantes del Caribe para los amantes del snorkel. Sus aguas cristalinas, su rica biodiversidad marina y sus arrecifes de coral casi vírgenes convierten a la isla en un auténtico tesoro submarino. Desde cayos escondidos hasta bahías protegidas, cada rincón ofrece una experiencia única para quienes deseen sumergirse en un mundo de colores y vida marina.

Uno de los lugares más recomendados es Cayo Largo del Sur, situado en el archipiélago de Los Canarreos. Con su arena blanca y aguas turquesas, este cayo alberga extensas formaciones coralinas donde nadan peces loro, barracudas y tortugas marinas. La playa Sirena, en particular, es ideal para principiantes, gracias a su escasa profundidad y su excelente visibilidad. Los guías locales organizan excursiones que combinan la observación de corales con visitas a zonas donde los delfines suelen acercarse sin temor.

Otro destino imperdible es Bahía de Cochinos, célebre por su historia, pero también por su increíble vida submarina. En esta zona, los visitantes pueden practicar snorkel directamente desde la orilla, explorando paredes de coral que descienden abruptamente y albergan una asombrosa variedad de especies tropicales. El punto conocido como “El Tanque” destaca por sus aguas tranquilas y por ser hogar de peces multicolores, esponjas y corales cerebro.

Al norte, en la región de Jardines del Rey, Cayo Guillermo y Cayo Coco ofrecen una experiencia más sofisticada, con resorts que facilitan el acceso a zonas protegidas. El Parque Nacional El Bagá y la barrera coralina de Playa Pilar son lugares donde el mar revela su lado más exuberante: estrellas de mar, mantarrayas y hasta pequeños tiburones nodriza pueden avistarse en su hábitat natural. Es un entorno perfecto para quienes buscan combinar confort y aventura marina.

Finalmente, ningún recorrido estaría completo sin mencionar Jardines de la Reina, un área marina protegida considerada uno de los ecosistemas más intactos del Caribe. Accesible solo por embarcación y con cupos limitados, este santuario ofrece la posibilidad de nadar entre tiburones, meros gigantes y arrecifes que parecen sacados de un documental. Su conservación rigurosa garantiza una experiencia auténtica, donde el equilibrio entre el ser humano y la naturaleza todavía es posible.













