
Redacción (Madrid)
Cuando se piensa en Cuba, a menudo vienen a la mente imágenes de calles coloniales, música caribeña y autos clásicos. Pero más allá del ritmo y el encanto urbano, la isla guarda uno de sus mayores tesoros en el mar. Rodeada por más de 5.000 kilómetros de costa y bendecida con aguas cálidas y cristalinas, Cuba es un paraíso para los amantes de las actividades acuáticas. Desde el buceo en arrecifes coralinos hasta el kitesurf en playas salvajes, la isla ofrece experiencias que mezclan aventura, naturaleza y una buena dosis de asombro.

Una de las principales joyas del turismo acuático en Cuba es el buceo. Gracias a la protección natural de sus arrecifes y a la escasa explotación industrial, el país conserva uno de los ecosistemas marinos más vírgenes del Caribe. Lugares como Jardines de la Reina, una reserva marina al sur de la isla, ofrecen inmersiones inolvidables entre tiburones, corales intactos y bancos de peces tropicales. También destacan la Bahía de Cochinos (sí, la famosa) y los fondos de Varadero, ideales tanto para principiantes como para buceadores experimentados.
Si lo tuyo es flotar sobre las aguas, el snorkel es otra forma accesible de descubrir la vida submarina cubana. Playas como Cayo Coco, Cayo Guillermo o Playa Coral permiten sumergirse a pocos metros de la orilla y nadar junto a peces multicolores, estrellas de mar y esponjas gigantes, sin necesidad de equipo complicado ni formación previa.
Para los que buscan emociones fuertes, el kitesurf y el windsurf han encontrado en Cuba un terreno perfecto. Lugares como Cayo Guillermo y Santa Lucía, con sus vientos constantes y aguas poco profundas, se están convirtiendo en puntos de referencia para estos deportes. Aquí, el viento se convierte en compañero y el horizonte en un campo de juego sin límites.

Tampoco hay que olvidar los paseos en kayak o paddle surf, cada vez más populares. Rutas tranquilas por lagunas costeras, manglares o bahías protegidas permiten explorar la costa desde otra perspectiva. Remar al atardecer en lugares como Cayo Levisa o Bahía de Cienfuegos es una experiencia casi mágica, en la que el silencio solo es roto por el sonido del remo y las aves marinas.
Y si lo que se busca es relax con un toque de lujo, los paseos en catamarán o las excursiones en barco hacia cayos y playas solitarias son una opción inmejorable. Muchas incluyen paradas para snorkel, almuerzos con marisco fresco y hasta animación a bordo con música cubana en vivo, combinando naturaleza con el espíritu festivo del país.
En resumen, Cuba no solo es tierra firme de cultura e historia, sino también una nación de agua, vida y aventura. Sus mares transparentes, sus paisajes submarinos y su clima cálido invitan al visitante a mojarse, a explorar, a dejarse llevar por la corriente de un país donde el Caribe no es solo un fondo, sino una experiencia viva. Ya sea buceando entre corales, volando sobre las olas o remando hacia un rincón escondido, el viajero descubre que en Cuba, el mar no es un límite: es el inicio de una aventura.
