Redacción (Madrid)

Más allá de las ciudades coloniales y las playas de postal, Cuba guarda rincones donde el turismo adopta otra forma: más pausada, más cercana a la tierra, más consciente del entorno y de las personas. Es la Cuba alternativa, la que se encuentra en valles, montañas y pequeñas comunidades que abren sus puertas a los viajeros desde una lógica diferente: la del intercambio auténtico y el respeto por lo local.

Entre mogotes, cafetales y caminos de tierra

El Valle de Viñales, con sus formaciones rocosas únicas y paisajes rurales, es uno de los escenarios más representativos de este tipo de experiencia. Allí, proyectos de turismo sostenible invitan a los visitantes a conocer el proceso agrícola tradicional, caminar entre cultivos de tabaco y frutas tropicales, y convivir con entornos donde el tiempo parece ir más despacio.

En lugar de hoteles, predominan las casas rurales adaptadas para el hospedaje, muchas de ellas integradas en redes locales que ofrecen actividades como senderismo ecológico, talleres de cocina campesina o rutas en bicicleta por caminos interiores.

La otra orilla: Baracoa y el turismo comunitario

En el extremo oriental de la isla, la ciudad de Baracoa ofrece una conexión profunda con la naturaleza tropical. Su geografía, marcada por ríos, montañas y selva, permite rutas a pie o en cayuca por paisajes poco intervenidos. A través de iniciativas comunitarias, los viajeros pueden acceder a experiencias que incluyen visitas a cacaotales, preparación de alimentos típicos y observación de flora endémica.

Este tipo de turismo no solo se centra en la belleza natural, sino en la preservación de tradiciones regionales: desde la elaboración artesanal de dulces hasta la interpretación de danzas locales o el uso de plantas medicinales.

Rutas verdes en el corazón de la isla

Al sur, en zonas como la Sierra Maestra, los caminos de montaña se abren a quienes buscan explorar la biodiversidad cubana desde un enfoque respetuoso. Existen recorridos organizados por comunidades rurales que combinan naturaleza, cultura y aprendizaje, a través de paseos por cafetales, baños en ríos cristalinos y avistamiento de aves.

La infraestructura suele ser sencilla pero funcional, y se basa en una economía local que reinvierte directamente en la comunidad. Este modelo prioriza la participación activa de los habitantes, el uso responsable de los recursos y una oferta de bajo impacto ambiental.

Viajar diferente: una oportunidad para conectar

Este nuevo rostro del turismo en Cuba representa una forma de viajar que valora la autenticidad y el equilibrio. Más allá de las guías turísticas tradicionales, ofrece la posibilidad de conocer una isla que vive, cultiva, crea y acoge desde sus raíces.

Cada experiencia se convierte en un puente entre el visitante y el entorno, fomentando la comprensión cultural, el cuidado ambiental y la conexión humana.

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