
Redacción (Madrid)
En el corazón de La Habana Vieja, en la esquina de las calles Obispo y Monserrate, se alza un templo de la coctelería mundial: El Floridita. Fundado en 1817 bajo el nombre de «La Piña de Plata», este bar-restaurante ha sido testigo de más de dos siglos de historia, transformándose en un ícono cultural y turístico de Cuba.
La cuna del Daiquirí
El Floridita es reconocido mundialmente como «la cuna del daiquirí», un cóctel que alcanzó la perfección gracias a Constantino Ribalaigua Vert, conocido como «Constante». Este inmigrante catalán comenzó como cantinero en 1914 y, cuatro años después, adquirió el establecimiento. Constante perfeccionó el daiquirí al introducir hielo frappé y unas gotas de licor marrasquino, creando una bebida refrescante y elegante que conquistó paladares de todo el mundo.
Hemingway y el «Papa Doble»
La leyenda de El Floridita está indisolublemente ligada a Ernest Hemingway. El Nobel de Literatura descubrió el bar en los años 30 y, debido a su diabetes, pidió una versión del daiquirí sin azúcar y con doble de ron. Así nació el «Papa Doble», una variante que incluye jugo de toronja, marrasquino y hielo frappé. Hemingway se convirtió en un asiduo del lugar, al que describía como «el mejor bar del mundo».
Hoy, una estatua de bronce del escritor, obra del escultor José Villa Soberón, se encuentra en su rincón favorito del bar, perpetuando su presencia y atrayendo a visitantes que buscan tomarse una foto junto a «Papa».
Hoy, una estatua de bronce del escritor, obra del escultor José Villa Soberón, se encuentra en su rincón favorito del bar, perpetuando su presencia y atrayendo a visitantes que buscan tomarse una foto junto a «Papa».
Un refugio para celebridades
A lo largo de los años, El Floridita ha sido punto de encuentro para figuras como Ava Gardner, Frank Sinatra, Nat King Cole, Marlene Dietrich y Gary Cooper. En 1953, la revista Esquire lo incluyó entre los siete bares más famosos del mundo, destacando su ambiente cosmopolita y la calidad de sus cócteles.
Tradición y modernidad
El Floridita ha sabido conservar su esencia. Los cantineros, vestidos con chaquetas rojas, siguen practicando el estilo «cantinera», una técnica de coctelería acrobática que combina precisión y espectáculo. La música en vivo, con ritmos tradicionales cubanos, añade un toque especial a la experiencia.
Visita obligada en La Habana
Para quienes visitan La Habana, El Floridita es una parada obligatoria. Más allá de su fama, ofrece una experiencia única que combina historia, cultura y gastronomía. Como reza su lema: «¡No mueras sin besar un daiquirí una vez en tu vida!».