
Redacción (Madrid)
Seúl, la capital de Corea del Sur, es una de esas ciudades que no se explican solo con cifras ni mapas. Con más de 10 millones de habitantes y una energía que nunca descansa, esta metrópolis ofrece al viajero una mezcla única de tradición milenaria y vanguardia tecnológica. Quien llega descubre que Seúl no es únicamente un destino urbano: es un crisol de cultura, gastronomía, arquitectura y paisajes que sorprende en cada esquina.

A pesar de su modernidad, Seúl conserva un legado histórico visible en sus palacios y templos. El Palacio Gyeongbokgung, construido en el siglo XIV, es uno de los emblemas más visitados, con sus techos coloridos y guardias vestidos con trajes tradicionales. Los barrios hanok, como Bukchon Hanok Village, permiten al viajero pasear entre casas de madera centenarias que conservan el encanto de la vida coreana antigua. En estos espacios, el tiempo parece detenerse, ofreciendo un contraste fascinante con el dinamismo de la ciudad.
Al caer la tarde, Seúl revela su faceta más moderna. Zonas como Gangnam o Dongdaemun Design Plaza destacan por su arquitectura futurista, centros comerciales gigantescos y una vida nocturna que combina cafés temáticos, karaokes y clubes de moda. La Seúl Tower, ubicada en el monte Namsan, ofrece una vista panorámica de la ciudad iluminada, un espectáculo que muestra la magnitud de la capital surcoreana.
La comida callejera es parte esencial de la experiencia en Seúl. Mercados como Gwangjang invitan a probar platos icónicos como el tteokbokki (pasteles de arroz picantes), mandu (empanadillas) o el bindaetteok (tortilla de frijol mungo). Para quienes buscan algo más sofisticado, los restaurantes de alta cocina reinterpretan la gastronomía coreana con presentaciones modernas. Comer en Seúl no es solo alimentarse: es un recorrido cultural y sensorial que acerca al viajero a la esencia del país.

Aunque es una megaciudad, Seúl también ofrece respiros de naturaleza. El arroyo Cheonggyecheon, restaurado en pleno centro urbano, es un oasis para pasear entre jardines y fuentes. El Parque Namsan y el río Han son espacios donde locales y visitantes disfrutan de caminatas, ciclismo y picnics. Estos escenarios verdes muestran el equilibrio que la ciudad mantiene entre lo natural y lo urbano.
Seúl no es solo la capital de Corea del Sur, es un destino que se reinventa constantemente. Sus templos conviven con rascacielos, sus mercados tradicionales con centros tecnológicos de última generación, y su cultura ancestral con el dinamismo juvenil del K-pop y la moda. Para el turista, visitar Seúl significa sumergirse en una ciudad que nunca deja de sorprender, un lugar donde el pasado y el futuro caminan de la mano en un presente vibrante.
