Redacción (Madrid)

Samaná, República Dominicana – Enclavada en una península tropical bañada por el Atlántico, Samaná emerge como una de las joyas naturales más deslumbrantes del Caribe. A pesar de estar cada vez más presente en los catálogos de viajes internacionales, este rincón del noreste dominicano conserva aún el alma tranquila y auténtica que lo distingue del turismo masivo.

Naturaleza exuberante y biodiversidad única

Desde su capital, Santa Bárbara de Samaná, hasta las playas vírgenes de Las Galeras o los senderos ocultos del Parque Nacional Los Haitises, la provincia ofrece un espectáculo de biodiversidad difícil de igualar. Cascadas como El Limón, rodeadas de selva húmeda, contrastan con aguas turquesa donde se avistan manatíes, tortugas y miles de ballenas jorobadas que llegan cada invierno a la bahía para aparearse.

Cultura viva y legado histórico

Samaná no es solo un destino de postales; también es un crisol de culturas. La influencia afrodescendiente, fruto de la migración de esclavos liberados estadounidenses en el siglo XIX, dejó huella en su música, gastronomía y arquitectura. Pequeñas iglesias protestantes de madera, similares a las del sur de EE.UU., sobreviven como testigos de ese capítulo poco conocido de la historia caribeña.

Además, las comunidades pesqueras y agrícolas mantienen viva la tradición oral, el merengue típico y una cocina de mar que ha empezado a atraer a chefs internacionales interesados en el concepto de “kilómetro cero”.

Turismo sostenible y retos de conservación

El auge del turismo ha traído consigo desarrollo y empleo, pero también desafíos ambientales. Grandes resorts han comenzado a instalarse en áreas que hasta hace poco eran prácticamente vírgenes, generando preocupación entre ambientalistas y comunidades locales.

“Queremos desarrollo, sí, pero no a costa del paraíso”, afirma María Isabel Gómez, presidenta de una cooperativa ecoturística en Las Terrenas. “El modelo debe ser inclusivo y respetuoso con la naturaleza”.

En respuesta, varias organizaciones trabajan para consolidar un modelo de turismo sostenible. Proyectos como alojamientos ecológicos, senderos interpretativos o excursiones de observación de ballenas con códigos éticos están marcando el camino.

Una Samaná para descubrir

Con conexiones viales mejoradas, vuelos internacionales al Aeropuerto El Catey y una oferta hotelera que va desde el lujo hasta el ecoturismo, Samaná está más accesible que nunca. Pero su verdadero tesoro sigue siendo su gente amable, sus paisajes indomables y esa sensación de estar, por un instante, fuera del tiempo.

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