
Por David Agüera
Hay noches que no se olvidan porque tocan todos los sentidos. El cielo de La Habana, abierto como un lienzo, se pinta de azul profundo mientras el sol se despide sobre el Malecón. En la terraza del Royalton Habana Paseo del Prado, donde la ciudad se vuelve un balcón al Caribe, el rumor del mar y las luces doradas de los faroles marcan el inicio de una velada que combina lo mejor de dos mundos: la pasión de la cocina española y la calidez de la isla cubana.

Es aquí donde el chef ejecutivo Giampaolo Laurito, heredero de una sensibilidad gastronómica que funde la elegancia europea con el alma tropical, ha ideado una experiencia que va más allá del paladar: una cena que evoca tabernas andaluzas desde la altura vibrante de La Habana colonial.
La propuesta fue clara: rendir homenaje a la tradición de las tapas españolas, con un menú curado al detalle, que dialoga entre texturas, temperaturas y recuerdos. Pero lo que distingue esta cena no es solo lo que se sirve en la mesa, sino dónde y cómo se vive. Desde la terraza del Royalton, los comensales miran al icónico Paseo del Prado —con sus faroles, árboles centenarios y esculturas de leones de bronce— mientras la ciudad respira abajo, y las estrellas comienzan a asomar sobre la bahía.
En ese ambiente íntimo y cosmopolita, cada plato llega como una carta de amor a España, reinterpretada con la técnica impecable y el respeto por la autenticidad que caracteriza al chef Laurito.

La experiencia comenzó con las inconfundibles Patatas Bravas, crocantes por fuera y suaves por dentro, bañadas con una salsa de tomate picante que, en lugar de imponerse, seduce lentamente.

Les siguió el salmorejo, esa crema fría de origen cordobés que aquí se presenta como un susurro de frescura: espeso, sabroso, coronado con crujientes virutas de jamón serrano y huevo duro, acariciando el paladar con una textura que se queda flotando como un recuerdo de verano.

Los mejillones tigre llegaron luego, rellenos de su propia carne en una bechamel perfectamente gratinada, mezcla de cremosidad y brío marino.

Fueron seguidos por las gambas al ajillo, servidas chispeantes en aceite de oliva caliente, con el perfume del ajo y el perejil elevando el alma del plato hasta el cielo habanero. Cada mordisco era un homenaje al puerto de Cádiz, a los bares de tapas que laten al ritmo de guitarras y acentos andaluces.
Las albóndigas de pescado, suaves y firmes a la vez, fueron el puente perfecto entre mar y tierra, con una salsa que hablaba de azafrán y paciencia.

Y para cerrar, las torrejas —el postre clásico español, prima dulce de la torrija— llegaron envueltas en miel, canela y un leve aroma cítrico, redondeando la velada con una dulzura que no empalaga, sino que abriga.


Más allá del menú, la propuesta de Laurito se sintió como un viaje: no solo geográfico, sino sensorial. El chef, con años de experiencia internacional y un profundo amor por los productos auténticos, no improvisa. Cada plato es una pieza de conversación entre culturas: España servida con la elegancia de un gran hotel internacional, enmarcada por el ritmo y la atmósfera única de La Habana.
Los vinos —blancos secos y tintos suaves de la península— acompañaron cada plato con sutil precisión. La música en vivo, con arreglos flamencos sobre boleros cubanos, fue el maridaje perfecto entre dos tierras hermanadas por la historia y la lengua.
Cenar en la terraza del Royalton Habana Paseo del Prado no es simplemente salir a comer. Es aceptar una invitación a vivir, desde lo alto, una Habana que respira historia, arte y sabor. Y en manos del chef Giampaolo Laurito, esa vivencia se transforma en una experiencia con identidad propia: una noche en la que la cocina española no fue solo reproducida, sino contada, honrada, compartida.
En tiempos donde el turismo busca más que monumentos, esta cena demuestra que un buen plato, en el lugar preciso y con el relato adecuado, puede convertirse en la mejor forma de entender un destino. Y desde La Habana, con tapas, música y el mar de fondo, España supo contar su historia con acento cubano y aroma a gloria.
