
Por Tamara Cotero
En el corazón palpitante de La Habana, donde el Malecón se funde con la brisa del Caribe y la ciudad vibra al ritmo del son, se alza imponente el Royalton Habana Paseo del Prado. Este hotel cinco estrellas no solo ofrece lujo y comodidad, sino también uno de los tesoros más codiciados por todo viajero que llega a la capital cubana: vistas de postal que cortan el aliento.

Ubicado estratégicamente en la intersección del Paseo del Prado y el Malecón, el Royalton Habana es un mirador natural al alma de La Habana. Desde sus elegantes terrazas, el visitante puede contemplar una panorámica única que abarca el Castillo del Morro, la entrada de la bahía, el mar infinito, y más allá, los tejados de La Habana Vieja, salpicados de cúpulas, palmeras y campanarios coloniales.
Es el lugar perfecto para dejarse hipnotizar por la danza del sol sobre el agua al atardecer, mientras los clásicos autos americanos desfilan por el Malecón como si el tiempo no hubiera pasado. Todo esto acompañado, por supuesto, de un mojito bien frío o un café cubano recién colado.

Pero si hay un rincón del hotel que roba suspiros y selfies por igual, ese es su piscina infinity en la azotea. Flotar allí es como nadar sobre el mismísimo horizonte. El mar se confunde con el cielo y La Habana se rinde a tus pies en un espectáculo visual que cambia con cada hora del día.
Desde la piscina, se puede ver cómo los barcos entran y salen del puerto, cómo los músicos callejeros comienzan a llenar de vida el Paseo del Prado al caer la tarde, y cómo el sol se despide lentamente detrás del Capitolio, pintando la ciudad de naranja, rosa y oro.
Las habitaciones del Royalton no son simples cuartos de hotel: son cápsulas de paz con ventanales de piso a techo que enmarcan la ciudad como si cada una fuera una obra de arte. Algunas miran directamente al mar, otras a las calles llenas de historia del Prado; todas, sin excepción, ofrecen una ventana íntima a una ciudad llena de magia y contradicciones.

Despertar con la luz dorada del amanecer cubano entrando suavemente por las cortinas, ver cómo La Habana se despereza y comienza su jornada… es una experiencia que no se olvida fácilmente.
Todo en el Royalton Habana Paseo del Prado combina el diseño moderno con detalles que honran la cultura cubana: desde las fotografías de artistas locales en los pasillos, hasta la coctelería de autor inspirada en clásicos cubanos. La atención es cálida, como lo es el carácter del cubano, y la atmósfera invita tanto al descanso como a la celebración.
El Royalton Habana Paseo del Prado no es solo un hotel, es un mirador privilegiado a la esencia de Cuba. Si buscas lujo con sabor local y las mejores vistas de La Habana, este es tu punto de partida. Aquí, cada ventana es una promesa de belleza, cada terraza un poema visual, y cada rincón, una invitación a enamorarse —una vez más— de la ciudad más romántica del Caribe.
