
Redacción (Madrid)
Cuba no solo vibra en la superficie. Mientras turistas y locales se rinden al vaivén del son y el aroma del café recién colado, existe otro mundo que palpita bajo sus suelos: un entramado de cuevas, cavernas y grutas que guardan el pulso más antiguo y mágico de la isla.
Estas formaciones geológicas —algunas de ellas aún inexploradas— están cargadas de historia, leyendas y rituales que sobreviven al paso del tiempo. Aquí, bajo tierra, la naturaleza y el mito se dan la mano en un silencio cargado de misterio.
La Gran Caverna de Santo Tomás: una ciudad bajo la piedra
Ubicada en la Sierra de Quemado, en la provincia de Pinar del Río, Santo Tomás no es solo la cueva más extensa de Cuba, sino la segunda más grande de toda América Latina. Con más de 46 kilómetros de galerías subterráneas distribuidas en ocho niveles, este coloso de roca caliza ha sido testigo de ceremonias religiosas, encuentros clandestinos y exploraciones científicas que aún hoy generan asombro.
Se dice que los antiguos abakuá, miembros de una sociedad secreta afrocubana, realizaban allí rituales nocturnos, acompañados por tambores que hacían vibrar la piedra como si estuviera viva.
Cueva de los Portales: arte, exilio y espíritu
Escondida entre los mogotes de la Sierra del Rosario, esta cueva no solo fue refugio del Che Guevara durante la Crisis de los Misiles (aunque prometí no hablar de política), sino un santuario natural de belleza casi teatral. Su entrada en forma de media luna, cubierta por helechos y raíces colgantes, parece salida de un cuento de hadas tropical.
Pero su verdadero encanto está más allá de la historia: cuenta la leyenda local que, al caer la tarde, un extraño resplandor azul emerge del agua subterránea que corre por sus entrañas. Los ancianos del pueblo aseguran que es “la luz del espíritu del río”, una manifestación ancestral que protege la cueva de profanadores.
Leyendas bajo tierra: del bohío al abismo
Mucho antes de la llegada de los colonizadores, los taínos ya consideraban las cuevas lugares sagrados. Creían que allí nacieron los primeros hombres, que fue del interior de la tierra que emergió el sol. En muchas cavernas aún se conservan petroglifos que narran esos mitos originarios.
Uno de los más conocidos es el de la Cueva de Ambrosio, en Varadero. Sus paredes están cubiertas de pictografías negras y rojas, hechas con resinas y carbón vegetal. Hoy, se conservan más de 70 dibujos que, al ser iluminados con linterna, parecen cobrar vida en la penumbra.
Turismo espiritual: el nuevo rostro del subsuelo cubano
En los últimos años, estas cuevas han atraído no solo a espeleólogos y aventureros, sino también a buscadores de experiencias místicas. Hay retiros de meditación, rutas nocturnas con guías que combinan narración oral con mitología afrocubana, y hasta ceremonias sincréticas realizadas con permiso de las comunidades locales.
Una de las experiencias más demandadas es el “Baño de los tres silencios”, una práctica espiritual en la Cueva de Bellamar, en Matanzas. Allí, los visitantes se sumergen en una poza subterránea y permanecen en absoluto silencio por tres minutos, conectando con la resonancia natural de la roca, el agua y la oscuridad.