
Redacción (Madrid)
A orillas del mar Mediterráneo, escondido entre arrozales y dunas, se encuentra El Perelló, un pequeño pueblo costero que parece detenido en el tiempo, pero que vibra con la energía de quienes lo visitan cada verano. Ubicado en la provincia de Valencia y a tan solo unos minutos de la ciudad, El Perelló es mucho más que una playa: es un lugar donde la tradición, la naturaleza y la gastronomía se funden en una experiencia auténticamente valenciana.

Lo primero que llama la atención al llegar es su ambiente cercano y familiar. Nada que ver con los grandes destinos turísticos masificados. Aquí, el ritmo es más pausado. Las calles, muchas todavía con el sabor de lo antiguo, se llenan de vecinos saludándose por su nombre, pescadores remendando redes, y niños que juegan a la sombra de las palmeras. Pasear por su paseo marítimo, especialmente al atardecer, es uno de esos pequeños placeres que se quedan grabados en la memoria.
Pero si hay algo que realmente distingue a El Perelló, es su gastronomía. Con una ubicación privilegiada junto a la Albufera y el mar, el pueblo se convierte en un paraíso para los amantes del arroz. Aquí el arroz a banda y la paella no son solo platos típicos: son verdaderos rituales. En cualquier restaurante local —la mayoría regentados por familias de toda la vida— se puede saborear un arroz cocinado con mimo, acompañado por productos frescos del mar, como el langostino o el tellina. Y por supuesto, no puede faltar un buen all i pebre o unas clóchinas valencianas durante la temporada.

El Perelló también es naturaleza viva. A un paso se encuentra el Parque Natural de la Albufera, donde uno puede perderse entre cañas y barcas, escuchar el canto de las aves y disfrutar de puestas de sol que parecen sacadas de una pintura. Además, su cercanía al mar ofrece playas amplias y tranquilas, con arena fina y aguas poco profundas, ideales para familias con niños o para quienes buscan simplemente relajarse sin el bullicio de otros lugares más concurridos.
Durante el verano, el pueblo cobra vida con sus fiestas populares, en especial en agosto, cuando se celebran las fiestas patronales. Desfiles, música, paellas gigantes y actividades para todos hacen que la experiencia de El Perelló no se limite solo al turismo, sino que se convierta en una inmersión cultural completa.
En definitiva, El Perelló no es solo un lugar para veranear: es un destino que conquista por su sencillez, por su gente y por esa sensación de hogar que ofrece al viajero. Es de esos sitios que, una vez que los conoces, no puedes evitar recomendar… aunque parte de ti quiera guardarlo en secreto.
