
Redacción (Madrid)
En un mundo cada vez más acelerado, con notificaciones constantes y rutinas interminables, la necesidad de desconectar no es un lujo, sino una urgencia. España, con su geografía diversa y su riqueza rural, ofrece rincones donde el tiempo parece haberse detenido. Son lugares donde el silencio no incomoda, sino que cura; donde la naturaleza abraza y la conexión digital pierde su sentido. Aquí presentamos cinco pueblos rodeados de naturaleza que invitan a apagar el móvil y redescubrir la calma.

Valverde de los Arroyos, en Guadalajara, es uno de los tesoros de la arquitectura negra de Castilla-La Mancha. Enclavado en la Sierra de Ayllón y rodeado de hayedos, este pequeño pueblo de casas de pizarra es punto de partida para subir al Pico Ocejón o visitar la impresionante Chorrera de Despeñalagua, una cascada que se precipita desde más de 100 metros. Sin cobertura móvil en muchas zonas, es el sitio ideal para caminar, respirar y no pensar demasiado.

En Bubión, uno de los pueblos blancos de la Alpujarra granadina, el rumor del agua y las vistas a Sierra Nevada reemplazan al ruido urbano. A más de 1.200 metros de altitud, sus empinadas callejuelas y terrazas escalonadas parecen suspendidas en el tiempo. Aquí, la vida fluye al ritmo de las estaciones y las caminatas por antiguos senderos moriscos se convierten en una forma de meditación.

Ancares, en Lugo, no es un solo pueblo, sino una comarca de aldeas perdidas entre montañas que rozan Galicia, León y Asturias. Uno de sus núcleos más pintorescos es Piornedo, conocido por conservar las tradicionales pallozas, construcciones de origen celta con tejados de paja. Aislado por la orografía y el tiempo, este rincón gallego ofrece cielos estrellados, silencio profundo y naturaleza virgen.

En el corazón del Alto Aragón, Alquézar se asienta sobre un promontorio rocoso dominado por una colegiata medieval. Rodeado por el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara, es un paraíso para los amantes del senderismo y el barranquismo. Pero más allá del deporte, Alquézar invita a pasear sin prisa por calles empedradas y dejarse hipnotizar por los atardeceres sobre el río Vero.

La Hiruela, en Madrid, es la gran sorpresa a solo 100 kilómetros de la capital. Situado en la Sierra del Rincón —reserva de la biosfera— este minúsculo pueblo de apenas 70 habitantes mantiene intacta su arquitectura tradicional y su conexión con el bosque. Sin comercios de grandes cadenas ni cobertura perfecta, La Hiruela demuestra que no hace falta ir muy lejos para desconectar, solo saber hacia dónde mirar.