Redacción (Madrid)

En una costa salvaje del norte dominicano, donde las montañas verdes se sumergen en el azul profundo del Atlántico y la selva tropical abraza cada rincón, se encuentra Amanera, un hotel que no es simplemente un alojamiento, sino una experiencia transformadora. Este refugio de lujo, parte del prestigioso grupo Aman, redefine lo que significa hospedarse en el Caribe, fusionando arquitectura moderna, sostenibilidad y la serenidad de la naturaleza en su máxima expresión.

En un país conocido por sus resorts todo incluido, Amanera se alza como un santuario de exclusividad, privacidad y diseño, pensado para quienes buscan algo más profundo que sol y playa: buscan conexión.

Situado en lo alto de un acantilado con vistas a la espectacular Playa Grande, Amanera ofrece acceso directo a una de las playas más hermosas y vírgenes del país. Lejos del bullicio turístico, la costa norte conserva aún ese aire de misterio tropical que tanto atrae a los viajeros más exigentes. Arena dorada, olas ideales para el surf y kilómetros de litoral sin urbanizar lo convierten en un lugar casi secreto.

Desde sus villas con piscina privada, integradas sutilmente en la vegetación, se puede contemplar la inmensidad del océano en total intimidad.

Amanera no impone su presencia: la arquitectura se adapta al entorno, respetando cada curva del terreno y cada árbol centenario. Las 25 casitas del resort se dispersan a lo largo de la colina, todas con vistas al mar, construidas con materiales naturales y líneas limpias que reflejan el estilo minimalista de Aman, siempre en diálogo con la cultura local.

Los espacios comunes, como el restaurante, el lounge o el spa, flotan entre el cielo y la selva, en armonía con el entorno. Todo está diseñado para que el huésped sienta que está habitando la naturaleza, no dominándola.

Lo que diferencia a Amanera no es solo su lujo visual, sino su filosofía de hospitalidad. Aquí, el servicio es discreto, anticipado y personalizado. Se pueden organizar caminatas guiadas por el bosque, visitas a plantaciones de cacao, excursiones en barco por la costa, clases de yoga al amanecer o tratamientos de bienestar con hierbas locales.

Los amantes del golf encontrarán en el Playa Grande Golf & Ocean Club uno de los campos más espectaculares del Caribe, diseñado por Robert Trent Jones Sr. y remodelado por su hijo.

Y para los que buscan introspección, Amanera ofrece algo cada vez más escaso en el mundo moderno: silencio, espacio y tiempo.

En un mundo cada vez más ruidoso, Amanera representa el lujo del silencio, de la autenticidad y del tiempo bien vivido. No es solo el hotel más sorprendente de la República Dominicana, sino también uno de los más impactantes del hemisferio por su forma de entender el turismo: con respeto, belleza y alma.

Amanera no se visita, se experimenta. Y quien ha dormido en su paz, jamás la olvida.

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