
Redacción (Madrid)
Viajar a Cuba no solo implica recorrer sus playas idílicas y sus ciudades coloniales, sino también adentrarse en su historia profunda, su arte vibrante y su cultura resiliente. Los museos cubanos son verdaderos guardianes de la memoria colectiva y ofrecen una perspectiva única sobre los momentos que han marcado a la isla. Desde antiguos palacios hasta fortificaciones militares, cada museo cuenta una parte de la compleja y fascinante historia de Cuba.

Uno de los imperdibles es el Museo de la Revolución, ubicado en el antiguo Palacio Presidencial en La Habana. Con su arquitectura imponente y una colección que recorre los acontecimientos desde la lucha independentista hasta la Revolución Cubana de 1959, es un sitio esencial para entender el carácter político de la isla. Entre los objetos más emblemáticos se encuentran piezas pertenecientes a Fidel Castro y el famoso yate Granma, en el que los revolucionarios llegaron a Cuba desde México.

También en La Habana, el Museo Nacional de Bellas Artes se divide en dos sedes: Arte Cubano y Arte Universal. La colección de arte cubano es particularmente notable, abarcando desde la época colonial hasta el arte contemporáneo. Pintores como Wifredo Lam y Amelia Peláez encuentran aquí un espacio destacado, mostrando cómo el arte en Cuba ha sido una expresión constante de identidad, resistencia y evolución social.

Para quienes buscan comprender la historia más temprana de la isla, el Museo de Historia Natural de Santiago de Cuba ofrece un recorrido por la flora, fauna y formación geológica caribeña. Además, en esta ciudad se encuentra el Cuartel Moncada, transformado en museo tras el célebre asalto que marcó el inicio de la Revolución. Cada rincón del edificio conserva huellas de aquella jornada, convirtiéndolo en un sitio de profunda carga simbólica para los cubanos.

En el occidente del país, en Matanzas, el Museo Farmacéutico es una joya menos conocida pero fascinante. Fundado en el siglo XIX, este museo preserva una botica original con frascos, instrumentos y documentos de la época, permitiendo a los visitantes un viaje en el tiempo hacia la vida cotidiana del siglo XIX cubano. Es un ejemplo perfecto de cómo Cuba conserva no solo los grandes hitos políticos, sino también aspectos de la vida cotidiana y del saber popular.

Recorrer los museos de Cuba es asomarse a un mosaico de realidades que va más allá de los estereotipos. Cada institución es una puerta abierta a distintas épocas, pensamientos y expresiones que han dado forma a la identidad cubana. Para el viajero curioso, estos museos son no solo visitas culturales, sino auténticas experiencias de inmersión en el alma de un país que respira historia, arte y pasión en cada rincón.