Descubrimos los secretos que esconde la Cueva de los Tres Ojos en Santo Domingo

Redacción (Madrid)

SANTO DOMINGO, República Dominicana. — A escasos minutos del bullicioso centro de la capital dominicana, se encuentra un lugar donde la naturaleza, la historia y el misterio convergen en una danza hipnótica: la Cueva de los Tres Ojos. Este impresionante sistema de cavernas subterráneas no solo es un atractivo turístico de primer orden, sino también un enigma natural cargado de leyendas y secretos milenarios que hoy decidimos explorar a fondo.

Ubicada en el Parque Mirador del Este, en el municipio de Santo Domingo Este, la Cueva de los Tres Ojos es un conjunto de lagunas de agua dulce formadas dentro de una caverna de piedra caliza. Su nombre proviene de los tres estanques principales visibles desde la superficie —aunque existe un cuarto, oculto a simple vista, que guarda un aura casi mágica.

Un viaje al centro de la tierra caribeña

Al descender los escalones tallados en la roca, el cambio de ambiente es inmediato: el aire se torna fresco y húmedo, las paredes se estrechan y la penumbra envolvente invita a un silencio reverente. Cada laguna posee su propio nombre y características únicas: «El Lago Azufre», de apariencia lechosa y misteriosa; «La Nevera», cuyas aguas son tan frías como sugiere el nombre; y «Las Damas», más cálida y menos profunda, utilizada antiguamente como balneario natural.

El cuarto lago, conocido simplemente como «Los Zaramagullones», es accesible solo mediante una pequeña balsa guiada por cuerdas, lo que lo convierte en el rincón más intrigante del lugar. Rodeado por una vegetación densa y enmarcado por formaciones rocosas caprichosas, se dice que aquí los taínos realizaban rituales ancestrales, y que los primeros exploradores españoles creían haber hallado una entrada al inframundo.

Ciencia, historia y mito

Formada hace miles de años debido a movimientos tectónicos y erosión natural, la cueva ha sido objeto de estudios geológicos y arqueológicos que revelan fósiles marinos y restos de cerámica taína. Sin embargo, más allá de los hallazgos científicos, el lugar está cargado de leyendas transmitidas de generación en generación. Algunos lugareños aseguran haber visto luces misteriosas flotando sobre el agua, mientras que otros hablan de presencias invisibles que cuidan el lugar.

Un patrimonio que debemos preservar

Aunque el Ministerio de Medio Ambiente y otras entidades locales han hecho esfuerzos por preservar este tesoro natural, el aumento del turismo representa un desafío constante. Las autoridades han implementado normas para regular el acceso, limitar la contaminación y garantizar que las generaciones futuras también puedan asombrarse con esta joya subterránea.

Visitar la Cueva de los Tres Ojos no es solo una experiencia turística; es una oportunidad de reconectarse con el pasado, sumergirse en la belleza cruda de la naturaleza y abrir una ventana hacia los misterios aún no resueltos que esconde el subsuelo dominicano.

Cuba al natural: Un paraíso para los amantes del ecoturismo

Redacción (Madrid)

Cuba, más allá de su rica historia y vibrante cultura, es un destino excepcional para los entusiastas del ecoturismo. La isla alberga una diversidad de ecosistemas que ofrecen experiencias únicas en contacto con la naturaleza.

Parque Nacional Alejandro de Humboldt: Biodiversidad en estado puro

Ubicado entre las provincias de Holguín y Guantánamo, este parque es reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Su compleja geología y topografía han dado lugar a una gran variedad de ecosistemas únicos, convirtiéndolo en uno de los sitios con mayor diversidad biológica del hemisferio occidental.

Valle de Viñales: Paisajes de mogotes y tradición

En la provincia de Pinar del Río, el Valle de Viñales ofrece un paisaje caracterizado por formaciones montañosas únicas llamadas mogotes. Este valle es ideal para el senderismo, la espeleología y la observación de la vida rural cubana.

Ciénaga de Zapata: El humedal más grande del Caribe

Situada en la provincia de Matanzas, la Ciénaga de Zapata es el mayor humedal del Caribe insular. Este ecosistema alberga una rica biodiversidad, incluyendo especies endémicas de aves, reptiles y mamíferos.

Parque Nacional Desembarco del Granma: Terrazas marinas y cultura precolombina

Este parque, ubicado en la provincia de Granma, destaca por sus sistemas de terrazas marinas y su importancia histórica. Además de su valor natural, alberga sitios arqueológicos que reflejan la cultura precolombina de la región.

Parque Nacional Caguanes: Cuevas y avifauna

En la provincia de Sancti Spíritus, el Parque Nacional Caguanes es conocido por sus numerosas cuevas y su rica avifauna. Es un lugar ideal para la observación de aves y la exploración de formaciones geológicas únicas.

Consejos para el viajero ecológico

  • Temporada Ideal: De noviembre a abril, cuando el clima es más seco y agradable.
  • Equipamiento: Ropa ligera, calzado adecuado para caminatas, repelente de insectos y binoculares para la observación de aves.
  • Alojamiento: Optar por casas particulares o eco-lodges que promuevan prácticas sostenibles.
  • Guías Locales: Contratar guías locales certificados para enriquecer la experiencia y apoyar la economía local.

La abrumadora naturaleza de Los Haitises: un suspiro suspendido en la República Dominicana

Redacción (Madrid)

En la costa nordeste de la República Dominicana, donde el mar acaricia la tierra con mística reverencia, se alza un santuario natural que parece tejido con hilos de asombro y eternidad: Los Haitises. Este Parque Nacional, cuyo nombre en lengua taína significa “tierra alta o montañosa”, es todo menos un paisaje ordinario. Es un territorio que se despliega ante el visitante como una sinfonía viva de roca, agua y selva que nos deja sin palabras —y, a veces, sin aliento.

Los Haitises no es simplemente un destino turístico; es una experiencia sensorial total. Al adentrarse en sus manglares —vastos, silenciosos, casi místicos— el aire se espesa con sal, humedad y una paz primitiva. La brisa marina se cuela entre los árboles como un susurro ancestral, cargado de historias que no necesitan traducción. El cielo, usualmente encapotado de nubes bajas, enmarca con dramatismo las decenas de mogotes que emergen del agua como si fueran los restos de una civilización olvidada por el tiempo.

Cada mogote —esas colinas de piedra caliza cubiertas de vegetación espesa— es un microcosmos de vida. Las aves endémicas, como el gavilán dominicano, revolotean con solemnidad, como si custodiaran un secreto sagrado. Y es que este parque no solo impresiona por su belleza visual: impone por su alma. Su atmósfera nos obliga a detenernos, a mirar con los ojos bien abiertos y el corazón expuesto.

Las cuevas que se esconden entre los mogotes, algunas accesibles en bote o a pie, conservan pictografías y petroglifos que datan de épocas taínas. Allí, el tiempo parece detenerse. El eco de nuestros pasos y respiraciones reverbera en las paredes húmedas como si nos recordaran que estamos caminando sobre la memoria viva del Caribe.

Lo abrumador de Los Haitises no reside únicamente en su geografía salvaje o su biodiversidad exuberante. Está en la manera en que nos confronta con lo esencial: el silencio, la inmensidad, la fragilidad de lo natural. Cada visitante que se interna en este edén regresa distinto. No por haber conquistado la naturaleza, sino porque esta lo ha desarmado, lo ha hecho pequeño, y en ese proceso, profundamente humano.

En una era dominada por la velocidad, el ruido y la distracción, Los Haitises nos invita —nos obliga, incluso— a respirar más lento, a mirar más hondo, a sentir más fuerte. Es un lugar donde el asombro se vuelve físico, casi un peso en el pecho, como si la belleza fuera tan inmensa que no cupiera del todo en nuestros cuerpos.

Guantánamo: Donde la naturaleza, la historia y la cultura se encuentran en el oriente cubano

Redacción (Madrid)

En el extremo oriental de Cuba, Guantánamo se presenta como un destino que fusiona paisajes exuberantes, una historia rica y una cultura vibrante. Lejos de las rutas turísticas convencionales, esta provincia ofrece una experiencia auténtica para quienes buscan conectar con la esencia más pura de la isla.

Naturaleza Desbordante

Guantánamo alberga algunos de los ecosistemas más diversos del Caribe. El Parque Nacional Alejandro de Humboldt, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un santuario de biodiversidad con especies endémicas como la ranita Monte Iberia y el almiquí. La Reserva de la Biosfera Cuchillas del Toa, con sus bosques húmedos y cuevas kársticas, es hogar de más de 900 especies endémicas, incluyendo el majá de Santa María, una boa que puede alcanzar hasta seis metros de longitud.

El Yunque de Baracoa, una montaña de cima plana que se eleva a 560 metros sobre el nivel del mar, ofrece vistas panorámicas y es un símbolo natural de la región.

Un viaje por la historia

La historia de Guantánamo está marcada por eventos significativos. En 1511, Diego Velázquez fundó la Villa de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, la primera villa de Cuba. Durante la Guerra de Independencia, figuras como José Martí y Máximo Gómez desembarcaron por Playitas de Cajobabo en 1895, según tocororocubano.com.
La ciudad de Guantánamo, fundada en 1796 como Santa Catalina de Guantánamo, conserva edificaciones históricas como la Catedral de Santa Catalina de Ricci, cuya construcción comenzó en 1837 y fue bendecida en 1842.

Cultura y tradiciones vivas

Guantánamo es cuna del changüí, un género musical que fusiona ritmos africanos y españoles, y que es considerado precursor del son cubano. La Casa del Changüí en la ciudad promueve este legado musical. Además, la Tumba Francesa, una manifestación cultural de origen haitiano, ha sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Eventos como la Fiesta a la Guantanamera y los carnavales locales celebran la identidad y el folclore de la región, con danzas, música y gastronomía típica.

Sabores auténticos

La gastronomía guantanamera es un reflejo de su diversidad cultural. Platos como el bacán, un tamal de plátano verde y cerdo envuelto en hojas de plátano, y la caldosa, una sopa espesa de carnes y vegetales, son delicias locales. El enchilado de camarones y el casabe, un pan de yuca de origen taíno, también forman parte del menú tradicional.

Lugares imperdibles

Punta de Maisí: El punto más oriental de Cuba, conocido por sus formaciones rocosas y el Pozo Azul, una piscina natural de aguas cristalinas.

Loma del Chivo: Un barrio emblemático de Guantánamo, reconocido por su rica tradición musical y cultural.

Zoológico de Piedra: Único en su tipo, este zoológico presenta esculturas de animales talladas en piedra por el artista Ángel Íñigo Blanco.

Santiago de los Caballeros, 10 lugares que no puedes perderte en la Ciudad Corazón

Redacción (Madrid)

Santiago de los Caballeros, segunda ciudad en importancia de la República Dominicana, no es solo un eje económico e industrial del país, sino también un núcleo vibrante de cultura, historia y vida cotidiana caribeña. Conocida como la “Ciudad Corazón” por su ubicación geográfica y su papel central en el alma dominicana, Santiago ofrece al viajero una experiencia tan diversa como auténtica. Este ensayo turístico recorre los 10 lugares que no puedes perderte si deseas conocer la esencia de esta ciudad acogedora, alegre y profundamente orgullosa de su identidad.

1. Monumento a los Héroes de la Restauración

Emblema indiscutible de Santiago, este monumento blanco se alza sobre una colina y ofrece una vista panorámica de toda la ciudad. Más allá de su valor estético, es un símbolo de la independencia dominicana. Pasear por sus jardines o escuchar música en sus escalinatas al atardecer es una experiencia inolvidable.

2. Centro León

Este moderno museo y centro cultural es uno de los más prestigiosos del Caribe. Reúne arte contemporáneo, exposiciones sobre identidad dominicana y un homenaje permanente al tabaco, emblema económico de la región. El Centro León demuestra que la cultura en Santiago no se conserva: se vive.

3. Calle del Sol

Corazón comercial y social de Santiago, esta calle peatonal invita al paseo relajado entre tiendas, cafeterías, casas históricas y pequeñas sorpresas urbanas. Ideal para empaparse del ritmo cotidiano de la ciudad y observar cómo pasado y presente conviven a cada paso.

4. Catedral Santiago Apóstol

Situada frente al parque Duarte, es una joya arquitectónica neogótica que ofrece paz en medio del bullicio urbano. Su interior sobrio y elegante invita a la contemplación y conecta con el carácter profundamente espiritual de la ciudad.

5. La 27 de Febrero y sus murales

Esta emblemática avenida no solo conecta barrios y zonas importantes, también es una galería urbana donde artistas locales han plasmado con orgullo su historia, su identidad y su creatividad en decenas de murales coloridos.

6. Jardín Botánico Prof. Eugenio de Jesús Marcano

Un oasis verde dentro de la ciudad, ideal para caminatas, yoga o fotografía. Este jardín es testimonio de la conciencia ecológica creciente en Santiago y un espacio perfecto para reconectar con la naturaleza tropical.

7. Museo del Tabaco

Santiago es la capital del tabaco premium en el mundo. Este pequeño pero interesante museo permite conocer la historia de esta industria y observar cómo se elaboran a mano algunos de los mejores cigarros del planeta.

8. Parque Duarte

Más que una plaza, es un punto de encuentro social y cultural. Rodeado de arquitectura histórica y vida urbana, es el lugar ideal para sentarse a observar la ciudad en movimiento y sentir el pulso humano de Santiago.

9. Mercado Modelo

Quien quiera conocer la auténtica vida local debe recorrer este mercado: frutas, productos típicos, medicina natural, recuerdos y todo lo que la idiosincrasia dominicana puede ofrecer en estado puro. Aquí la experiencia sensorial es completa.

10. Calle Benito Monción (Zona Colonial)

Aunque no tan amplia como la de Santo Domingo, esta zona histórica concentra casas antiguas, talleres de artistas y espacios culturales. Caminar por ella es como volver atrás en el tiempo y descubrir la elegancia y resistencia de la arquitectura colonial santiaguera.

Santiago de los Caballeros no necesita grandes campañas para enamorar. Su encanto está en la mezcla de tradición y modernidad, en el carácter de su gente, en su sentido de pertenencia. La ciudad late con fuerza desde el corazón del Cibao, y quien la recorre, aunque sea por unos días, siente que también forma parte de ese ritmo vital.

Para el turista que busca experiencias más allá del cliché caribeño, Santiago ofrece una mirada real y profunda a la identidad dominicana, combinando historia, arte, música, industria y belleza cotidiana.

Visita Santiago entre enero y marzo para vivir el carnaval, uno de los más coloridos del país, donde los Lechones y sus máscaras convierten las calles en un espectáculo cultural inigualable. Y no olvides probar un buen cigarro, un plato de la cocina cibaeña y una sonrisa santiaguera. Te los llevarás en el corazón.

Cala Bonita, el secreto mejor guardado de la península de Guanahacabibes

Redacción (Madrid)

En un país famoso por sus playas de postal, donde Varadero, Cayo Coco o Playa Ancón acaparan los titulares, existen rincones aún vírgenes que escapan del turismo masivo. Entre ellos, Cala Bonita, en el extremo occidental de Cuba, es una joya escondida donde la naturaleza se expresa en estado puro.

Ubicada dentro de la Reserva de la Biosfera de Guanahacabibes, en la provincia de Pinar del Río, Cala Bonita no aparece en mapas comerciales ni en circuitos habituales. Acceder a ella implica aventurarse por senderos naturales, cruzar manglares y dejarse guiar por pescadores o guías locales. Pero el esfuerzo se ve recompensado: lo que espera al final del camino es un pequeño tramo de costa con arena dorada, agua cristalina y un silencio solo roto por el vaivén del mar.

Lo que hace especial a Cala Bonita no es solo su belleza —que la tiene en abundancia— sino su sensación de aislamiento y autenticidad. No hay hoteles, ni bares, ni alquileres de sombrillas. Solo el visitante y el paisaje: arrecifes poco explorados, formaciones de coral, y la posibilidad de avistar aves migratorias o tortugas marinas si se tiene la suerte de coincidir con sus rutas.

Además de su atractivo visual, esta cala forma parte de un ecosistema altamente protegido. La península de Guanahacabibes es una de las áreas mejor conservadas de Cuba, con una biodiversidad que asombra incluso a los más expertos: iguanas, manatíes, mariposas endémicas y hasta los restos de antiguos asentamientos indígenas en cuevas cercanas.

Para los turistas que buscan más que una simple playa, Cala Bonita ofrece una experiencia de conexión con la tierra. Puede ser un lugar para practicar snorkel entre peces multicolores, para leer bajo una palma inclinada o simplemente para mirar el horizonte sin interrupciones. Aquí, la idea de desconectar adquiere su significado más pleno.

En un mundo cada vez más globalizado, encontrar sitios donde el tiempo parece detenerse es un lujo. Cala Bonita es uno de esos raros parajes donde Cuba se revela tal como fue: salvaje, cálida y profundamente humana. No es un destino para quienes buscan comodidad, sino para quienes buscan verdad.

  • Cómo llegar: Desde Sandino o María la Gorda, se puede acceder a pie o en transporte local con guía. Requiere permisos si se accede por zonas protegidas.
  • Qué llevar: Agua potable, protección solar, comida ligera, calzado para caminar por roca y respeto por el entorno natural.
  • Mejor época: Entre noviembre y abril, cuando las lluvias son escasas y el calor no es extremo.
  • Importante: No dejar basura. No extraer flora ni fauna. No acampar fuera de zonas permitidas.

Tesoros a mano: un recorrido por los mercados de artesanía en Cuba

Redacción (Madrid)

En las calles empedradas y plazas soleadas de Cuba, los mercados de artesanía emergen como vibrantes escaparates de la creatividad local. Estos espacios no solo ofrecen objetos únicos hechos a mano, sino que también narran historias de tradición, identidad y resiliencia.

Almacenes San José: el corazón artesanal de La Habana

Ubicado en la Avenida del Puerto, en el casco histórico de La Habana, los Almacenes San José se han convertido en el epicentro de la artesanía cubana. Este antiguo almacén portuario, restaurado y adaptado, alberga decenas de puestos donde artesanos exponen sus creaciones: desde tallas en madera de caoba y cedro hasta coloridas pinturas que capturan la esencia de la vida isleña.

Los visitantes pueden encontrar una amplia gama de productos, incluyendo cerámicas, textiles bordados, instrumentos musicales tradicionales como el tres y las maracas, y joyería hecha a mano. La atmósfera es animada, con música en vivo y la posibilidad de interactuar directamente con los creadores, quienes comparten con orgullo las historias detrás de sus obras.

Calle Obispo y Callejón de Hamel: arte en cada esquina

La Calle Obispo, una de las arterias más transitadas de La Habana Vieja, está flanqueada por tiendas y puestos donde se ofrecen artesanías locales. Aquí, los visitantes pueden adquirir desde sombreros de guano hasta lienzos pintados que reflejan la vida cotidiana cubana.

Por otro lado, el Callejón de Hamel, en el barrio de Cayo Hueso, es un espacio cultural al aire libre donde el arte afrocubano cobra vida. Murales vibrantes, esculturas recicladas y performances en vivo hacen de este lugar una galería urbana única, donde la artesanía y la expresión artística se entrelazan.

Más allá de La Habana: artesanía en todo el país

Fuera de la capital, ciudades como Trinidad y Santiago de Cuba también albergan mercados de artesanía que reflejan las tradiciones regionales. En Trinidad, por ejemplo, es común encontrar encajes hechos a mano y cerámicas decorativas, mientras que en Santiago, la influencia caribeña se manifiesta en coloridos textiles y máscaras festivas.

La artesanía como reflejo de la identidad cubana

La artesanía en Cuba no es solo una actividad económica; es una manifestación de la identidad nacional. Cada pieza, ya sea una talla en madera o una pintura, encapsula elementos de la historia, la cultura y las vivencias del pueblo cubano. Además, estos mercados ofrecen a los visitantes la oportunidad de llevarse a casa un pedazo auténtico de la isla, más allá de los souvenirs convencionales.

Playa El Valle, el susurro silencioso de la Samaná secreta

Redacción (Madrid)

En una isla conocida por su exuberancia y su calor caribeño, aún existen lugares donde el turismo masivo no ha dejado su huella. Uno de esos paraísos olvidados es Playa El Valle, una cala remota abrazada por montañas verdes y un océano inquieto, ubicada a unos 10 kilómetros al norte de Santa Bárbara de Samaná, en la República Dominicana.

El viaje a El Valle no es solo geográfico, es también emocional. Para llegar hasta ella, hay que dejar atrás los grandes resorts, los caminos asfaltados y la idea del Caribe domesticado. El trayecto atraviesa bosques tropicales, curvas cerradas y aldeas de ritmo lento. Cada kilómetro se convierte en una renuncia al ruido y una apertura al asombro.

Lo primero que impacta al llegar es su soledad majestuosa. Flanqueada por altas colinas cubiertas de palmeras, la cala se extiende como un abrazo abierto al Atlántico. Su arena oscura —más volcánica que blanca— le otorga un carácter crudo y original, ajeno a los clichés turísticos. Las olas, a menudo fuertes, hablan con voz propia, y los únicos testigos son pescadores locales, gallinas errantes y uno que otro viajero curioso.

Playa El Valle no se ofrece: se revela. No hay bares ruidosos ni tumbonas alineadas, pero sí cabañas sencillas, eco-albergues y proyectos comunitarios que apuestan por el turismo sostenible. Aquí se duerme con el murmullo del mar, se come pescado fresco a la brasa y se camina descalzo entre cocoteros y raíces.

Uno de los mayores tesoros de esta cala es su autenticidad intacta. La gente del lugar recibe con una mezcla de curiosidad y calidez: no como clientes, sino como visitas. Es común que los niños jueguen en la orilla, que los perros acompañen sin pedir nada y que un pescador cuente historias mientras repara su red al sol.

A pocos minutos a pie se encuentran otros rincones secretos, como el río El Valle, cuyas aguas dulces desembocan justo en la playa, creando un contraste vibrante entre lo salado y lo fresco. También está el Salto El Limón a unas pocas horas, accesible desde excursiones a caballo, y la Playa Ermitaño, aún más remota, accesible solo por mar o caminatas intrépidas.

Visitar El Valle no es solo una decisión turística, sino una elección ética. Es apostar por un modelo de viaje que respeta los ritmos locales, que escucha la naturaleza en vez de sobreponerle ruido, y que entiende el lujo como espacio, silencio y verdad.

Playa El Valle no está en los folletos: está en la memoria de quienes se atreven a llegar. Es una cala para perderse y reencontrarse. Para quienes creen que el Caribe, más allá del sol y la postal, aún guarda secretos. Y este, sin duda, es uno de los más bellos.

El Floridita: Donde el Daiquirí se convierte en leyenda y Hemingway nunca se marchó

Redacción (Madrid)

En el corazón de La Habana Vieja, en la esquina de las calles Obispo y Monserrate, se alza un templo de la coctelería mundial: El Floridita. Fundado en 1817 bajo el nombre de «La Piña de Plata», este bar-restaurante ha sido testigo de más de dos siglos de historia, transformándose en un ícono cultural y turístico de Cuba.

La cuna del Daiquirí

El Floridita es reconocido mundialmente como «la cuna del daiquirí», un cóctel que alcanzó la perfección gracias a Constantino Ribalaigua Vert, conocido como «Constante». Este inmigrante catalán comenzó como cantinero en 1914 y, cuatro años después, adquirió el establecimiento. Constante perfeccionó el daiquirí al introducir hielo frappé y unas gotas de licor marrasquino, creando una bebida refrescante y elegante que conquistó paladares de todo el mundo.

Hemingway y el «Papa Doble»

La leyenda de El Floridita está indisolublemente ligada a Ernest Hemingway. El Nobel de Literatura descubrió el bar en los años 30 y, debido a su diabetes, pidió una versión del daiquirí sin azúcar y con doble de ron. Así nació el «Papa Doble», una variante que incluye jugo de toronja, marrasquino y hielo frappé. Hemingway se convirtió en un asiduo del lugar, al que describía como «el mejor bar del mundo».
Hoy, una estatua de bronce del escritor, obra del escultor José Villa Soberón, se encuentra en su rincón favorito del bar, perpetuando su presencia y atrayendo a visitantes que buscan tomarse una foto junto a «Papa».

Un refugio para celebridades

A lo largo de los años, El Floridita ha sido punto de encuentro para figuras como Ava Gardner, Frank Sinatra, Nat King Cole, Marlene Dietrich y Gary Cooper. En 1953, la revista Esquire lo incluyó entre los siete bares más famosos del mundo, destacando su ambiente cosmopolita y la calidad de sus cócteles.

Tradición y modernidad

El Floridita ha sabido conservar su esencia. Los cantineros, vestidos con chaquetas rojas, siguen practicando el estilo «cantinera», una técnica de coctelería acrobática que combina precisión y espectáculo. La música en vivo, con ritmos tradicionales cubanos, añade un toque especial a la experiencia.

Visita obligada en La Habana

Para quienes visitan La Habana, El Floridita es una parada obligatoria. Más allá de su fama, ofrece una experiencia única que combina historia, cultura y gastronomía. Como reza su lema: «¡No mueras sin besar un daiquirí una vez en tu vida!».

Mamajuana Café, donde la tradición dominicana cobra vida

Redacción (Madrid)

En el corazón de la histórica Zona Colonial de Santo Domingo, donde las calles empedradas cuentan historias de siglos pasados y las fachadas coloniales evocan tiempos antiguos, se erige Mamajuana Café, un lugar donde la tradición dominicana se celebra con cada plato, cada nota musical y cada brindis.

Mamajuana Café ofrece una experiencia culinaria que fusiona la rica herencia gastronómica dominicana con toques modernos. Entre sus platos más representativos se encuentran:

Pollo al ladrillo: Gallina rellena de moro, servida con ‘hash’ de queso y chorizo.

Chillo Relleno: Pescado entero, sin espinas, relleno de mofongo y bañado en salsa roja.

Puerquito: Paletilla de cerdo horneada, envuelta en hoja de plátano, rellena de moro de guandules y plátano maduro.

Estos platos no solo deleitan el paladar, sino que también narran historias de la cocina criolla, rescatando sabores y técnicas ancestrales.

Más allá de la gastronomía, Mamajuana Café se transforma al caer la noche en un vibrante centro de entretenimiento. Con capacidad para aproximadamente 130 personas en el primer nivel y un lounge en el segundo nivel diseñado especialmente para actividades en vivo, el lugar ofrece:

Miércoles de humor: Presentaciones del colectivo «La Guagua del Humor».

Jueves musicales: Actuaciones de la orquesta del restaurante, Maraco Rum.

Viernes latinos: Bandas invitadas con música latina variada en vivo.

Estas actividades convierten a Mamajuana Café en un punto de encuentro para locales y turistas que buscan sumergirse en la cultura dominicana a través de la música y el baile.

El diseño arquitectónico del café es una oda a la rica historia de la Zona Colonial. Con elementos como botellas de mamajuana empotradas en las paredes y una bodega que se integra perfectamente al ambiente del restaurante, el espacio fue concebido para reflejar las raíces coloniales de la ciudad con un toque de modernismo, utilizando espejos, cristales y tonos dorados.

Visitar Mamajuana Café es más que una salida a cenar; es una inmersión en la cultura dominicana. Desde la calidez de su personal hasta la autenticidad de su menú y la energía de sus noches musicales, cada visita promete ser una experiencia memorable.