Santiago de los Caballeros, 10 lugares que no puedes perderte en la Ciudad Corazón

Redacción (Madrid)

Santiago de los Caballeros, segunda ciudad en importancia de la República Dominicana, no es solo un eje económico e industrial del país, sino también un núcleo vibrante de cultura, historia y vida cotidiana caribeña. Conocida como la “Ciudad Corazón” por su ubicación geográfica y su papel central en el alma dominicana, Santiago ofrece al viajero una experiencia tan diversa como auténtica. Este ensayo turístico recorre los 10 lugares que no puedes perderte si deseas conocer la esencia de esta ciudad acogedora, alegre y profundamente orgullosa de su identidad.

1. Monumento a los Héroes de la Restauración

Emblema indiscutible de Santiago, este monumento blanco se alza sobre una colina y ofrece una vista panorámica de toda la ciudad. Más allá de su valor estético, es un símbolo de la independencia dominicana. Pasear por sus jardines o escuchar música en sus escalinatas al atardecer es una experiencia inolvidable.

2. Centro León

Este moderno museo y centro cultural es uno de los más prestigiosos del Caribe. Reúne arte contemporáneo, exposiciones sobre identidad dominicana y un homenaje permanente al tabaco, emblema económico de la región. El Centro León demuestra que la cultura en Santiago no se conserva: se vive.

3. Calle del Sol

Corazón comercial y social de Santiago, esta calle peatonal invita al paseo relajado entre tiendas, cafeterías, casas históricas y pequeñas sorpresas urbanas. Ideal para empaparse del ritmo cotidiano de la ciudad y observar cómo pasado y presente conviven a cada paso.

4. Catedral Santiago Apóstol

Situada frente al parque Duarte, es una joya arquitectónica neogótica que ofrece paz en medio del bullicio urbano. Su interior sobrio y elegante invita a la contemplación y conecta con el carácter profundamente espiritual de la ciudad.

5. La 27 de Febrero y sus murales

Esta emblemática avenida no solo conecta barrios y zonas importantes, también es una galería urbana donde artistas locales han plasmado con orgullo su historia, su identidad y su creatividad en decenas de murales coloridos.

6. Jardín Botánico Prof. Eugenio de Jesús Marcano

Un oasis verde dentro de la ciudad, ideal para caminatas, yoga o fotografía. Este jardín es testimonio de la conciencia ecológica creciente en Santiago y un espacio perfecto para reconectar con la naturaleza tropical.

7. Museo del Tabaco

Santiago es la capital del tabaco premium en el mundo. Este pequeño pero interesante museo permite conocer la historia de esta industria y observar cómo se elaboran a mano algunos de los mejores cigarros del planeta.

8. Parque Duarte

Más que una plaza, es un punto de encuentro social y cultural. Rodeado de arquitectura histórica y vida urbana, es el lugar ideal para sentarse a observar la ciudad en movimiento y sentir el pulso humano de Santiago.

9. Mercado Modelo

Quien quiera conocer la auténtica vida local debe recorrer este mercado: frutas, productos típicos, medicina natural, recuerdos y todo lo que la idiosincrasia dominicana puede ofrecer en estado puro. Aquí la experiencia sensorial es completa.

10. Calle Benito Monción (Zona Colonial)

Aunque no tan amplia como la de Santo Domingo, esta zona histórica concentra casas antiguas, talleres de artistas y espacios culturales. Caminar por ella es como volver atrás en el tiempo y descubrir la elegancia y resistencia de la arquitectura colonial santiaguera.

Santiago de los Caballeros no necesita grandes campañas para enamorar. Su encanto está en la mezcla de tradición y modernidad, en el carácter de su gente, en su sentido de pertenencia. La ciudad late con fuerza desde el corazón del Cibao, y quien la recorre, aunque sea por unos días, siente que también forma parte de ese ritmo vital.

Para el turista que busca experiencias más allá del cliché caribeño, Santiago ofrece una mirada real y profunda a la identidad dominicana, combinando historia, arte, música, industria y belleza cotidiana.

Visita Santiago entre enero y marzo para vivir el carnaval, uno de los más coloridos del país, donde los Lechones y sus máscaras convierten las calles en un espectáculo cultural inigualable. Y no olvides probar un buen cigarro, un plato de la cocina cibaeña y una sonrisa santiaguera. Te los llevarás en el corazón.

Cala Bonita, el secreto mejor guardado de la península de Guanahacabibes

Redacción (Madrid)

En un país famoso por sus playas de postal, donde Varadero, Cayo Coco o Playa Ancón acaparan los titulares, existen rincones aún vírgenes que escapan del turismo masivo. Entre ellos, Cala Bonita, en el extremo occidental de Cuba, es una joya escondida donde la naturaleza se expresa en estado puro.

Ubicada dentro de la Reserva de la Biosfera de Guanahacabibes, en la provincia de Pinar del Río, Cala Bonita no aparece en mapas comerciales ni en circuitos habituales. Acceder a ella implica aventurarse por senderos naturales, cruzar manglares y dejarse guiar por pescadores o guías locales. Pero el esfuerzo se ve recompensado: lo que espera al final del camino es un pequeño tramo de costa con arena dorada, agua cristalina y un silencio solo roto por el vaivén del mar.

Lo que hace especial a Cala Bonita no es solo su belleza —que la tiene en abundancia— sino su sensación de aislamiento y autenticidad. No hay hoteles, ni bares, ni alquileres de sombrillas. Solo el visitante y el paisaje: arrecifes poco explorados, formaciones de coral, y la posibilidad de avistar aves migratorias o tortugas marinas si se tiene la suerte de coincidir con sus rutas.

Además de su atractivo visual, esta cala forma parte de un ecosistema altamente protegido. La península de Guanahacabibes es una de las áreas mejor conservadas de Cuba, con una biodiversidad que asombra incluso a los más expertos: iguanas, manatíes, mariposas endémicas y hasta los restos de antiguos asentamientos indígenas en cuevas cercanas.

Para los turistas que buscan más que una simple playa, Cala Bonita ofrece una experiencia de conexión con la tierra. Puede ser un lugar para practicar snorkel entre peces multicolores, para leer bajo una palma inclinada o simplemente para mirar el horizonte sin interrupciones. Aquí, la idea de desconectar adquiere su significado más pleno.

En un mundo cada vez más globalizado, encontrar sitios donde el tiempo parece detenerse es un lujo. Cala Bonita es uno de esos raros parajes donde Cuba se revela tal como fue: salvaje, cálida y profundamente humana. No es un destino para quienes buscan comodidad, sino para quienes buscan verdad.

  • Cómo llegar: Desde Sandino o María la Gorda, se puede acceder a pie o en transporte local con guía. Requiere permisos si se accede por zonas protegidas.
  • Qué llevar: Agua potable, protección solar, comida ligera, calzado para caminar por roca y respeto por el entorno natural.
  • Mejor época: Entre noviembre y abril, cuando las lluvias son escasas y el calor no es extremo.
  • Importante: No dejar basura. No extraer flora ni fauna. No acampar fuera de zonas permitidas.

Tesoros a mano: un recorrido por los mercados de artesanía en Cuba

Redacción (Madrid)

En las calles empedradas y plazas soleadas de Cuba, los mercados de artesanía emergen como vibrantes escaparates de la creatividad local. Estos espacios no solo ofrecen objetos únicos hechos a mano, sino que también narran historias de tradición, identidad y resiliencia.

Almacenes San José: el corazón artesanal de La Habana

Ubicado en la Avenida del Puerto, en el casco histórico de La Habana, los Almacenes San José se han convertido en el epicentro de la artesanía cubana. Este antiguo almacén portuario, restaurado y adaptado, alberga decenas de puestos donde artesanos exponen sus creaciones: desde tallas en madera de caoba y cedro hasta coloridas pinturas que capturan la esencia de la vida isleña.

Los visitantes pueden encontrar una amplia gama de productos, incluyendo cerámicas, textiles bordados, instrumentos musicales tradicionales como el tres y las maracas, y joyería hecha a mano. La atmósfera es animada, con música en vivo y la posibilidad de interactuar directamente con los creadores, quienes comparten con orgullo las historias detrás de sus obras.

Calle Obispo y Callejón de Hamel: arte en cada esquina

La Calle Obispo, una de las arterias más transitadas de La Habana Vieja, está flanqueada por tiendas y puestos donde se ofrecen artesanías locales. Aquí, los visitantes pueden adquirir desde sombreros de guano hasta lienzos pintados que reflejan la vida cotidiana cubana.

Por otro lado, el Callejón de Hamel, en el barrio de Cayo Hueso, es un espacio cultural al aire libre donde el arte afrocubano cobra vida. Murales vibrantes, esculturas recicladas y performances en vivo hacen de este lugar una galería urbana única, donde la artesanía y la expresión artística se entrelazan.

Más allá de La Habana: artesanía en todo el país

Fuera de la capital, ciudades como Trinidad y Santiago de Cuba también albergan mercados de artesanía que reflejan las tradiciones regionales. En Trinidad, por ejemplo, es común encontrar encajes hechos a mano y cerámicas decorativas, mientras que en Santiago, la influencia caribeña se manifiesta en coloridos textiles y máscaras festivas.

La artesanía como reflejo de la identidad cubana

La artesanía en Cuba no es solo una actividad económica; es una manifestación de la identidad nacional. Cada pieza, ya sea una talla en madera o una pintura, encapsula elementos de la historia, la cultura y las vivencias del pueblo cubano. Además, estos mercados ofrecen a los visitantes la oportunidad de llevarse a casa un pedazo auténtico de la isla, más allá de los souvenirs convencionales.

Playa El Valle, el susurro silencioso de la Samaná secreta

Redacción (Madrid)

En una isla conocida por su exuberancia y su calor caribeño, aún existen lugares donde el turismo masivo no ha dejado su huella. Uno de esos paraísos olvidados es Playa El Valle, una cala remota abrazada por montañas verdes y un océano inquieto, ubicada a unos 10 kilómetros al norte de Santa Bárbara de Samaná, en la República Dominicana.

El viaje a El Valle no es solo geográfico, es también emocional. Para llegar hasta ella, hay que dejar atrás los grandes resorts, los caminos asfaltados y la idea del Caribe domesticado. El trayecto atraviesa bosques tropicales, curvas cerradas y aldeas de ritmo lento. Cada kilómetro se convierte en una renuncia al ruido y una apertura al asombro.

Lo primero que impacta al llegar es su soledad majestuosa. Flanqueada por altas colinas cubiertas de palmeras, la cala se extiende como un abrazo abierto al Atlántico. Su arena oscura —más volcánica que blanca— le otorga un carácter crudo y original, ajeno a los clichés turísticos. Las olas, a menudo fuertes, hablan con voz propia, y los únicos testigos son pescadores locales, gallinas errantes y uno que otro viajero curioso.

Playa El Valle no se ofrece: se revela. No hay bares ruidosos ni tumbonas alineadas, pero sí cabañas sencillas, eco-albergues y proyectos comunitarios que apuestan por el turismo sostenible. Aquí se duerme con el murmullo del mar, se come pescado fresco a la brasa y se camina descalzo entre cocoteros y raíces.

Uno de los mayores tesoros de esta cala es su autenticidad intacta. La gente del lugar recibe con una mezcla de curiosidad y calidez: no como clientes, sino como visitas. Es común que los niños jueguen en la orilla, que los perros acompañen sin pedir nada y que un pescador cuente historias mientras repara su red al sol.

A pocos minutos a pie se encuentran otros rincones secretos, como el río El Valle, cuyas aguas dulces desembocan justo en la playa, creando un contraste vibrante entre lo salado y lo fresco. También está el Salto El Limón a unas pocas horas, accesible desde excursiones a caballo, y la Playa Ermitaño, aún más remota, accesible solo por mar o caminatas intrépidas.

Visitar El Valle no es solo una decisión turística, sino una elección ética. Es apostar por un modelo de viaje que respeta los ritmos locales, que escucha la naturaleza en vez de sobreponerle ruido, y que entiende el lujo como espacio, silencio y verdad.

Playa El Valle no está en los folletos: está en la memoria de quienes se atreven a llegar. Es una cala para perderse y reencontrarse. Para quienes creen que el Caribe, más allá del sol y la postal, aún guarda secretos. Y este, sin duda, es uno de los más bellos.

El Floridita: Donde el Daiquirí se convierte en leyenda y Hemingway nunca se marchó

Redacción (Madrid)

En el corazón de La Habana Vieja, en la esquina de las calles Obispo y Monserrate, se alza un templo de la coctelería mundial: El Floridita. Fundado en 1817 bajo el nombre de «La Piña de Plata», este bar-restaurante ha sido testigo de más de dos siglos de historia, transformándose en un ícono cultural y turístico de Cuba.

La cuna del Daiquirí

El Floridita es reconocido mundialmente como «la cuna del daiquirí», un cóctel que alcanzó la perfección gracias a Constantino Ribalaigua Vert, conocido como «Constante». Este inmigrante catalán comenzó como cantinero en 1914 y, cuatro años después, adquirió el establecimiento. Constante perfeccionó el daiquirí al introducir hielo frappé y unas gotas de licor marrasquino, creando una bebida refrescante y elegante que conquistó paladares de todo el mundo.

Hemingway y el «Papa Doble»

La leyenda de El Floridita está indisolublemente ligada a Ernest Hemingway. El Nobel de Literatura descubrió el bar en los años 30 y, debido a su diabetes, pidió una versión del daiquirí sin azúcar y con doble de ron. Así nació el «Papa Doble», una variante que incluye jugo de toronja, marrasquino y hielo frappé. Hemingway se convirtió en un asiduo del lugar, al que describía como «el mejor bar del mundo».
Hoy, una estatua de bronce del escritor, obra del escultor José Villa Soberón, se encuentra en su rincón favorito del bar, perpetuando su presencia y atrayendo a visitantes que buscan tomarse una foto junto a «Papa».

Un refugio para celebridades

A lo largo de los años, El Floridita ha sido punto de encuentro para figuras como Ava Gardner, Frank Sinatra, Nat King Cole, Marlene Dietrich y Gary Cooper. En 1953, la revista Esquire lo incluyó entre los siete bares más famosos del mundo, destacando su ambiente cosmopolita y la calidad de sus cócteles.

Tradición y modernidad

El Floridita ha sabido conservar su esencia. Los cantineros, vestidos con chaquetas rojas, siguen practicando el estilo «cantinera», una técnica de coctelería acrobática que combina precisión y espectáculo. La música en vivo, con ritmos tradicionales cubanos, añade un toque especial a la experiencia.

Visita obligada en La Habana

Para quienes visitan La Habana, El Floridita es una parada obligatoria. Más allá de su fama, ofrece una experiencia única que combina historia, cultura y gastronomía. Como reza su lema: «¡No mueras sin besar un daiquirí una vez en tu vida!».

Mamajuana Café, donde la tradición dominicana cobra vida

Redacción (Madrid)

En el corazón de la histórica Zona Colonial de Santo Domingo, donde las calles empedradas cuentan historias de siglos pasados y las fachadas coloniales evocan tiempos antiguos, se erige Mamajuana Café, un lugar donde la tradición dominicana se celebra con cada plato, cada nota musical y cada brindis.

Mamajuana Café ofrece una experiencia culinaria que fusiona la rica herencia gastronómica dominicana con toques modernos. Entre sus platos más representativos se encuentran:

Pollo al ladrillo: Gallina rellena de moro, servida con ‘hash’ de queso y chorizo.

Chillo Relleno: Pescado entero, sin espinas, relleno de mofongo y bañado en salsa roja.

Puerquito: Paletilla de cerdo horneada, envuelta en hoja de plátano, rellena de moro de guandules y plátano maduro.

Estos platos no solo deleitan el paladar, sino que también narran historias de la cocina criolla, rescatando sabores y técnicas ancestrales.

Más allá de la gastronomía, Mamajuana Café se transforma al caer la noche en un vibrante centro de entretenimiento. Con capacidad para aproximadamente 130 personas en el primer nivel y un lounge en el segundo nivel diseñado especialmente para actividades en vivo, el lugar ofrece:

Miércoles de humor: Presentaciones del colectivo «La Guagua del Humor».

Jueves musicales: Actuaciones de la orquesta del restaurante, Maraco Rum.

Viernes latinos: Bandas invitadas con música latina variada en vivo.

Estas actividades convierten a Mamajuana Café en un punto de encuentro para locales y turistas que buscan sumergirse en la cultura dominicana a través de la música y el baile.

El diseño arquitectónico del café es una oda a la rica historia de la Zona Colonial. Con elementos como botellas de mamajuana empotradas en las paredes y una bodega que se integra perfectamente al ambiente del restaurante, el espacio fue concebido para reflejar las raíces coloniales de la ciudad con un toque de modernismo, utilizando espejos, cristales y tonos dorados.

Visitar Mamajuana Café es más que una salida a cenar; es una inmersión en la cultura dominicana. Desde la calidez de su personal hasta la autenticidad de su menú y la energía de sus noches musicales, cada visita promete ser una experiencia memorable.

Santiago de Cuba: donde la historia y la cultura laten con fuerza

Redacción (Madrid)

Al sureste del archipiélago cubano, donde la Sierra Maestra besa el mar Caribe y el sol parece rendirse con reverencia sobre los tejados coloniales, se encuentra una ciudad que no solo vive la historia, sino que la encarna: Santiago de Cuba.

Fundada en 1515 por el conquistador Diego Velázquez, Santiago es la segunda ciudad más importante de la isla y, para muchos, su corazón más rebelde. Aquí comenzó el camino de la independencia, con gestas heroicas que han marcado para siempre el espíritu indomable de sus habitantes. No por gusto se le conoce como la “cuna de la Revolución”.

Caminar por sus calles es sumergirse en una mezcla vibrante de tradición y resistencia. Desde el Parque Céspedes, centro neurálgico de la ciudad, hasta la majestuosa Catedral Metropolitana, cada rincón guarda memorias del pasado colonial, del auge del comercio marítimo y del fervor revolucionario. A unos pocos kilómetros, en el Cementerio de Santa Ifigenia, reposan los restos de figuras claves de la historia cubana como José Martí, Carlos Manuel de Céspedes y Fidel Castro, cuyas tumbas son visitadas a diario con una solemnidad que trasciende lo político para convertirse en culto a la identidad nacional.

Pero Santiago no es solo historia. Es tambor, es son, es carnaval. Aquí, la música no se escucha, se respira. El legendario Septeto Santiaguero y el espíritu del son cubano se encuentran en cada esquina, y las noches se iluminan con el ritmo pegajoso de los tambores afrocubanos que brotan desde el corazón del barrio Tivolí o del patio de la Casa de la Trova. Las influencias caribeñas, haitianas y españolas han dado lugar a una de las culturas más ricas y diversas del país.

A nivel geográfico, Santiago destaca por su compleja topografía: colinas que se elevan abruptamente, calles empinadas y miradores naturales que regalan vistas espectaculares del puerto natural, uno de los más profundos de América. Todo esto enmarcado por una vegetación tropical que hace de la ciudad un paraíso de contrastes visuales.

El calor de su clima solo es superado por el de su gente: hospitalaria, orgullosa, resiliente. En Santiago, la cubanía se vive con intensidad y sin adornos. Aquí no hay espacio para la indiferencia; todo es pasión, color y carácter.

El Amanera, el hotel mas sorprendente de Republica Dominicana

Redacción (Madrid)

En una costa salvaje del norte dominicano, donde las montañas verdes se sumergen en el azul profundo del Atlántico y la selva tropical abraza cada rincón, se encuentra Amanera, un hotel que no es simplemente un alojamiento, sino una experiencia transformadora. Este refugio de lujo, parte del prestigioso grupo Aman, redefine lo que significa hospedarse en el Caribe, fusionando arquitectura moderna, sostenibilidad y la serenidad de la naturaleza en su máxima expresión.

En un país conocido por sus resorts todo incluido, Amanera se alza como un santuario de exclusividad, privacidad y diseño, pensado para quienes buscan algo más profundo que sol y playa: buscan conexión.

Situado en lo alto de un acantilado con vistas a la espectacular Playa Grande, Amanera ofrece acceso directo a una de las playas más hermosas y vírgenes del país. Lejos del bullicio turístico, la costa norte conserva aún ese aire de misterio tropical que tanto atrae a los viajeros más exigentes. Arena dorada, olas ideales para el surf y kilómetros de litoral sin urbanizar lo convierten en un lugar casi secreto.

Desde sus villas con piscina privada, integradas sutilmente en la vegetación, se puede contemplar la inmensidad del océano en total intimidad.

Amanera no impone su presencia: la arquitectura se adapta al entorno, respetando cada curva del terreno y cada árbol centenario. Las 25 casitas del resort se dispersan a lo largo de la colina, todas con vistas al mar, construidas con materiales naturales y líneas limpias que reflejan el estilo minimalista de Aman, siempre en diálogo con la cultura local.

Los espacios comunes, como el restaurante, el lounge o el spa, flotan entre el cielo y la selva, en armonía con el entorno. Todo está diseñado para que el huésped sienta que está habitando la naturaleza, no dominándola.

Lo que diferencia a Amanera no es solo su lujo visual, sino su filosofía de hospitalidad. Aquí, el servicio es discreto, anticipado y personalizado. Se pueden organizar caminatas guiadas por el bosque, visitas a plantaciones de cacao, excursiones en barco por la costa, clases de yoga al amanecer o tratamientos de bienestar con hierbas locales.

Los amantes del golf encontrarán en el Playa Grande Golf & Ocean Club uno de los campos más espectaculares del Caribe, diseñado por Robert Trent Jones Sr. y remodelado por su hijo.

Y para los que buscan introspección, Amanera ofrece algo cada vez más escaso en el mundo moderno: silencio, espacio y tiempo.

En un mundo cada vez más ruidoso, Amanera representa el lujo del silencio, de la autenticidad y del tiempo bien vivido. No es solo el hotel más sorprendente de la República Dominicana, sino también uno de los más impactantes del hemisferio por su forma de entender el turismo: con respeto, belleza y alma.

Amanera no se visita, se experimenta. Y quien ha dormido en su paz, jamás la olvida.

Los imprescindibles para viajar a República Dominicana

Redacción (Madrid)

República Dominicana es uno de los destinos más populares del Caribe, conocida por sus playas paradisíacas, su clima cálido durante todo el año y su variada oferta turística que va desde resorts todo incluido hasta aventuras en la montaña. Para disfrutar plenamente de la experiencia, empacar de forma inteligente es esencial. A continuación, te ofrecemos una guía práctica sobre qué llevar en la maleta si vas a visitar el país.

1. Ropa ligera y adecuada para el clima tropical

El clima en República Dominicana es mayormente cálido y húmedo, con temperaturas que oscilan entre los 25°C y 32°C durante todo el año. Por ello, se recomienda empacar ropa liviana, transpirable y cómoda.

Incluye en tu equipaje:

  • Camisetas y blusas de algodón o lino
  • Pantalones cortos, bermudas o faldas
  • Vestidos frescos
  • Ropa de baño (preferiblemente más de uno)
  • Ropa interior ligera
  • Gafas de sol y sombrero o gorra para el sol

Si planeas salir por la noche o visitar restaurantes formales, lleva al menos un conjunto más elegante (vestido informal o pantalón largo con camisa).

2. Calzado adecuado para diferentes actividades

Dependiendo de tu itinerario, necesitarás diferentes tipos de calzado. Las chancletas o sandalias son indispensables para la playa, pero también es recomendable llevar calzado cerrado para excursiones o caminatas.

Recomendado:

  • Sandalias cómodas
  • Zapatillas deportivas o calzado para caminar
  • Calzado cerrado casual para salidas nocturnas o cenas

3. Artículos de protección solar y cuidado personal

El sol en República Dominicana es fuerte, especialmente en zonas costeras. Es fundamental protegerse para evitar quemaduras o golpes de calor.

No olvides empacar:

  • Protector solar de amplio espectro (FPS 30 o superior)
  • Bálsamo labial con protección solar
  • Repelente de insectos (especialmente útil en zonas rurales o al atardecer)
  • Sombrero de ala ancha o gorra
  • After sun o gel de aloe vera por si te quemas

En cuanto a artículos de higiene personal, aunque muchos se pueden conseguir localmente, siempre es útil llevar los productos específicos que usas a diario.

4. Documentación y tecnología

Viajar con los documentos necesarios y la tecnología adecuada puede evitarte inconvenientes.

Empaca:

  • Pasaporte válido
  • Copias impresas o digitales de tus reservas y seguros de viaje
  • Adaptador de enchufe (el estándar es tipo A/B, 120V)
  • Teléfono móvil desbloqueado (para usar con SIM local si lo deseas)
  • Cargadores, batería portátil y auriculares

5. Otros elementos útiles

Algunos accesorios pueden hacer tu viaje mucho más cómodo.

Útiles adicionales:

  • Botella reutilizable para agua
  • Mochila pequeña para excursiones diarias
  • Toalla de secado rápido
  • Impermeable ligero o paraguas (especialmente si viajas entre mayo y noviembre, temporada de lluvias)
  • Kit de primeros auxilios básico (analgésicos, curitas, antihistamínicos)

Holguín, el secreto mejor guardado del caribe en forma de playa

Redacción (Madrid)

En el corazón del oriente cubano, la provincia de Holguín es un tesoro natural que combina historia, cultura y, sobre todo, algunas de las playas más hermosas del Caribe. A diferencia de los destinos más masificados de la isla, como Varadero o Cayo Coco, Holguín ofrece un litoral virgen, tranquilo y de una belleza casi intacta. Aquí, cada playa es una invitación al descanso, la contemplación y la aventura.

Quien pisa la arena blanca de Guardalavaca o se sumerge en las aguas cristalinas de Playa Esmeralda descubre un destino que va más allá del sol y el mar. Es una experiencia de conexión con lo esencial.

Guardalavaca es, sin duda, la playa más conocida de Holguín. Su nombre, pintoresco y lleno de leyendas, da paso a una costa de arena fina, bordeada por cocoteros y bañada por un mar turquesa. Es ideal tanto para familias como para parejas o viajeros solos. Aquí se combinan resorts todo incluido con zonas de acceso libre, y la oferta de actividades acuáticas es abundante: esnórquel, kayak, windsurf y buceo entre arrecifes.

Lo que la hace especial no es solo su belleza, sino la hospitalidad de la gente local y la cercanía con pueblos tradicionales donde aún se respira el alma cubana.

Más exclusiva y escondida, Playa Esmeralda es una joya reservada para los amantes del confort y la tranquilidad. Rodeada por un entorno natural protegido y hoteles cinco estrellas integrados al paisaje, esta playa ofrece privacidad y un mar de tonalidades únicas. Es un lugar ideal para desconectar, disfrutar de tratamientos de spa frente al océano o degustar gastronomía gourmet con el sonido de las olas como fondo.

Sus aguas tranquilas y cristalinas son perfectas para el buceo y el esnórquel, con una rica vida marina a pocos metros de la costa.

Playa Pesquero, con su amplia extensión de arena clara y suave oleaje, es la favorita de muchos viajeros europeos. Alberga uno de los resorts más grandes del país, pero su extensión permite espacios de tranquilidad. Es una playa ideal para familias, con excelente infraestructura y variadas opciones de entretenimiento.

Además, está muy cerca del Parque Nacional Bahía de Naranjo, donde se puede nadar con delfines o hacer excursiones ecológicas en barco.

Si buscas algo más auténtico y menos turístico, Playa Don Lino y Los Caletones son perfectas para ti. Son playas pequeñas, rústicas y acogedoras, donde puedes convivir con pescadores locales y sentir el ritmo pausado de la vida en el campo cubano. Ideales para mochileros y ecoturistas.

Las playas de Holguín no compiten por brillar; simplemente son. Hermosas, tranquilas, diversas y auténticas. Ya sea que busques lujo, aventura, descanso o cultura, este rincón oriental de Cuba lo tiene todo.

Descubrir Holguín es descubrir el alma del Caribe en su estado más puro.