Redacción (Madrid)

SANTO DOMINGO, República Dominicana. — A escasos minutos del bullicioso centro de la capital dominicana, se encuentra un lugar donde la naturaleza, la historia y el misterio convergen en una danza hipnótica: la Cueva de los Tres Ojos. Este impresionante sistema de cavernas subterráneas no solo es un atractivo turístico de primer orden, sino también un enigma natural cargado de leyendas y secretos milenarios que hoy decidimos explorar a fondo.

Ubicada en el Parque Mirador del Este, en el municipio de Santo Domingo Este, la Cueva de los Tres Ojos es un conjunto de lagunas de agua dulce formadas dentro de una caverna de piedra caliza. Su nombre proviene de los tres estanques principales visibles desde la superficie —aunque existe un cuarto, oculto a simple vista, que guarda un aura casi mágica.

Un viaje al centro de la tierra caribeña

Al descender los escalones tallados en la roca, el cambio de ambiente es inmediato: el aire se torna fresco y húmedo, las paredes se estrechan y la penumbra envolvente invita a un silencio reverente. Cada laguna posee su propio nombre y características únicas: «El Lago Azufre», de apariencia lechosa y misteriosa; «La Nevera», cuyas aguas son tan frías como sugiere el nombre; y «Las Damas», más cálida y menos profunda, utilizada antiguamente como balneario natural.

El cuarto lago, conocido simplemente como «Los Zaramagullones», es accesible solo mediante una pequeña balsa guiada por cuerdas, lo que lo convierte en el rincón más intrigante del lugar. Rodeado por una vegetación densa y enmarcado por formaciones rocosas caprichosas, se dice que aquí los taínos realizaban rituales ancestrales, y que los primeros exploradores españoles creían haber hallado una entrada al inframundo.

Ciencia, historia y mito

Formada hace miles de años debido a movimientos tectónicos y erosión natural, la cueva ha sido objeto de estudios geológicos y arqueológicos que revelan fósiles marinos y restos de cerámica taína. Sin embargo, más allá de los hallazgos científicos, el lugar está cargado de leyendas transmitidas de generación en generación. Algunos lugareños aseguran haber visto luces misteriosas flotando sobre el agua, mientras que otros hablan de presencias invisibles que cuidan el lugar.

Un patrimonio que debemos preservar

Aunque el Ministerio de Medio Ambiente y otras entidades locales han hecho esfuerzos por preservar este tesoro natural, el aumento del turismo representa un desafío constante. Las autoridades han implementado normas para regular el acceso, limitar la contaminación y garantizar que las generaciones futuras también puedan asombrarse con esta joya subterránea.

Visitar la Cueva de los Tres Ojos no es solo una experiencia turística; es una oportunidad de reconectarse con el pasado, sumergirse en la belleza cruda de la naturaleza y abrir una ventana hacia los misterios aún no resueltos que esconde el subsuelo dominicano.

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