Redacción (Madrid)

Por mucho tiempo, República Dominicana fue sinónimo de playas de arena blanca, grandes resorts y vacaciones todo incluido. Pero lejos de las zonas hoteleras de Punta Cana y Bávaro, se está gestando otra narrativa turística: una apuesta por el turismo ecológico, responsable y sostenible, que conecta al viajero con la riqueza natural y cultural del país más allá del cliché caribeño.

Desde los picos de la Cordillera Central hasta las costas vírgenes del suroeste, el ecoturismo dominicano ha dejado de ser una alternativa marginal para convertirse en una de las principales tendencias del sector. Hoy, cada vez más viajeros buscan experiencias auténticas, alojamiento en armonía con el entorno y un contacto real con las comunidades locales.

Naturaleza como protagonista

República Dominicana alberga más de 128 áreas protegidas, entre parques nacionales, reservas científicas y monumentos naturales. Entre los más destacados están el Parque Nacional Los Haitises, un ecosistema de manglares y mogotes en la bahía de Samaná, ideal para el avistamiento de aves y manatíes; y el Parque Nacional Jaragua, en el suroeste, que incluye playas vírgenes, lagunas saladas y uno de los santuarios de flamencos más importantes del Caribe.

En el centro del país, la región de Jarabacoa y Constanza se ha consolidado como el corazón del ecoturismo de montaña. Allí, los visitantes pueden realizar actividades como senderismo, rafting, ciclismo de montaña o incluso ascender al Pico Duarte, el más alto de las Antillas. Estos destinos no solo ofrecen paisajes de postal, sino una auténtica inmersión en la vida rural dominicana.

Turismo con impacto social

Uno de los pilares del turismo ecológico es su compromiso con las comunidades locales. Proyectos de turismo comunitario en zonas como Barahona, Bahoruco o Monte Plata permiten a los visitantes alojarse en casas rurales, participar en talleres de artesanía, y aprender sobre la agricultura tradicional y la medicina natural.

Este modelo no solo distribuye de manera más equitativa los ingresos del turismo, sino que fomenta el orgullo cultural y la conservación del entorno, al convertir a los propios habitantes en guardianes de su territorio.

Sostenibilidad en crecimiento

Si bien queda mucho camino por recorrer en términos de regulación ambiental y responsabilidad empresarial, el crecimiento del turismo ecológico ha impulsado iniciativas interesantes: eco-lodges, fincas agroecológicas, operadores turísticos verdes y proyectos educativos que buscan equilibrar desarrollo económico y conservación.

Además, el país ha comenzado a implementar políticas públicas orientadas al turismo sostenible, apoyado por organizaciones internacionales que reconocen el potencial ecológico y cultural de la isla.

La República Dominicana se está redescubriendo a sí misma. En tiempos en que el planeta exige mayor conciencia ambiental, el país caribeño responde con una oferta turística que no solo seduce por su belleza, sino que enseña, transforma y deja huella. Porque viajar también puede ser una forma de cuidar.

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